Zacatecas despidió el año con un hecho terrible: el 31 de diciembre, una riña entre reos en el penal estatal de Cieneguillas se salió de control, dejando como resultado 16 muertos y ocho heridos. Al menos uno de los internos que participó en la pelea portaba un arma de fuego y, en la revisión posterior, se localizaron tres pistolas más, así como múltiples armas blancas.
Esta tragedia forma parte de una larga cadena de acontecimientos graves en ese centro penitenciario. En mayo de 2009, 53 reos protagonizaron una fuga masiva del penal. En octubre de 2012, una riña dejó cuatro muertos. Ese mismo año, fue secuestrada y desaparecida la directora de esa prisión, Fabiola Quiroz Zárate. En 2016, se registraron dos enfrentamientos que provocaron la muerte de tres internos. En 2017, hubo al menos dos fugas del penal. En el mismo año, fueron encontradas en una inspección cuatro armas cortas y una granada de fragmentación. En 2018, fue asesinado el jefe de custodios, Sergio Rodríguez Reyes. En 2019, un día antes de la masacre del 31 de diciembre, se decomisaron en una revisión 12 puntas, 17 cuchillos, tres tijeras y nueve celulares, además de cantidades importantes de droga.
No es casualidad, por tanto, que ese penal salga sistemáticamente reprobado en el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria, realizado anualmente por la Comisión Nacional de Derechos Humanos. En el reporte de 2019, el centro penitenciario de Cieneguillas recibió una calificación de 5.51 y el personal de la CNDH encontró, entre otras cosas, lo siguiente:
• Deficientes condiciones materiales e higiene de instalaciones para alojar a las personas privadas de la libertad.
• Inexistencia o deficientes condiciones materiales e higiene del área médica.
• Deficiencias en la alimentación.
• Insuficiencia de personal de seguridad y custodia.
• Deficiencias en el procedimiento para la imposición de las sanciones disciplinarias.
• Ejercicio de funciones de autoridad por personas privadas de la libertad
• Condiciones de autogobierno/cogobierno.
• Presencia de actividades ilícitas.
• Presencia de cobros (extorsión y sobornos).
La situación de Cieneguillas es extrema, pero no es única. Los demás penales de Zacatecas y la mayor parte de los del resto del país presentan condiciones similares. La corrupción, la violencia, el autogobierno y las graves carencias materiales son las señas de identidad de nuestro sistema penitenciario.
La persistencia de estas condiciones es hoy particularmente lamentable, dado que el país se encuentra en un momento particularmente favorable para una reforma de sus prisiones. Por primera vez en décadas, no hay sobrepoblación carcelaria a nivel del sistema: al 30 de junio de 2019, según datos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, los 304 centros penitenciarios del país contaban con 215,198 espacios y alojaban a 200,753 reos. Es decir, hay margen para reducir el hacinamiento, mejorar las condiciones materiales de las prisiones, rediseñar la infraestructura y dignificar la situación laboral de los custodios.
Ese margen habría que aprovecharlo pronto, porque vamos de regreso a la sobrepoblación penitenciaria. La ampliación del número de delitos que detonan prisión preventiva oficiosa va a tener como consecuencia inevitable el incremento de la población privada de la libertad. Ya lo vimos en 2019: por primera vez en cinco años, aumentó (ligeramente) el número de reos en el sistema penitenciario nacional.
Entonces, el asunto es urgente: o le entramos pronto a transformar las prisiones o vamos a tener muchas más tragedias como la de Cieneguillas.
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