Pensemos un mundo feliz, en el que se produzcan seres humanos en serie, en un centro de incubación. Imaginemos que en este centro se cuenta con las capacidades para la programación genética diferenciada; de acuerdo al moldeo genético se erigen estratos sociales de adscripción, es decir, que esos estratos sociales estén determinados para hacer actividades específicas, sin capacidades para mirar más allá (olvidemos la posibilidad de la rebelión). Allí, sin enfermedades ni dolor, eso sí mediadas las personas por el consumo de la soma, conviven sin mezclarse los Alfa, con los Beta, los Gamma, aparecen los Delta y los Epsilon Estos estratos se diferencian por colores e inteligencias. Efectivamente, estamos haciendo referencia a la distopía Un mundo feliz (A. Huxley).
No hay duda que la condición histórica en que vive Huxley es el soporte material de influencia en los trazos y metáforas de su famoso texto. Tampoco hay duda de que podríamos establecer analogías del diseño de Huxley con la sociedad actual: por ejemplo, quitemos soma y metamos el combo, como planteábamos en una colaboración anterior, de industria farmacéutica, bebidas alcohólicas, plataformas televisivas.
Nuevamente metámonos en la novela. En ella, el personaje Henry Foster (cualquier parecido con la imagen del ingeniero H. Ford y la banda transportadora y la cadena de montaje no es mera coincidencia) es el responsable del Centro de Incubación y Condicionamiento de la Central de Londres, con la tarea de incrementar la cantidad de embriones que respectivamente cada ovario puede producir.
¿Por qué las alusiones a Huxley y ese mundo (in) feliz? La antropóloga María Eugenia Olavarría Patiño presentó una ponencia en el XX Congreso del CIAO, realizado en Cartagena de Indias, Colombia, titulada ¿Don de vida o mercancía? Reflexiones sobre el trabajo reproductivo y el mercado de gametos y de gestación subrogada en México.
Fue una exposición sugerente y enriquecedora, a tono con el relieve y tratamiento del tema. Como trabajo académico de frontera, su contribución genera múltiples interrogantes. En el vientre subrogado se acumula trabajo humano, tiempo de gestación, nutrición, cuidados personales, atención médica sistemática, y por supuesto los gastos referidos al trabajo de parto. ¿Don de vida? “Menos tu vientre todo es oscuro, menos tu vientre claro y profundo” (Miguel Hernández). ¿Mercancía? Es esto último, que es lo que nos mueve y nos conmueve, siguiendo la veta de A. Kraus (Tecnología, El Universal, 09/10/2022): “¿Es, será, la tecnología uno de nuestros frankensteins? ¿La “Ciencia y tecnología al servicio del ser humano, o el ser humano al servicio de la ciencia y de la tecnología”?, reconociendo, lapidariamente, como señala Kraus, que “le importa un bledo la esencia del ser humano”. En los casos de vientres subrogados, ¿importa la esencia del ser humano? ¿Opera el planteo de Marx?: “La mercancía es, en primer término, un objeto externo, una cosa apta para satisfacer necesidades humanas, de cualquier clase que ellas sean. El carácter de estas necesidades, el que broten por ejemplo del estómago o de la fantasía, no interesa en lo más mínimo para estos efectos”.
Respecto a todo el proceso, se trata del “tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción”, es decir, de 9 meses, con todo el acompañamiento médico. ¿Qué tipo de parto domina en esta práctica: el programado, la cesárea, o el parto natural? En el momento del parto, feliz para J. Gelman que no podía dejar sola a su madre en ese trance, ¿cuál será la trama dominante y el desenlace? ¿Afecto, cómo se colará la subjetividad? ¿La madre biológica (el vientre subrogado) acercará la teta al recién nacido para darle calostro? Porque puede pasar lo señalado por E. Sullerot (Historia y sociología del trabajo femenino, 1988): “Las mujeres de la nobleza y de la burguesía no crían a sus hijos. Desde su nacimiento, son confiados a un ama de leche. Rousseau tratará de despertar en las mujeres el deseo de amamantar personalmente a sus hijos”, con poco éxito por cierto.
Si la mercancía tiene un valor de uso y un valor de cambio, y se ve al vientre subrogado como negocio, la mercantilización del cuerpo en una de sus facetas, no solamente brilla el ingenio científico-tecnológico, sino también la avidez. ¿Se hace abstracción del sujeto, por ejemplo de la mujer que subroga su vientre? ¿No se colará una idea de lo estético? ¿La selección del vientre se constituye en “soporte material del valor de cambio”? (Marx). Huxley aludía a los diferentes productos, ¿no estará presente algo así de manera subrepticia? ¿Cuánta sustancia creadora de valor se concentra en el recién nacido?, colándose la subjetividad en el proceso. En éste, ¿puede hacer su presencia la violencia ginecológica?
Sullerot ubica a las nodrizas como trabajadoras; las mujeres que alquilan su vientre, que lo subrogan, ¿son trabajadoras; qué ganan, y cuánto –en Argentina se habla de diez mil dólares-, con esto? ¿Los grupos sociales más desfavorecidos tienen acceso a esto, en qué papel, como contratistas de un vientre subrogado o como parte de las que subrogan sus vientres? No soslayemos que “Como creador de valores de uso, es decir como trabajo útil, el trabajo es, por tanto, condición de vida del hombre, y condición independiente de todas las formas de sociedad, una necesidad perenne y natural sin la que no se concebiría el intercambio orgánico entre el hombre y la naturaleza ni, por consiguiente, la vida humana”.
Se trata de una cantidad concreta de trabajo humano en la sociedad capitalista. La subrogación de vientres alude a una necesidad presente, a demandas concretas. ¿En qué momento surge esta necesidad, si es posible decirlo, socialmente aceptada, aparte de que en qué momento están las condiciones tecnológicas y éticas para consumar esto?
Como categoría de la economía del capital, la subrogación de vientres (la venta del cuerpo, en crudo), ¿“Son formas mentales aceptadas por la sociedad, y por tanto objetivas, en que se expresan las condiciones de producción de este régimen social de producción históricamente dado que es la producción de mercancías”? Muchas preguntas y dilemas.
Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, Qatar 2022 y muchas opciones más.