¿Qué llevó al presidente de la República a difundir un documento sin remitente y quizá fabricado “en los sótanos del poder”? Una hipótesis: los indicios de que el escenario político-electoral para el 2021 está sufriendo alteraciones; porque, si hace algunos meses Morena parecía imparable, hoy surgen serias dudas de que pueda mantener su misma fuerza, lo que podría traducirse en la pérdida de la mayoría en la Cámara de Diputados y, en consecuencia, en un freno de golpe a la transformación que, hasta hoy, lleva una marcha atropellada.

Si ya en los primeros meses del año la economía se estaba secando, la irrupción del coronavirus y el manejo gubernamental de la pandemia han configurando una crisis sanitaria, económica y social muy severa que dejará, según cálculos de Coneval, entre 6.1 y 10.7 millones de personas en situación de pobreza extrema; la suma de desarreglos podrá disparar la delincuencia común y derivará en un mal humor colectivo que podrá expresarse en las urnas.

Entonces, cabe suponer que son los riesgos que acechan a la 4T los que podrían explicar la confección y difusión de ese documento que le permite al presidente convocar a sus bases a estar alertas y a movilizarse, si es necesario, porque “su proyecto está en peligro”; y, aunque la supuesta conjura sea una patraña, para los más fieles de la 4T el hecho de que lo difunda el presidente confirma lo que ya intuían, ¡revela la conspiración!

En un texto que circula entre las redes de Morena se denuncia que el Bloque Opositor Amplio (BOA) sí existe y está integrado por “todos aquellos que han perdido prebendas y privilegios ante el combate frontal a la corrupción y la impunidad: políticos cleptómanos y corruptos, periodistas carentes de moral y desamparados del chayote, empresarios voraces y adictos a la explotación inmisericorde de la clase trabajadora”. El mismo texto advierte: “debemos estar prevenidos ante un grupo de facinerosos capaces de cualquier cosa”.

Así, el supuesto plan opositor les da a los seguidores de la 4T nuevas razones para repudiar a sus adversarios, quienes estarían dispuestos a cabildear en la Casa Blanca y en el Capitolio de los Estados Unidos; es decir, son una nueva versión de los traidores a la patria del siglo XIX, lo que los hace más despreciables.

Pero no es éste el único ingrediente preocupante del supuesto plan para “rescatar a México”. También menciona entre los conspiradores imaginarios a consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE) y magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), que no identifica; lo que manda una señal perturbadora en vísperas de una elección crucial, porque si el resultado es adverso para Morena, el propio presidente, sus cuadros y sus bases repudiarán los resultados, dirán que hubo una conspiración y que entre los conjurados estuvieron el INE y el TEPJF, es decir, el organizador y el árbitro del proceso comicial.

Ahora bien, aunque el tal Bloque sea una invención, no es descartable que estén en curso distintas iniciativas para construir un acuerdo opositor; porque en la percepción de importantes sectores sociales, la conducción del gobierno del presidente López Obrador, su discurso confrontador (“el que no está conmigo está contra mí”), la cancelación de proyectos como el NAICM y su prisa por desaparecer o capturar instituciones, les genera incertidumbre e, incluso, miedo. Y las elecciones del próximo año constituyen la última oportunidad democrática de construir un contrapeso al Ejecutivo y su mayoría en el Congreso. Entonces, no es difícil pensar que existan iniciativas que se propongan modificar la correlación de fuerzas en las elecciones del año próximo y esto, aunque algunos lo observen como una conspiración, en una democracia se vale y es legítimo.



Presidente de GCI. @alfonsozarate

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