Abraham González es una figura clave para entender la Revolución Mexicana. Cuando Francisco I. Madero fundó el Partido Antirreeleccionista en oposición a Porfirio Díaz, González lideraba este movimiento en su natal estado de Chihuahua. La idea inicial era postular a Madero para la presidencia, sin embargo, con el estallido de la Revolución y la proclamación del Plan de San Luis, que desconocía la reelección de Díaz, los planes de González cambiaron, y no tuvo más remedio que dejar el mundo de los negocios para tomar las armas.
Durante los primeros años de la Revolución, Abraham González desempeñó un papel fundamental y se convirtió en un colaborador cercano de Madero. Además, fue responsable de reclutar a Francisco Villa para sumarse a la causa revolucionaria. Tras la caída del régimen porfirista y durante la presidencia de Madero, González ocupó brevemente el cargo de Secretario de Gobernación. Dejó este puesto en el gobierno federal para volver como gobernador de Chihuahua, ya que el congreso local no aprobó la extensión de su licencia, pues había sido electo gobernador el mismo año. Con el golpe militar encabezado por Victoriano Huerta, Madero fue asesinado y González corrió la misma suerte, tras ser aprehendido en 1913. Así terminó la vida de un héroe de la historia de México, a los 48 años.
A pesar de la importancia de este personaje en la historia de México y de su prominente rol como empresario, periodista y político, se sabe poco sobre su infancia y juventud. Creció en una acaudalada familia del municipio de Guerrero, ubicado al oeste de Chihuahua. Sus padres, preocupados por su educación, le buscaron las mejores oportunidades, por lo que fue enviado primero a la Ciudad de México para estudiar en la Escuela Nacional Preparatoria y, más tarde, a la Universidad de Notre Dame, en el estado de Indiana, Estados Unidos.
En 1989, el historiador americano Richard H. Thompson escribió un artículo que relataba la estancia de Abraham González en esta universidad. Sin embargo, ni en este artículo ni en otras biografías sobre González, como las de William H. Beezley o Francisco R. Almada, queda claro cuánto tiempo pasó en Notre Dame ni el tipo de educación que recibió. Una de las preguntas más importantes sería qué motivó a su familia a enviarlo a una universidad en una zona remota de los Estados Unidos. De hecho, algunos historiadores como Almada erróneamente mencionan que estudió en la Universidad de Indiana, cuando en realidad fue en Notre Dame, ubicada en el mismo estado, pero en la ciudad de South Bend.
Después de consultar los archivos de Notre Dame, he podido confirmar que Abraham González estudió en esta universidad entre 1883 y 1885. Llegó a Indiana a los 19 años para estudiar principalmente comercio, acompañado por su padre, quien lo ayudó a registrarse. Al parecer, solo cursó algunas materias, ya que el sistema educativo de entonces permitía a los estudiantes completar una serie de cursos y obtener un certificado sin necesariamente finalizar un grado académico formal como lo conocemos hoy. Entre los registros encontrados, destacan reconocimientos a González por su alto desempeño en cursos cuantitativos y de lenguaje.
Es probable que los padres de Abraham González eligieran Notre Dame por ser una de las pocas universidades católicas de excelencia en Estados Unidos, en una época en que las principales instituciones educativas eran protestantes. Además, Notre Dame realizó grandes esfuerzos en la segunda mitad del siglo XIX para atraer estudiantes mexicanos. La universidad incluso contrató los servicios de una compañía ferroviaria para ofrecer transporte a estudiantes desde el norte de Chihuahua hasta Indiana, en un tren conocido como el “Zahm Special”, también se publicaron boletines en español para promover Notre Dame.
El hecho de que González realizara parte de su formación académica en Estados Unidos refleja sus ambiciones intelectuales y el deseo de sus padres de proporcionarle la mejor educación posible. Sin duda, esta experiencia debió influir en sus posteriores roles como político, empresario y activista. Su legado permanece en la Rotonda de los Chihuahuenses Ilustres, como el de un mártir cuya corta vida se compensa con el duradero e inacabado impacto de la Revolución Mexicana en nuestro país.
*Créditos de las fotografías: Notre Dame Archives.
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