En el primer informe de gobierno (o tercero, según su propia cuenta) del presidente Andrés Manuel López Obrador, los temas de seguridad y justicia no figuraron prominentemente. Al menos no en la misma medida que, por ejemplo, la política social. Incluyó, sin embargo, algunos apuntes en la materia que merecen comentario:

1. Casi en el arranque del discurso, mencionó que “ya existe un auténtico Estado de Derecho.” Resulta difícil cuadrar esa afirmación con la realidad: no hay ningún indicador que indique que la impunidad ha cedido o que las fiscalías han incrementado su eficacia o que haya aumentado el acceso a la justicia.

2. También en la parte inicial del mensaje, el presidente se refirió al combate al huachicol y reiteró el dato que ha venido dando desde hace meses: la disminución de 94% en el volumen de combustible robado. No reparó en el dato de las tomas clandestinas, las cuales siguieron creciendo en número en los primeros siete meses de 2019, ni intentó explicar la contradicción entre ese hecho y la supuesta eficacia radical en el combate al huachicol.

3. Luego de esas referencias, el tema de seguridad desapareció hasta la fase final del discurso. Allí tuvo un gesto de honestidad intelectual, al reconocer que “todavía tenemos que trabajar mucho, porque no son buenos los resultados en cuanto a la diminución de la incidencia delictiva en el país.” Pero remató con su voluntarismo característico: “yo soy un hombre de desafíos, de retos y soy perseverante, y por eso puedo decir que estoy seguro que vamos a lograr serenar al país, se va a pacificar México. Eso es un compromiso”. No estoy seguro que la perseverancia, aunque necesaria, sea suficiente en este tema.

4. El presidente no innovó en la materia. Se escucharon las mismas líneas discursivas que ha venido repitiendo desde el inicio del gobierno: atención a las causas sociales de la violencia y la delincuencia, reuniones mañaneras con el gabinete de seguridad, elogio a las Fuerzas Armadas (“el pueblo cuidando al pueblo”), creación de la Guardia Nacional, combate a la corrupción y la impunidad, las virtudes de considerar a algo “delito grave”, y llamados difusos a la unidad. Nada nuevo bajo el sol.

5. Hubo ausencias notables en el discurso. Ni una palabra sobre policías (salvo al referirse a los sueldos del Estado Mayor Presidencial). Sólo una mención de la Fiscalía General de la República (y para señalar que se respetarán a los órganos autónomos). Casi nada sobre el sistema de justicia (solo la noticia de la liberación de 45 “presos políticos”). Ni media referencia sobre el sistema penitenciario. Es decir, nada sobre la imperiosa necesidad de construir instituciones.

En resumen, el informe fue la combinación de siempre: el reconocimiento de la magnitud del reto, la tentación centralizadora, la afinidad con el estamento militar, la confianza en las virtudes pacificadoras de los programas sociales. Nada nuevo, nada que sorprendiera. El presidente es quien es y piensa lo que piensa. Por desventura, la realidad es igual de terca y perseverante.

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