Hace poco terminé de leer el libro Good Economics for Hard Times (Buena economía para tiempos difíciles), escrito por Abhijit V. Banerjee y Esther Duflo, profesores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) que fueron galardonados el año pasado con el Premio Nobel de Economía y que han destacado por sus investigaciones y programas para disminuir la pobreza.
El libro ha generado gran aceptación en la comunidad académica, e incluso personalidades como Bill Gates lo han recomendado por abordar temas complejos de forma accesible para el público. El invierno pasado, además, tuve la oportunidad de asistir a la presentación del libro en la sede del Banco Mundial en Washington, D.C. En ella, los autores fueron críticos con la forma en la que se abordan diferentes problemas sociales. Por ejemplo, ambos sostienen que los economistas deberían abandonar dogmas sobre la imposibilidad de cuestionar el sistema económico actual y empezar a utilizar modelos distintos para medir y combatir la pobreza.
Este último aspecto fue abordado por Esther Duflo durante su discurso de recepción del Premio Nobel, en el que señaló que “es posible lograr un progreso significativo contra la pobreza si nos enfocamos en preguntas bien definidas y somos tan rigurosos como sea posible al responder esas preguntas en el mundo real”. El comentario es pertinente, puesto que, a pesar de siglos de avance, actualmente alrededor de 734 millones de personas en el mundo, es decir 10 por ciento de la población global, viven con menos de dos dólares al día, lo que las coloca en una situación de pobreza extrema.
El libro viene a bien, además, en estos momentos de incertidumbre en los que todas las naciones del mundo se debaten minuto a minuto cómo combatir los efectos devastadores del COVID-19 y, sobre todo, cómo lograrán reactivar sus economías. Asimismo, la pandemia se ha convertido en un juego de cifras, datos, diagnósticos y mensajes contradictorios de líderes políticos que solo han contribuido a un ambiente de angustia entre la población. Ante esta realidad, leer a Banerjee y Duflo nos permite tener un panorama distinto y, sobre todo, conocer alternativas para superar la crisis económica.
Si bien es cierto que el libro fue escrito antes de que iniciara el brote de COVID-19, gran parte de sus planteamientos podría aplicarse a lo que está sucediendo. Por ejemplo, los autores abordan la importancia y beneficios de los programas de transferencia directa, siempre y cuando se utilicen con una metodología específica que permita monitorear la situación en la que viven las personas en pobreza extrema y efectivamente se atiendan las zonas de más alta marginación.
Banerjee y Duflo han continuado esta discusión en diferentes medios de comunicación. Recientemente, publicaron un artículo en el diario británico The Guardian en el que retoman su libro y exponen una serie de ideas para enfrentar la pandemia, entre ellas,
que los gobiernos utilicen la temporada de distanciamiento social para identificar zonas prioritarias y frenar el impacto económico en ellas y, al mismo tiempo, evitar que crezcan los contagios entre sus habitantes.
Para poner en contexto esta necesidad, los autores manifiestan que 15 millones de niños mueren cada día por enfermedades que podrían ser prevenibles pero que se complican por falta de recursos económicos. Es posible que este grave problema incremente al multiplicarse el número de personas en situación pobreza. Por ello, el apoyo financiero a grupos vulnerables no puede ser esporádico, sino que debe estar técnicamente planeado y permanecer tanto tiempo como sea necesario para que se recuperen. En resumen, para los ganadores del Nobel gastar en lo importante y tener estrategias a largo plazo aun después de que acaben las medidas de distanciamiento social podría ser la respuesta para que los países en desarrollo no enfrenten una crisis peor.
Good Economics for Hard Times fue una lectura sumamente didáctica, con explicaciones claras y argumentos sólidos. Sin duda, una buena recomendación para leer durante este periodo en el que debemos quedarnos en casa. Al final me quedo con este fragmento del libro: “cuestionar las evidencias, ser pacientes con lo complejo y honestos sobre lo que sabemos y no sabemos”.