En un apartado del artículo 3º constitucional se establecen diversos criterios para orientar la educación en nuestro país, por ejemplo, con base en los resultados del progreso científico, en contra de la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios. Además, se señala que la educación será democrática, “considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”.

Esto significa, teóricamente, que con la educación deberíamos evolucionar políticamente y lograr una mayor participación ciudadana, ya sea en el ejercicio de nuestro derecho a votar en las elecciones, en la vigilancia de la gestión de nuestros gobernantes y representantes, o en la elaboración de las políticas públicas en beneficio de la sociedad. Sin embargo, estamos lejos de conseguir avances significativos en materia de desarrollo democrático.

Muestra de ello fue el primer proceso de revocación de mandato en México , mismo que se vivió en medio de descalificaciones al órgano constitucional encargado de organizar la elección, la abierta promoción a participar, en contra de lo que establece la Constitución, acusaciones de acarreo de votantes o la presunta utilización de recursos públicos y coacción a servidores públicos, entre otras situaciones.

Es necesario entender que la esencia de una educación democrática es la libertad. De ahí la importancia de la formación de ciudadanos que conozcan sus derechos y los instrumentos legales que tienen a su alcance para hacerlos valer, así como medios masivos de comunicación con líderes de opinión que promuevan estos valores democráticos. Una libertad que, en palabras de Robert Dahl, se refiere a “la autodeterminación individual y colectiva, en cuanto al grado de autonomía moral que estimula y permite el desarrollo humano y la responsabilidad por las propias elecciones”.

Mientras no haya libertad al momento de participar en una elección, no habrá nunca una democracia representativa. El instrumento constitucional de la revocación de mandato teóricamente empoderó a la ciudadanía. Así lo explica Norberto Bobbio, al señalar que “un sistema democrático caracterizado por representantes revocables es una forma de democracia representativa, pero por cuanto estos representantes son revocables se acerca a la democracia directa”.

Pero en un país donde participó menos del 20 por ciento de la Lista Nominal de Electores y en donde la revocación se convirtió en un ejercicio de ratificación de mandato, se puede concluir que la educación no es democrática. El profesor de Derecho y expresidente del Tribunal Constitucional Federal de Alemania, Dieter Grimm, afirma que la democracia no significa que el pueblo se gobierna a sí mismo, porque cuanto más grande es la sociedad y más profunda es su diferenciación funcional más necesita un sistema independiente especializado en asuntos políticos. De esta manera, las funciones gubernamentales se encomiendan entonces a órganos y funcionarios especiales, pero estos derivan su poder del pueblo y lo ejercen en nombre del pueblo ante el cual siguen siendo responsables.

¿Para cuándo gobiernos especializados y honestos que le respondan al pueblo de México? Hasta que nosotros alcancemos una educación democrática.

Académico de la UNAM

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