1. “Carne de yugo ha nacido, más humillado que bello. Con el cuello perseguido por el yugo para el cuello […] Cada nuevo día es más raíz, menos criatura, que escucha bajo sus pies la voz de la sepultura […] Lo veo arar los rastrojos, Y devorar un mendrugo, Y declarar con los ojos que por qué es carne de yugo”. Fragmentos de El niño yuntero, de Miguel Hernández, gran poeta español, cuestionando el trabajo infantil, la violencia hacia la población infantil.

2. “Si hay niños como Luchín, que comen tierra y gusanos, abramos todas las jaulas, pa' que vuelen como pájaros, con la pelota de trapo, con el gato y con el perro, y también con el caballo”. Fragmento de una canción de Víctor Jara (Luchín) -compositor chileno asesinado en la dictadura de Pinochet- que ilustra la pobreza rural en el abecedario latinoamericano.

3. Hay otros niños o niñas. Momo (Michael Ende) es un ejemplo extraordinario. Momo (¿niña o niño?, ¿qué edad?) enfrenta a los “hombres grises”, al consumo desmedido, al no tiempo para el otro, prestando la oreja a quien le necesita. Ya encarrerados con Ende, está el niño Bastián Baltasar (cualquiera de nosotros), el de Historia sin fin que interviene el libro que lee, lo rehace. Yo viajé con él sobre Ártax, el caballo.

4. El principito (Antoine de Saint-Exupéry) es otro caso, emocionante, con “lo esencial es invisible a los ojos”. Y tantos detalles. Me detengo en la dedicatoria que sigue conmoviendo a este mayor de edad: “Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una muy seria disculpa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra disculpa: Esta persona mayor es capaz de comprender todo, hasta los libros para niños […] Todas las personas mayores han comenzado por ser niños (aunque pocas lo recuerden).  Corrijo, entonces, mi dedicatoria: A León Werth cuando era niño”. ¡Qué amigo!

5. Oliver Twist de Charles Dickens. De jovencito, la lectura que más me movió y conmovió. Un niño, huérfano, enredado en una sociedad que se estaba industrializando. De nuevo aparece el trabajo infantil, los adultos abusivos, la individualización y la explotación de los “dedos finos” y en mucho, el sometimiento de los niños para cometer delitos. De manera frecuente aparece el llanto en el texto, producto de lo que va decantando Dickens a lo largo de las páginas

6. Oswaldo Escobar Velado, poeta salvadoreño, al referirse a un niño y lo que se le podría regalar. Recordemos parte de su trabajo: “Te regalo una paz iluminada. Un racimo de paz y de gorriones. Una Holanda de mieses aromada. Y Californias de melocotones […] Y en tu sueño que tiembla estremecido hoy te dejo la paz sobre tu mundo de niño, por la muerte sorprendido”

7. Historias tristes o felices de niñas y niños, de dolor. Pero el dolor de los niños de Gaza no tiene medida, es inconmensurable. Mark Perlmutter, médico, cirujano ortopédico estadounidense, señala que en tres semanas ha experimentado en la   el mayor horror de su vida: "40 misiones en 30 años, la Zona Cero [en el 11-S], terremotos... Todo eso combinado, no llega a alcanzar el nivel de que he visto contra civiles en mi primera semana en Gaza". Remata, sin anestesia, de ser testigo de múltiples cuerpos de niñas y niños desmembrados, y de la muerte estrictamente programada: "Hemos extraído metralla tan grande como mi pulgar de niños de ocho años", asegurando que se trata de , rematando que los disparos eran tan precisos que ni siquiera podía llegar al corazón de los pequeños con su estetoscopio: "El mejor francotirador del mundo no dispara dos veces a un niño por error".

8. No hay errores, Gaza es un cementerio programado, diagramado meticulosamente para hacer daño no a Hamás, no solamente, a todo lo que huela y suene a palestino. Hamás cometió un crimen, sí, Netanyahu lo multiplica n veces con el argumento ridículo de que son acciones civilizatorias; pero lo real son sus manos ensangrentadas, para que el despojo que atraviesa la historia y los negocios permanezcan, “Para que triunfen las fuerzas de la civilización, Estados Unidos e Israel deben permanecer unidos". A los que le cuestionan por su negociado con la muerte los tacha de "Idiotas útiles", pues "Esto no es un choque de civilizaciones. Es un choque entre barbarie y civilización". “Civilización” que tira bombas a los espacios que concentran población civil; que en las miras telescópicas aparecen los pechos y cabezas de niñas y niños; niñas y niños sorprendidos por la muerte, lágrimas inútiles, invisibles a la mirada del gobierno de Israel (y Estados Unidos de América). El dolor es invisible a sus ojos, el dolor de esa población de corta edad que “escucha bajo sus pies la voz de la sepultura”.

No aplica la Declaración de los derechos del niño en Palestina, concretamente en Gaza. La población infantil palestina tiene hambre, sus viviendas están destruidas, sin servicios médicos, sin escuelas, destruidas las familias, en un territorio en el que priman la inseguridad y el despojo material.

¡ALTO AL GENOCIDIO DE LA CIVILIZACIÓN PALESTINA POR EL BÁRBARO GOBIERNO DE ISRAEL!

Profesor de la UAM

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