Desde hace algunas semanas, la policía ha estado en el foco de la atención pública. Por razones más que comprensibles: los casos de Giovanni López, Alexander Martínez y Oliver López han puesto de manifiesto el problema sistémico de la brutalidad policial. Trágicamente, han mostrado que la arbitrariedad y el abuso son parte de la praxis cotidiana en múltiples corporaciones.

Pero eso no surgió de la nada. La violencia de los policías tiene parcialmente su origen en la brutalización que sufren los propios policías al interior de sus instituciones.

Ese fenómeno acaba de ser documentado por la organización Causa en Común por medio de una encuesta realizada entre integrantes de 28 policías estatales. Los resultados son francamente de miedo:

1. Ocho de cada diez policías estatales reciben un sueldo mensual menor a 15,000 pesos. Algo más de la tercera parte gana menos de 10,000 pesos al mes. En algunos estados como Oaxaca o Tlaxcala, el promedio llega con trabajos a 8000 pesos por mes.

2. La mitad de los policías estatales han pagado de su bolsa por sus botas. Cuatro de cada diez pagaron por su uniforme. Uno de cada cuatro ha tenido que hacer erogaciones personales para adquirir cartuchos o reparar su patrulla.

3. La tercera parte de los integrantes de las policías estatales tienen jornadas continuas de trabajo de 24 horas. Aproximadamente otro cuarenta por ciento tiene que laborar sin interrupción durante 12 horas.

4. Casi 40% de los policías no son derechohabientes de la seguridad social (o al menos no saben que lo son). Uno de cada cuatro no cuenta con seguro de vida. Siete de cada diez no tendrían cubiertos sus gastos funerarios si murieran como resultado de su trabajo policial.

5. Algo más de la quinta parte de los policías ha tenido que realizar encargos personales para sus jefes. Uno de cada ocho afirma que sus mandos superiores los obligan a entregar una cuota. Aproximadamente tres por ciento recibió una instrucción directa de torturar a un detenido.

6. Dos terceras partes de los integrantes de las policías estatales nunca han recibido un estímulo o ascenso. En estados con Baja California Sur, Tamaulipas o Oaxaca, nueve de cada diez policías nunca han recibido algún tipo de estímulo.

7. A pesar de que los policías son el primer respondiente en el sistema penal acusatorio, dos terceras partes no han recibido una capacitación sobre cómo conducirse en una audiencia frente a un juez. Casi la mitad no ha sido entrenada en la recepción de denuncias. Uno de cada tres no ha sido capacitado en la conducción de una patrulla.

8. Casi la mitad afirma que ha sido víctima de discriminación en su comunidad por el hecho de ser policía.

Todo lo anterior, valga la aclaración, sucede en policías estatales. La situación en la mayoría de las policías municipales es previsiblemente mucho peor.

¿Qué significa entonces ser policía en México? Estar en un gremio mal pagado y poco respetado, obligado a laborar con poco equipo y muy escaso entrenamiento, sujeto al maltrato permanente de los jefes, trabajando jornadas interminables, con pocas prestaciones y casi ningún estímulo o posibilidad de ascenso.

No se me ocurre mejor fórmula para incubar la violencia y la brutalidad.

alejandrohope@outlook.com. @ahope71

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