El Consejo de Salubridad General (CSG) aprobó las medidas de seguridad sanitaria para continuar con la mitigación de la epidemia de Covid-19 después de la Jornada Nacional de Sana Distancia. Se trata de una suerte de calendarización de reanudación de actividades productivas en un territorio de dos millones de kilómetros cuadrados, en cuya elaboración no se tomó el tiempo ni el cuidado de escuchar a los sectores económicos y sociales del país y que fue presentado con solo unas horas de anticipación a las y los mandatarios locales.
La principal deficiencia de este plan de regreso y que no le permite cumplir con su función elemental de ser una hoja de ruta que nos conduzca a un destino seguro, es que no cuenta con un diagnóstico sustentado en datos sobre el momento real en el que nos encontramos y una prospectiva certera de posibles riesgos ante la reanudación de actividades. En todo el plan no se contempla la realización de pruebas para detectar a tiempo casos de contagio en actividades económicas esenciales y evitar su propagación; no se realiza un balance de los aciertos y desaciertos cometidos hasta el momento, mostrando con ello un aprendizaje útil para la siguiente etapa; no se habla de mayor equipamiento de unidades hospitalarias ni del incremento de equipo sanitario ante una posible mayor demanda de servicios hospitalarios en los municipios y entidades que reanudarán labores.
Todavía a estas alturas de la emergencia equipo médico y de enfermería se manifiesta en diversos hospitales por la falta de insumos médicos, mantenimiento de infraestructura y establecimiento de protocolos de actuación. Es decir, pretendemos crear un plan de salida sin siquiera haber entendido cómo estamos respondiendo a la emergencia. Sin duda, los empresarios y sindicatos tienen mucho que aportar y recomendar en estos momentos, pero no ha existido la capacidad de convocarlos y escucharlos.
Se está pidiendo a las entidades federativas avanzar en medio de la intensa neblina que cubre el camino, siendo alumbradas solamente por un semáforo de cuatro luces.
Tengo la impresión de que el Consejo de Salubridad General no ha entendido la importancia de este plan, el cual debería representar la piedra angular del desconfinamiento ordenado que evite, a toda costa, la multiplicación de contagios y muertes. Nuestro país no puede equivocarse ni improvisar en esta etapa, pues hacerlo sería catastrófico. Estamos a unas horas de que dé inicio el desconfinamiento en dos centenares de municipios y en tres nuevos ramos de actividades esenciales, pero aún estamos a tiempo de atender omisiones y tomar decisiones necesarias para el bien del país.
La principal es la realización de pruebas eficiencias y efectivas, la que el CSG defina como la idónea, como una medida sine qua non para definir en qué municipios y regiones existen las condiciones necesarias para la reapertura. Si no hay vacuna, tenemos que hacer pruebas, pues solo de esa forma se evitará el colapso de hospitales y más muertes. Resulta de gran utilidad que las y los mandatarios locales del PRI se encuentren atendiendo las recomendaciones de los expertos de los Consejos de Salubridad locales, tomando decisiones responsables y respondiendo a las necesidades de la población. Y ello se refleja en los altos índices de aprobación ante la pandemia.
Presidente Nacional del PRI