Como se anticipó en esta columna, el nuevo año arrancó con un incremento en el número de víctimas de homicidio doloso y feminicidio.

Más moderado que lo anticipado, ciertamente: según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el aumento fue de 5.8% con respecto al mismo mes del año pasado, cuando el conteo diario de la SSPC hacía prever un brinco de 12% a tasa anual.

De cualquier manera, la tendencia es claramente ascendente y no solo en comparación con enero del año pasado. En contraste con el mes previo (diciembre de 2022, para ser claro), el incremento es de casi 2%. En cambio, en enero de 2022, se registró una caída de 7% contra el mes anterior.

En resumen, estamos en una situación muy distinta a la que se vivía a principios del año pasado. Hace doce meses, el gobierno podía argumentar con datos en la mano que la violencia homicida iba a la baja. Hoy esa afirmación ya no es posible (o sí es posible, pero no es correcta).

Lo mismo probablemente valga también para febrero. Los datos del conteo diario sugieren que el total de febrero de 2023 será un poco mayor (3-5%) que lo registrado en el mismo mes del año pasado. Como lo apuntaba en mi columna sobre el tema de hace algunas semanas, el efecto base va a jugar en contra del gobierno al menos durante el primer trimestre del año. Considerando que la mayor parte de la mejoría de 2022 se registró en los primeros meses del año, esa comparación desfavorable pudiera significar un incremento en el número de homicidios para el año en su conjunto.

Cabe por supuesto la posibilidad de que el dato de enero pudiera ser una anomalía y que no necesariamente anuncia lo que va a suceder en el resto del año. El mes, además, estuvo marcado por algunos eventos excepcionales, particularmente la captura de Ovidio Guzmán, que pudieron haber empujado al alza el total de víctimas.

Como sea y como apuntaba hace unas semanas, el gobierno enfrenta un problema no menor. Al menos durante el primer trimestre, los datos no van a ayudar a la narrativa impulsada desde Palacio Nacional, según la cual habría una mejoría gradual pero sostenida en las condiciones de seguridad.

Es difícil de argumentar que el país se mueve en la dirección correcta cuando hay incrementos porcentuales significativos en el número de homicidios con respecto al mismo mes del año pasado.

Los propagandistas de la mañanera hicieron su lucha y trataron de presentar una gráfica que superficialmente se vea bien. Pero el spin tiene límite y una curva que va hacia arriba es una curva que no es fácil de presumir, así viva uno en el imperio de los otros datos (para parafrasear el título del libro de Luis Estrada).

En resumen, no arranca bien el año. Para el gobierno y para el país.

Nota: En el juicio de Genaro García Luna, sucedió lo predecible. A pesar de la ausencia de evidencia material, fue declarado culpable de los cinco delitos de los que se le acusaba. La acumulación de testimonios fue suficiente para el jurado. No sabemos aún cual será la sentencia que recibirá el exsecretario de Seguridad Pública, pero probablemente sea severa. Y más allá del destino que le depare el sistema judicial estadounidense, esto probablemente tenga consecuencias de largo plazo en la relación bilateral entre México y Estados Unidos.

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