1. Razones. Las muchachas, las activistas organizadas, han puesto sobre sus hombros la compleja tarea de desmontar todo aquello que oprime a las mujeres, en el caso específico, las estructuras de poder concretadas en los reglamentos, manuales universitarios y prácticas sociales dominantes convencionalmente aceptadas: “La violencia de género que existe en nuestra universidad nos ha obligado a tomar este último recurso que son los paros indefinidos”, señalaban en comunicado reciente. Es su momento: han visibilizado que la violencia en la universidad, generalicemos al conjunto de instituciones, es un hecho ordinario, tolerado y que genera, como planteaba Marco Antonio Leyva, para otros casos, consenso cómplice.

Como minoría compacta, por la fuerza de los argumentos y la visibilización de los casos, ha generado apoyos en los destacamentos de las y los trabajadores académicos y administrativos. También ha impactado a las autoridades universitarias, con los tiempos, destiempos y estilos de cualquier instancia social.

Y no es para menos. Revisemos nuestras historias personales. Comentaba con una compañera profesora que en mi familia todas las mujeres de mi círculo concéntrico inmediato fueron agredidas y violentadas en diferentes momentos, todas; mis hermanas, mi mamá, las sobrinas, mi mujer. Todas sufrieron violencia física y simbólica, fueron violentadas, sin adjetivos.

Esto deja lecciones en el plano cultural. Como decía José Joaquín Blanco en Función de medianoche, los ruidos, en especial al oscurecer, son percibidos de manera diferente por hombres y mujeres. Los primeros, si van en la calle y escuchan pasos acelerados detrás, lo primero que piensan es que pueden ser víctimas de un asalto. Las mujeres, sin distinción, por ser un hecho general, piensan en que pueden ser víctimas de una agresión sexual.

Por ello tan pertinente el relato de violencia que plantea Isa Penna (diputada brasileña, 2022), porque la violencia hacia las mujeres no conoce fronteras: “Si vos, como yo, tomaste el transporte público toda tu vida, ya fuiste víctima de acoso. Si vos, como yo, tenías que dar la ansiada caminata entre la parada del autobús y tu casa y viceversa, fuiste víctima de acoso. Si vos, como yo, vivís en el ‘planeta trabajo’ y dependés de tu salario, sabés cuánto está presente, en sus múltiples matices, la cultura de la violación y, por lo tanto, el acoso. Incluso si sos parte de la élite, es posible que seas víctima de acoso por parte de tu familia, por ejemplo, al estar en desventaja debido a la fuerza del dinero o el machismo de algunos hombres con mucho poder” (Siempre fue sobre nosotras: relatos de la violencia política de género en Brasil, CLACSO). Los carteles que estaban en la UAM Xochimilco, hasta su cierre, eran elocuentes en ese sentido.

Hemos naturalizado muchas de estas miserias. Dominar el cuerpo de las mujeres está presente en las guerras, los centros laborales y en las escuelas; esto último lo estamos aprendiendo en el curso intenso del paro estudiantil. Frente a ello, las muchachas de la UAM dijeron ¡Basta! Se trata de gritos incómodos, desesperados. De giros en el uso del lenguaje que taladran, seguramente es la intención, aunque vale señalar que la descalificación aparta. La construcción del diálogo, de escucharnos sin arbitrariedad cultural ni argumentos de autoridad, debe imperar, sin soslayar que la base material del conflicto se sustenta en la cultura patriarcal. El

rector general planteó algo que merece ser escuchado: “aprovechar esta ocasión para transformar la UAM”. No es algo menor, al ser un reconocimiento y un compromiso.

2. Disputas. La comunidad está fragmentada en el qué hacer. Una parte de la comunidad estudiantil comparte el ideario que exponen las paristas, pero no se traduce en acciones prácticas y en fomento de la participación estudiantil para reflexionar en el curso de la Universidad. Otro grupo de docentes subrayan la necesidad de “elevar el nivel de discusión”, de evitar “gritos y adjetivos ofensivos hacia cualquier universitari@”. En los distintos pronunciamientos, en algunos destaca el relieve de la forma, en otros se subraya que lo sustantivo es encarar la violencia en todas sus formas. Esto ha tenido como correlato la circulación de muchos pronunciamientos, algunos con más firmas que otros, en otros sin firmas que visibilicen la autoría. En todos los casos, lo que demuestra es mucha preocupación, y también diferencias en los abordajes.

Parte de las broncas es por la incertidumbre. En el noticiario vespertino de Radio Educación, al preguntarle la periodista a una de las paristas, sobre la mantención del paro o su posible levantamiento, señaló escuetamente la parista: “Las unidades van a seguir en paro” (se cumplen tres semanas de paro).Vale señalar que los mecanismos para mantener esta decisión no involucran, de manera sustantiva, a la comunidad estudiantil, como parte del proceso de desradicalización ideológica y la pérdida de militancia, que forma parte de la ofensiva neoconservadora desde hace varias décadas.

Tenemos un déficit en la participación colectiva y la toma de decisiones. No se entienda como un llamado a tomar las instalaciones -como entre líneas en algunos casos se sugiere-, pero en la realidad esto empieza a acontecer. En este escenario avanza el riesgo del desencadenamiento de la violencia; no es un problema latente, sino presente: “La comunidad estudiantil parista de UAM-C desconoce al grupo Comité de Representantes Estudiantiles (CRE) quien acaba de tomar las instalaciones de la UAM-I, luego de que las alumnas y alumnes de Consejo Provisional de Paro (CPP) decidieron retirarse de la unidad por las constantes agresiones del CRE. En la transmisión en vivo declara este grupo de estudiantes no reconocer el pliego petitorio que legitimó la rectora de UAM Iztapalapa Dra. Verónica Medina Bañuelos, así como la contrapropuesta entregada en Lerma”. Múltiples sentidos, determinaciones, confusión.

Si algo se había avanzado, al no tener claridad de las propuestas y del planteo estratégico del CRE, se retroceden varios pasos, a la par de que se siembra un escenario en el que la violencia física nos acompaña. Por eso, es más que urgente la respuesta institucional y la atención mesurada de la comunidad estudiantil activa a las respuestas institucionales. Hasta ahora hay resultados positivos de la lucha estudiantil; está en curso -y aquí se encuentran argumentos de las/los estudiantes y de las autoridades- una agenda con los tiempos de lo posible. Es una construcción que, dudas aparte, fortalecerá a nuestra institución. Hay mucho en juego.

(Profesor de la UAM)

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