Meta cumplida, dice el presidente López Obrador que se alcanzó: “Ya se cumplió con el compromiso de aplicar cuando menos con una dosis [de vacuna contra Covid] a todos los mexicanos, mujeres y hombres mayores de 18 años.”

Ahora, hay que entender que todos no son todos. Todos es una aproximación, un acercamiento. No hay que tomar todo tan literal. “Todos” en este caso equivale a 83% de los adultos, según el subsecretario Hugo López-Gatell. Y si se quiere un número absoluto, son 74 millones de personas.

Muchísimos, ¿no? Pues sí, salvo por un leve problema. Resulta que, según el INEGI, habría unos 88 millones de personas de 18 años en 2020. Pero estamos en 2021 y resulta también que todos los años un par de millones de mexicanos llegan a la mayoría de edad. El universo a vacunar, sobre las reglas establecidas por nuestras autoridades, andaría sobre 90 millones de personas.

Ese dato lo confirma el INE: había 92 millones de ciudadanos inscritos en el padrón electoral, con corte al 22 de octubre de 2021. Resten los que vivan en el extranjero y andamos sobre el mismo orden de magnitud.

Es decir, hay unos 16 millones de adultos mexicanos que no caben en el “todos” de la autoridad. Esos invisibles que no cuentan ni fueron contados en el proceso de vacunación, esos que se quedaron olvidados o rezagados o desatendidos, suman una población equivalente a la del Estado de México. O al público que cabría en 160 llenos del Estadio Azteca. Cualquier cosa.

Me dirán con algo de razón que eso incluye a los que no quisieron vacunarse. Y eso bien puede ser cierto, pero requiere que se expliquen las causas de las divergencias regionales en la aceptación de la vacuna ¿Por qué en la Ciudad de México acudieron a vacunarse 99% de los adultos, mientras que en Chiapas solo llegó el 60% de esa población? ¿Por una diferencia en el sentimiento antivacunas de 40 a uno? Más bien el problema central parecería ser de oferta, no de demanda.

Y nótese que estamos hablando aquí solo de la primera dosis. Si se agregan los requerimientos de segundas dosis, habría que sumar otros 14 millones de personas a los invisibles. Dicho de otro modo, hay unos 30 millones de mexicanos mayores de 18 años que enfrentan aún un alto riesgo de infección (o reinfección), hospitalización y muerte por Covid-19. Peccata minuta.

Eso no es todo. Muchos países ya están vacunando (o ya vacunaron) a la población adolescente. Como es bien sabido, las autoridades mexicanas se han resistido a extender la vacunación a esa población, salvo casos excepcionales. Eso nos deja a unos 12 millones de personas más sin protección.

Y luego súmese a los niños de 5 a 11 años, los cuales ya están siendo inoculados en muchos países, incluidos algunos de América Latina. Van 12 millones más. En total, resulta que hay unos 40 millones de personas vacunables que no han recibido ninguna dosis. Sumando a los adultos sin esquema completo, resulta que hay 54 millones de mexicanos que podrían estar protegidos y están en estado de vulnerabilidad frente al virus, aún si lo contrajeron en el pasado.

Esa población vulnerable da para un rebrote de muy buen tamaño y para convertirse en una fábrica gigante de nuevas cepas.

Si estar con esa espada de Damocles en la cabeza equivale la “meta cumplida”, tal vez sería urgente revisar las metas.

alejandrohope@outlook.com
Twitter: @ahope71

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