Como se ha discutido ampliamente en esta columna, el conteo diario de homicidios que realiza la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) es altamente problemático.
No captura entre 17 y 21% de los homicidios que se registran en el reporte mensual del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Y esa imprecisión no se ve compensada por la oportunidad: los homicidios no aparecen necesariamente en el día en el que se cometieron, sino hasta que se abre una carpeta de investigación.
Pero, con todos sus defectos, el informe diario sirve de indicador adelantado de la evolución de la violencia letal en el país. Lo que muestra para el mes de enero no es muy alentador.
En 2022, el número de víctimas de homicidio doloso y feminicidio disminuyó 7.1% con respecto al año previo. Pero como señalé en una columna hace un par de semanas, la caída no fue homogénea a lo largo del año.
En el primer trimestre de 2022, la reducción fue de 14.9% en comparación con el mismo periodo del año anterior. Para el cuarto trimestre, la caída fue de apenas 3.6%.
El arranque de 2023 pinta ya no a una desaceleración, sino a un cambio de tendencia. Según el conteo diario de SSPC, el promedio diario de homicidios en enero (faltando un día para cerrar el mes) fue 74.5. Eso implica un crecimiento de 12% con respecto a enero de 2022.
En términos absolutos, eso implica aproximadamente 300 homicidios más que en el primer mes del año pasado. No es una cifra menor, considerando que la caída anual registrada en 2022 fue de 2431 víctimas en números absolutos. En un solo mes, se habría perdido la octava parte de la mejoría registrada el año pasado.
Este dato bien pudiera ser una anomalía. El resultado de enero no necesariamente anuncia lo que va a suceder en el resto del año. Además, el mes estuvo punteado por algunos eventos excepcionales, particularmente la captura de Ovidio Guzmán, que pudieron haber empujado al alza el conteo.
Pero cabe también otra posibilidad: el inicio del año pasado fue anómalo. Los primeros tres meses de 2022 concentraron la mitad de la caída anual. Hubo una reducción puntual y abrupta, no una disminución sostenida y gradual. Eso sugiere que tal vez operó alguna causa externa (¿la agudización de la pandemia, al coincidir esa caída con la oleada de ómicron?).
Como sea, el gobierno enfrenta un problema no menor. Al menos durante el primer trimestre, la base de comparación no va a ayudar a la narrativa impulsada desde Palacio Nacional, según la cual habría una mejoría gradual, pero sostenida, en las condiciones de seguridad. Es difícil de argumentar que el país se mueve en la dirección correcta cuando hay incrementos porcentuales de dos dígitos en el número de homicidios con respecto al mismo mes del año pasado. Y esa podría ser la situación que se enfrente entre (al menos) enero y marzo.
No dudo que los magos del spin mañanero buscarán alguna comparación que les resulte favorable y presentarán alguna gráfica que superficialmente se vea bien. Pero la tarea propagandística se va a poner más complicada.
En resumen, no arranca bien el año. Por donde se le mire.
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