Los dos últimos años han estado marcados por el crecimiento de la economía digital y una evolución de empresas de todos los giros y tamaños hacia las ventas en línea. De acuerdo con los últimos datos oficiales del INEGI, en 2018 el comercio electrónico en México representó el 5% del PIB, una mayor relevancia que 14 otros sectores de actividad económica. La Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO) estima que el comercio electrónico creció 81% en 2020 y hacia adelante la expectativa es que se triplique para 2023. Su relevancia no está en duda.
Afortunadamente vemos que en México la adopción digital por parte de las pymes también se ha acelerado: en 2020 seis de cada diez pymes empezaron a vender en línea, un incremento del 96%. Las pequeñas y medianas empresas representan la enorme mayoría de las unidades económicas de México. Por eso, su transición hacia lo digital, realmente indica una evolución general hacia la economía digital.
La red de pagos
Precisamente porque estamos dando el paso hacia la digitalización, debemos de preguntarnos cuál es la infraestructura que permite el intercambio económico en esta nueva realidad. En ese sentido, no podemos hablar del ecosistema de pagos sin pensar en su red y cómo funciona como un pilar de la economía digital. Hablamos específicamente de la red de medios de disposición, mejor conocida como la Red de Pagos.
Esta red funge como el cauce a través del cual viajan los pagos que realizan los usuarios y que reciben los comercios (pymes y grandes empresas), además de regir la relación que los diversos jugadores de la economía digital tienen entre ellos. Estos participantes son los bancos adquirentes y emisores, los agregadores de pago, y los titulares de marcas. Los participantes en su conjunto se convierten en un puente que une a los comercios con la economía digital. De hecho, a ojos del legislador los comercios son tan relevantes que forman parte de dicha red de pagos. Esto, por supuesto, incluye a las pymes.
Cada vez hay más cambios significativos en la estructura del sistema financiero mexicano y - aunque la mayoría apuntan a una diversificación del mercado - resulta importante que reconozcamos la red de pagos y sus relaciones internas como elemento central para poder alcanzar dos hitos económicos importantes: el de la digitalización y el de la competitividad.
Retos y oportunidades
La red de pagos se ha convertido en la infraestructura financiera que soporta las transacciones de millones de pymes en México. Su relevancia va más allá de su rol como conector del sistema financiero, sino como pieza clave de la sustentabilidad económica de nuestro país. Su eficaz funcionamiento tiene una injerencia directa en la prosperidad de las pymes y por lo tanto de México.
Fortalecer a la red se traduce en impulsar la economía a través del crecimiento de los comercios, subrayando a las pymes. Sin embargo, este fortalecimiento nunca será completamente sólido sin un sistema que asegure la competitividad.
Para lograr que nuestra red de pagos sea eficiente es necesario que refleje la realidad del ecosistema financiero actual. Esta realidad implica la participación activa de una variedad de actores, tanto los que pertenecen al sector financiero tradicional, como los que tienen propuestas tecnológicas innovadoras. Abrir las puertas a nuevos participantes, así como permitir que todos los jugadores aporten sus conocimientos para el fortalecimiento de las “reglas del juego” permitirá que el mercado sea competitivo y atractivo no solo a nivel doméstico, sino también a nivel mundial.
En su último análisis sobre competitividad y sistemas de pago, la OCDE concluyó que la innovación representa un punto clave para incentivar la competitividad en los sistemas de pago, pero que también implica retos que deben de ser considerados como son: la integración de todos los métodos de pago - incluyendo el efectivo - a las redes de pago consolidadas y nuevas regulaciones que permitan la participación de diversos actores.
Existe un consenso en otros mercados al respecto: la estrategia de pagos minoristas para la Unión Europea establece pilares clave que consisten en: el carácter digital e inmediato de los pagos, la innovación, la competitividad, el acceso, la interoperabilidad de los sistemas de pago y el carácter internacional de los pagos. De acuerdo con dicha estrategia, estos pilares promueven un ecosistema de pagos “innovador, resiliente, seguro e inclusivo”.
Los ejemplos internacionales reflejan una estructura que vale la pena analizar en este momento clave para reforzar la relevancia de la red de pagos, como parte del sistema financiero que soporta a la economía mexicana. El fortalecimiento de nuestra red de pagos puede convertirse en un catalizador aún más contundente del proceso de digitalización de la economía e impulsar la competitividad económica de México.