La Riviera Maya ha tenido un año agitado, pero los hechos del jueves pasado en Puerto Morelos se llevaron las palmas. Según lo informado por las autoridades, un grupo de 15 pistoleros arribó por mar a la playa de un hotel de lujo, asesinó a dos individuos, hirió a un turista y sembró el pánico entre los huéspedes y el personal.
De acuerdo a la versión oficial, el ataque habría sido obra de un grupo de narcomenudistas, con supuestos vínculos con el Cártel de Sinaloa, que intentaba desalojar a una banda rival de la venta de droga en ese lugar específico.
Eso puede o no ser cierto, pero claramente no es una explicación suficiente. ¿Por qué los agresores decidieron hacerse presentes de manera tan flagrante, en un lugar tan público?
No tengo respuesta concreta a esa pregunta, pero parece claro que los límites se han estado rompiendo en Quintana Roo desde hace ya un buen tiempo.
Hace apenas tres semanas, dos turistas —una alemana y otra proveniente de la India— murieron en un tiroteo ocurrido en la terraza de un restaurante de Tulum. Un mes antes, en la misma localidad, una balacera en plena zona turística acabó con la vida de un hombre de Veracruz.
Y esos son solo algunos ejemplos. De una rápida búsqueda en línea se obtiene una lista deprimentemente larga de incidentes graves ocurridos en Quintana Roo durante el último año.
Esa evidencia cualitativa confirma lo que dicen las cifras. Según datos del Inegi, la violencia letal en Quintana Roo tuvo un vertiginoso ascenso entre 2014 y 2018. La tasa de homicidio se sextuplicó en ese periodo. Pero en los dos años siguientes, el número de asesinatos disminuyó casi 25%.
Esa buena racha, sin embargo, va en camino de romperse en 2021. Las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública apuntan a que el número de víctimas de homicidio doloso y feminicidio será ligeramente superior este año a lo registrado en 2020.
En ese contexto, ha crecido la percepción de inseguridad en los centros urbanos del estado. En septiembre de 2021, 84.7% de los adultos de Cancún afirmaron sentirse inseguros en su ciudad, de acuerdo a datos de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), elaborada por el Inegi. Ese fue el sexto peor resultado en un universo de 75 ciudades de todo el país.
¿Qué explica el deterioro de las condiciones de seguridad en Quintana Roo? Parte de la explicación puede ubicarse en la reactivación económica experimentada por el estado en los últimos meses, luego de la crisis provocada por la pandemia. Más turistas equivalen a más blancos potenciales para los delincuentes, más movimiento en los mercados ilícitos y más motivos para conflictos por el control de rentas ilegales.
Por otra parte, el aparato policial del estado pasa por un periodo de incertidumbre, luego de la renuncia de Alberto Capella —obligada luego de un uso excesivo de la fuerza en una manifestación feminista en noviembre de 2020— como secretario de seguridad pública.
A esto hay que sumarle el cambio de autoridades en los municipios, tras las elecciones de junio pasado, y el arranque del proceso electoral de 2022, en el que se elegirá al sucesor de Carlos Joaquín González en la gubernatura.
No se pueden olvidar tampoco los muchos factores de disfuncionalidad social: crecimiento demográfico explosivo generado por oleadas sucesivas de migrantes jóvenes, desarrollo urbano desordenado y excluyente, dependencia casi absoluta de un solo sector económico, dotación insuficiente de servicios de educación y salud.
En resumen, lo visto en estas semanas puede no ser más que preludio de un año muy complicado en Quintana Roo.