El reportaje del periodista Ignacio Rodríguez Reyna, basado en información obtenida por Guacamaya Leaks sobre los viajes al extranjero del general Luis Cresencio Sandoval y su familia, exhibe la utilización de recursos públicos en beneficio propio y el de los suyos. La austeridad republicana como engañifa del presidente para consumo de su clientela.

El que se comprometió a encabezar un gobierno austero y ofreció que reduciría los viajes y los viáticos al mínimo; el que ha llamado fantoches a los funcionarios que usan camionetas blindadas y se hacen acompañar por ayudantes que hasta les cargan el portafolio, no se asoma a ver cómo viajan y como viven los miembros de su gabinete: sus residencias, sus colecciones de obras de arte, sus cavas repletas de vinos importados… su buen gusto.

El escándalo que causó Angélica Rivera, esposa del presidente Enrique Peña Nieto, cuando viajó a China acompañada de su hermana y de su maquillista, resulta peccata minuta frente al estilo de viajar del secretario de la Defensa y su familia. Vuelos en clase Premier o en jets del Ejército; destinos memorables como Roma, Florencia, Nueva York y Moscú; hospedaje en hoteles de gran lujo y paseos en clase VIP, todo esto disfrazado de “viajes oficiales”.

Con el general o a veces sin él, viajan su esposa, su hija, su hijo, su consuegra y a veces su nieto, con la asistencia de militares que incluyen médico, enfermera y traductor. Pero no es todo, días antes de la travesía, dos oficiales (un teniente coronel y un mayor) se trasladan a los sitios a visitar para ajustar la agenda y garantizar que las condiciones del paseo correspondan a la jerarquía de los viajeros.

El reportaje de Rodríguez Reyna alimenta las preocupaciones sobre los riesgos de encargarle a las fuerzas armadas tantas tareas ajenas a su razón de ser y de llenarlas de poder, negocios, tentaciones... “En arca abierta hasta el más justo peca”, dice el refrán popular. A los militares el presidente López Obrador los ha llenado de dinero; ahora se entiende mejor su preocupación por mantener la secrecía y la opacidad y su tendencia a usar el argumento de la seguridad nacional como artificio para ocultar los manejos que se dan en distintas áreas de gobierno, especialmente en la Secretaría de la Defensa Nacional. Por eso, también, su obsesión por desaparecer al Inai.

Pero el general Sandoval no es, ni con mucho, el único miembro de la administración que se despacha con la cuchara grande y vive en la opulencia.

El presidente que predica la austeridad republicana vive en el boato del palacio virreinal; el portal Latinus ha mostrado el modo de vida de José Ramón López Beltrán en Houston: la casa gris, propiedad de un funcionario de una empresa contratista de Pemex, y el Mercedes-Benz a la puerta. ¿Austeridad republicana? ¿Pobreza franciscana? ¡Que se los crea su abuela!

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