Ucrania está bajo asedio ruso. A estas horas, su capital está casi sitiada y su existencia misma como nación soberana está en duda. Pero eso sucede del otro lado del mundo, en un país sobre el que sabemos poco y con el cual casi no interactuamos ¿Por qué deberíamos de poner atención? ¿Por qué importa Ucrania ?

Importa Ucrania porque es la víctima de una agresión injustificada por parte de un país más poderoso y porque ese simple hecho debería ser suficiente para movilizar nuestra solidaridad.

Importa Ucrania, como antes importó Irak , porque queremos vivir en un mundo gobernado por reglas, sometido al derecho, en el que la fuerza no sea el instrumento para resolver conflictos y en el que una potencia no pueda invadir un país o cambiar un gobierno extranjero solo porque tiene los medios para hacerlo.

Importa Ucrania porque su único pecado fue tratar de ser libre, pretender vivir sin estar sometida a la férula rusa, acercarse a sus vecinos europeos, buscar tener una sociedad distinta.

Importa Ucrania porque una agresión que queda impune es preludio de muchas otras, porque el juego no se limita a sus fronteras ni se detiene en esta campaña, porque el tirano de Moscú ha sido explícito en su intención de reconstituir el viejo imperio soviético.

Importa Ucrania porque las repercusiones de este conflicto llegan mucho más allá de las llanuras del este europeo, porque la prolongación de esta guerra absurda está agudizando los desequilibrios de una economía mundial que apenas venía recuperándose del choque de la pandemia, porque el bienestar de millones de personas vulnerables está en riesgo por el casi inevitable ascenso en los precios de los energéticos y los alimentos.

Importa Ucrania porque su pueblo nos ha recordado palabras que teníamos en el olvido, palabras como gallardía, entereza y valor, palabras como honor, dignidad y heroísmo, palabras que recorren como relámpago la espina dorsal.

Importa Ucrania porque es el momento y el lugar de plantarle cara a un individuo que ha hecho de la violencia su carta de presentación desde hace dos décadas, que ha destruido las instituciones democráticas de su país, que ha encarcelado a opositores y envenenado a críticos, que preside una cleptocracia sin paralelos en el mundo moderno, que es responsable de violaciones masivas de derechos humanos y que ha decidido proyectar las deformidades de su régimen más allá de sus fronteras.

Importa Ucrania porque el ejemplo de Vladimir Putin ha inspirado a decenas de impresentables en todo el planeta, de Trump a Orban, pasando por Bolsonaro y Le Pen, dedicados a socavar los pilares de la sociedad abierta, y porque ese modelo sería aún más atractivo si no hay una reacción potente al escupitajo lanzado desde Moscú al orden liberal.

Importa Ucrania porque nosotros podemos llegar a ser Ucrania, porque México vive también a la sombra de un país inmensamente más poderoso que bien pudiera volverse abiertamente hostil en un futuro próximo, porque es en nuestro interés nacional supremo no permitir que quede como precedente válido la agresión desnuda de una potencia a un vecino más débil.

Importa Ucrania porque hay momentos históricos en los que es tan evidente y tan notoria la distinción entre el bien y el mal que no queda espacio para la indiferencia y la neutralidad. Este es uno de ellos.

Gloria a Ucrania.