Uruapan se despertó el jueves con un carnaval de muerte. Cadáveres mutilados, desmembrados, con señas de salvaje tortura. Cachos de humano en bolsas. Cabezas sin torso y torsos sin extremidades. Cuerpos usados como tétrico adorno en pasos peatonales. Mantas firmadas por presuntos delincuentes, jactándose de la matazón.¿Qué es esto? ¿Qué pasó? Van algunos apuntes rápidos:

1. Una masacre de este tipo no sucede en el vacío. No llega si no hay muchas señales previas. Y estas abundaban. Entre enero y junio, se registraron 84 homicidios dolosos en Uruapan, 56% más que en el mismo periodo del año pasado. Tan solo en junio se reportaron 30. Y de acuerdo a un recuento de fuentes abiertas, se habrían acumulado 43 más en julio.

2. No es sólo un asunto de números. Los eventos de alto impacto venían acumulándose en Uruapan desde hace meses. A finales de mayo, un enfrentamiento entre dos grupos armados dejó 10 muertos. Por las mismas fechas, cinco cuerpos calcinados fueron encontrados en una camioneta. A finales de julio, tres cuerpos sin cabeza y gravemente quemados fueron hallados en una colonia céntrica de la ciudad.

3. La causa inmediata de la masacre es la disputa entre dos grupos criminales: el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y los Viagras, una banda local empoderada tras la intervención federal de 2014 que destruyó a los Caballeros Templarios ¿Qué pelean? Múltiples rentas criminales, particularmente los flujos provenientes de la extorsión a los aguacateros. Y esa fuente de ingreso probablemente ha crecido en el último año, como resultado del disparo en el precio del aguacate en Estados Unidos.

4. La existencia de un conflicto entre grupos criminales no explica por sí mismo la saña y teatralidad de la masacre de ayer ¿Por qué torturar, mutilar, desmembrar a otros seres humanos? ¿Por qué colgarlos de un puente, a la vista de todos, y con manta de acompañamiento? Porque la bestialidad funciona. En el delito como en otras actividades, las prácticas eficaces terminan por ser adoptadas por todos los participantes, sobre todo cuando no implican costos o riesgos adicionales. Y las expresiones públicas de brutalidad son prácticas de eficacia probada: inhiben a los rivales, intimidan a los ciudadanos y ayudan a preservar la disciplina interna. Y por lo regular no acarrean costos o riesgos adicionales: la probabilidad de captura por parte del gobierno o de represalia por parte de los rivales no aumenta realmente si se decapita, mutila, desmiembra o calcina a una víctima. Lo que sorprende no es que los delincuentes opten por esas prácticas, sino que no lo hagan más a menudo.

5. La masacre sucedió con la Guardia Nacional ya desplegada en la ciudad. Aproximadamente 200 elementos de esa fuerza federal llegaron a Uruapan desde el dos de julio ¿Una cantidad suficiente para una región envuelta en un feroz conflicto entre bandas criminales? Al parecer, no. Pero eso abre una pregunta importante: ¿por qué tan pocos en una región tan violenta? ¿Un problema de prioridades equivocadas o de personal insuficiente? Las dos alternativas resultan inquietantes.

6. ¿Se pueden evitar más hechos como los de ayer? Depende de las autoridades. Si los gobiernos (federal y estatal) mandan el mensaje claro que se la dará un tratamiento prioritario a este tipo de hechos y que ese tratamiento prioritario va a incluir no sólo dedicar más recursos a la investigación, sino también una atención extrema a todos los negocios ilegales del grupo responsable, tal vez las bandas criminales dejen de hacer este tipo de cosas.

¿Y si no se manda ese mensaje? Muy fácil: vamos a tener más cadáveres colgando de puentes.

alejandrohope@outlook.com. @ahope71

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