Esta semana llegó una noticia que se anticipaba casi desde el inicio del sexenio: el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, buscará ser candidato de Morena a la gubernatura de Sonora. Eso significa que tendrá que dejar su actual cargo en algunas semanas.
Se abre la pregunta sobre su posible sucesor. Hay varios nombres que se barajean en la discusión pública, desde el titular de la UIF, Santiago Nieto, hasta el actual subsecretario de Seguridad, Ricardo Mejía Berdeja, pasando por el secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Omar García Harfuch. Es probable, además, que el presidente López Obrador tenga varios otros candidatos en la chistera.
No sé por quién se inclinará el presidente de la República y no tengo favorito. Pero, en mi humilde opinión (y ya he escrito sobre este tema en otras ocasiones), el sucesor de Alfonso Durazo en la Secretaría debería cumplir con las siguientes características:
1. Ser un civil, no un militar (así se encuentre en situación de retiro): el actual gobierno ha entregado a los militares casi por completo el control de la seguridad pública en el país. Darles ahora la titularidad de la Secretaría significaría cancelar la posibilidad de cualquier forma de control civil sobre la política de seguridad. Con eso, ya ni las formas mínimas se cuidarían.
2. Ser un funcionario o funcionaria con experiencia en el sector: encaminados ya hacia la mitad del sexenio, el país no está para una larga curva de aprendizaje. Se requiere alguien que conozca la arquitectura institucional y normativa del sector, que entienda los límites y alcances de la política federal en la materia, y que tenga claros los temas centrales de la agenda. Sería ideal alguien que tenga experiencia en decisiones de mando y que entienda sobre decisiones operativas.
3. Estar comprometido con la reforma policial: las policías en México son obra en construcción (para decirlo gentilmente). Salvo excepciones, son cuerpos mal pagados, mal entrenados, mal equipados, poco motivados, terriblemente vulnerables a la corrupción y la intimidación. Para modificar esa realidad, se requieren muchas reformas: desde el establecimiento de normas homogéneas de reclutamiento y profesionalización hasta el fortalecimiento de las unidades de asuntos internos, pasando por la construcción de un régimen de seguridad social para los policías. Nada de eso es fácil ni rápido. Por tanto, resulta indispensable que la persona al frente de la Secretaría esté plenamente comprometida con la agenda de reforma policial, no sólo para transformar a los cuerpos federales, sino para proveer liderazgo en el proceso de cambio tanto a nivel estatal como municipal.
4. Estar abierto a la supervisión y el escrutinio externos: los mejores cuerpos de seguridad del mundo son los más sujetos a vigilancia y control. Ojalá, la persona que sea puesta al frente de la SSPC esté no sólo comprometida con la transparencia y la rendición de cuentas, sino abierta a innovar con mecanismos de supervisión.
Hay otras características deseables. Por ejemplo, sería un mensaje potente que se le encomendara la Secretaría de Seguridad a una mujer. Asimismo, sería positivo que quien suceda a Durazo tenga una interlocución probada con la academia y la sociedad civil
Ahora, es muy probable que todo lo anterior resulte irrelevante. Dado lo que hemos visto en los últimos años, lo que va a acabar contando sobre todas las cosas es la lealtad al Presidente. Pero la esperanza es lo último que se pierde.
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