Hace un par de días, Claudia Sheinbaum , jefa de gobierno de la Ciudad de México, subió un video a sus redes sociales, promoviendo un programa conocido como “Pasajero Seguro”, dirigido a prevenir el robo en transporte público.
En el video, se observa a un integrante de la Guardia Nacional, portando uniforme táctico, casco y chaleco antibalas, parado en el pasillo de un microbús. Se presenta muy amablemente, informa sobre el operativo y pregunta a los pasajeros si alguno quiere presentar alguna queja o denuncia.
Lo que sigue es un silencio sepulcral. Nadie se acerca al guardia nacional para narrar una experiencia o denunciar un hecho. Cada una de las personas en la toma sigue en lo suyo y eventualmente el guardia se encamina hacia la salida.
Tal vez el guardia tuvo la mala fortuna de subirse a un micro en el que no había ni una sola víctima reciente de asalto. Pero dada la frecuencia de ese delito en el transporte público de la Ciudad de México y su zona conurbada, suena inusual ese hecho. Más bien, intuyo que sí había víctimas en la unidad y nadie quiso acercarse al guardia y registrar el hecho.
Asumo que el operativo tuvo muchas otras interacciones similares. Considerando que el video fue subido a las redes con fines propagandísticos, es de suponer que no había otro mejor, uno que mostrara la cercanía de la población con la Guardia Nacional.
Esto no deja de ser interesante. El gobierno no se cansa de presumir los niveles de aprobación de la Guardia Nacional. A la menor provocación, el presidente López Obrador muestra la gráfica del Inegi en la que 75% de la población (de núcleos urbanos) expresó tener confianza en la GN. En cambio, la Policía Federal nunca habría pasado de 57% en esa métrica.
En principio, una mayor confianza debería de verse reflejada en mayor interacción con la ciudadanía y, sobre todo, en un número creciente de denuncias. Uno supondría por tanto que la GN estaría inundada en denuncias ciudadanas en comparación con la supuestamente horrible PF.
Uno se equivocaría. En 2021, según el informe anual presentado al Senado, el Centro Nacional de Atención Ciudadana (CNAC) de la GN recibió (por la vía del 088) 307,334 reportes ciudadanos, de los cuales 90,401 eran para denunciar presuntos delitos o faltas administrativas (el resto eran llamadas para felicitar a la corporación, pedir informes o quejas contra integrantes de la corporación).
Ese no es muy distinto al número que recibía la Policía Federal. En 2013, esa corporación recibió por la misma vía 302,000 reportes, de los cuales 99,660 eran por denuncias de delitos y faltas administrativas.
Pero esa no es la única señal de que la cacareada confianza tal vez signifique menos en la práctica que en la retórica. De acuerdo con el informe 2021 de la GN enviado al Senado, esta corporación recibió 56,815 reportes ciudadanos de presuntos delitos a lo largo del año. Para poner ese número en perspectiva, durante 2021, se recibieron en el 911 a nivel nacional 5.6 millones de llamadas procedentes por temas relacionados con seguridad.
Esa comparación es un tanto injusta: mucha más gente conoce el 911 que el 088. Pero no deja de llamar la atención que la corporación que agrupa a más del 20% del personal de seguridad pública del país y con niveles de confianza de 75% reciba al día apenas 156 reportes de presuntos delitos. Eso equivale en promedio a menos de un delito reportado por día por coordinación regional de la GN.
Esto me sugiere que hay confianza en la GN no por lo que hace, sino por lo que no hace: interactuar con la población. Y eso lleva a confianza en abstracto y desconfianza en la práctica.
Me temo que la segunda es la que más cuenta.
Twitter: @ahope71