La crisis causada por el COVID-19 ha colocado al mundo entero en una situación sin precedentes, al grado de que la canciller alemana Angela Merkel dijo estar enfrentando el mayor desafío para su país desde la Segunda Guerra Mundial. Y no es para menos con un virus que se propaga rápidamente, que ha sido contraído por más de 400 mil personas en el mundo y que ha cobrado hasta ahora 18 mil vidas. Sin embargo, a diferencia de la grave situación por los brotes del SARS, zika, H1N1, entre otros virus, en esta ocasión nos enfrentamos a una pandemia que no solo esparce sus efectos devastadores a través del contagio, sino también de las fake news y de los rumores en las redes sociales.

Hoy en día, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los ministerios de salud no solo tienen el reto de contener esta pandemia, sino también de detener la información falsa que pone en riesgo la salud de las personas. Por ello, la OMS ha utilizado el término “infodemia” (del inglés infodemic) para describir el fenómeno del bombardeo masivo de información, muchas veces apócrifa, imprecisa o tendenciosa, que confunde e incentiva el miedo entre la población.

En ese sentido, en una entrevista publicada en la revista médica The Lancet, Sylbie Briand, directora del área de Manejo de Riesgos Infecciosos de la OMS, señaló que siempre han existido rumores y desinformación alrededor de cualquier brote epidémico, pero lo que hace diferente a esta pandemia es la velocidad, alcance y amplificación que logran esos rumores y noticias falsas con las redes sociales.

El reto es mayúsculo, puesto que concentrar la atención de la población en un mensaje homogéneo, como antes solía lograrse con la televisión o los periódicos de circulación nacional, hoy es prácticamente imposible. Antes de haber escuchado la conferencia de prensa de los expertos en salud o de sus gobernantes, muchas personas ya habrán leído alguna cadena falsa de WhatsApp que alerta a la población a hacer compras de pánico o alguna teoría de la conspiración en Facebook que culpa a los gobiernos de China o Estados Unidos de haber creado la pandemia. Más tarde, abrimos un video en YouTube y un supuesto experto nos dice que el virus no sobrevive a altas temperaturas, cuando ya se ha demostrado lo contrario. Otro hilo de Twitter señala que hay que tomar antibióticos y tés calientes para acabar con el virus, contradiciendo así a las autoridades sanitarias. Después, un irresponsable influencer se toma selfies con cubrebocas y llama a sus seguidores en Instagram a imitar su conducta, cuando los expertos han reiterado hasta el cansancio que el uso de mascarillas debe dejarse a personas que ya presentan algún síntoma de gripe o resfriado, para así evitar el desabasto.

De esta manera, el desbordamiento de información ha hecho muy difícil saber qué es cierto y qué no en torno a esta crisis.

Por ello, la OMS lanzó una gran iniciativa por medio de una cuenta de WhatsApp en la que cualquier persona puede consultar fácilmente información verídica relacionada con el COVID-19. Con solo teclear unos números, se obtienen los últimos datos de la pandemia, noticias y consejos sobre cómo protegernos. También ha coordinado una estrategia con las redes sociales y otros sitios web para evitar la proliferación de noticias falsas. Esto ha logrado, por ejemplo, que los primeros resultados de las búsquedas de Google sean de la OMS u otros centros de investigación confiables.

No obstante, no toda la responsabilidad puede estar de lado del gobierno y las plataformas digitales. También es importante que los ciudadanos seamos mucho más conscientes de la información que compartimos y verifiquemos la fuente antes de hacerla llegar a nuestros amigos y seres queridos. No podemos tomar como cierto cualquier video que vemos en YouTube ni toda noticia que leemos en Facebook, Twitter, Instagram o que nos llega por WhatsApp, sin antes habernos asegurado quiénes están detrás de su contenido.

Es verdad que las redes sociales tienen aspectos sumamente positivos y pueden detonar la viralización de información en torno a buenas causas. Sin embargo, en lo que respecta estrictamente a la emergencia sanitaria del COVID-19, lo mejor es únicamente compartir información de canales oficiales. Por lo demás, nos tocará a todos atender de la mejor manera esta primera infodemia de nuestros tiempos.

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