El juicio que se le sigue a Genaro García Luna en Nueva York dio un vuelco dramático esta semana. En una comunicación al juez Brian Cogan, la fiscalía anunció que terminaría con la presentación de su caso entre lunes y martes de la próxima semana, luego de que suba al estrado alguien definido como un “testigo significativo”. No se conoce aún la identidad de esa persona, pero se especula que pudiera ser Édgar Valdez Villarreal, alias “La Barbie”, o Jesús Zambada, alias “El Rey”.

Esta decisión acorta notablemente la posible duración del juicio. Luego de que la fiscalía termine la presentación de su caso, tocaría el turno a la defensa de poner frente al jurado la evidencia que juzgue pertinente. Pero los abogados de García Luna podrían decidir no presentar nada: en términos del sistema judicial estadounidense, el inculpado no tiene carga probatoria alguna. Es la fiscalía la que debe demostrar, más allá de una duda razonable, la culpabilidad del acusado.

Por lo que se sabe, la defensa seguía cavilando la posibilidad de que García Luna subiese al estrado. Hacerlo sería un arma de doble filo. Por una parte, le permitiría al acusado defenderse directamente de las imputaciones que le han lanzado los testigos de la fiscalía, así como mostrarle al jurado que está suficientemente convencido de su inocencia para declarar bajo juramento de decir verdad. Pero el costo es abrirse a un feroz contrainterrogatorio de los fiscales que pudiera desacreditarlo frente al jurado y obligarlo a dar información contraproducente para su causa (ejemplo, datos sobre su patrimonio).

La defensa le ha solicitado al juez que se restrinjan algunos temas del contrainterrogatorio. La fiscalía obviamente se opone y busca preguntar sin cortapisas. De la decisión del juez en ese tema dependerá probablemente si García Luna sube al estrado o no. Y fuera del propio inculpado, no se esperan muchos más testigos (si es que alguno) de la defensa.

Como sea, estamos en los estertores del juicio. Faltarán los alegatos finales que podrían venir hacia mediados o finales de la semana que entra. Luego el juez le dará instrucciones al jurado sobre los términos para tomar su decisión y allí empezará su deliberación a puerta cerrada.

Ese proceso no tiene límite temporal: puede tomar lo mismo horas que días que semanas. En el caso de Joaquín Guzmán Loera, el jurado deliberó durante siete días, pero allí tenían que considerar 10 acusaciones distintas (contra cinco en el caso actual) y desfilaron por el estrado más de 50 testigos. Es posible que la deliberación en el presente juicio sea un poco más corta, aunque no hay regla fija sobre el tema.

Es importante notar que habrá cinco veredictos distintos, uno para cada una de las acusaciones. Bien pudiera suceder que García Luna fuese encontrado culpable en algunos casos y no culpable en otros. Y también se podría tener un jurado ahorcado (es decir, sin decisión unánime) en uno, varios o todos los casos. En esa circunstancia, podría la fiscalía optar por presentar nuevamente la acusación correspondiente y tener un nuevo juicio.

Para una parte de la opinión pública mexicana, la evidencia en García Luna es abrumadora y no queda más que condenarlo. Para otra parte, el caso no es más que una colección de dichos sin corroboración alguna y la absolución es indispensable.

Ninguna de esas perspectivas importa realmente para el desenlace. La pregunta es qué opina un jurado de doce neoyorquinos con poco o nulo conocimiento previo sobre García Luna y sin mayor opinión sobre nuestras disputas políticas internas ¿Los ha convencido la fiscalía de la culpabilidad de García Luna, más allá de una duda razonable? Lo sabremos pronto.

alejandrohope@outlook.com Twitter: @ahope71

Google News

TEMAS RELACIONADOS