En 2016, Marta Morales publicaba un artículo, en el órgano de la Liga Internacional de Trabajadores, Cuarta Internacional (LIT-CI), con el título “Si es Bayer… ¿es bueno?” (https://litci.org/es/si-es-bayer-es-bueno/). Morales aludía a la gigantesca operación económica que significó la compra de Monsanto por Bayer. Nada de duelo de titanes, fusión de pesticidas y producción de semillas, todo bajo control de la corporación ensanchada. Con un mercado mundial entrenado para los ensayos de la ingeniería genética en escala planetaria (recordemos que Bayer desde los años treinta del siglo pasado, sin anestesia, compraba lotes de mujeres en Auschwitz, para experimentos - “https://www.radiojai.com/index.php/2020/01/30/40232/cuando-bayer-comprab..., una historia para no olvidar-), la apuesta de Bayer al adquirir Monsanto apunta al control de los alimentos en el mundo.

A Diego
 

Si esta operación económica sin límites de ganancia –que presionando, sobornando, amenazando y/o acordando con Estados, jueces, academias subordinadas- implica doblegar a campesinos (y sus saberes, prácticas productivas, relación con la naturaleza), y a trabajadores de la salud y científicos que presentan evidencia empírica de los efectos en la salud -del proceso de cómo enferman y matan- de cualquier lugar del planeta, no van a dudar en hacerlo. Lo han demostrado.

Como señala Morales, “el crecimiento de la población mundial hace necesario sí el uso de nuevas tecnologías de producción […] De lo que se trata es de que esas tecnologías sean controladas, ayuden de modo real y sin riesgos a paliar el hambre de las masas, y no de que sean desarrolladas solo en función de la ganancia de las empresas”. Sumemos a esto, con prudencia, lo apuntado por L. Villoro (2013), en su sugerente reflexión “¿Hacia una nueva figura del mundo?”, dado el nivel de afectación de la naturaleza: “Sólo el empleo sistemático de la técnica puede hacer revivir los parajes erosionados, sustituir los recursos naturales dilapidados, reparar los daños causados a la biosfera, suministrar fuentes de energía no contaminantes. El remedio contra la degradación de la naturaleza no se encuentra en un retroceso en la historia, sino en un paso hacia adelante”, lo que implica usos sociales de la ciencia y la tecnología distintos a los dominantes hasta ahora.

Retornemos a la fusión, y en un pequeño repertorio, a parte de los daños que han generado, ahora revisando los efectos del glifosato. La Red Universitaria de Ambiente y Salud, en su boletín del 10 mayo de 2022, apuntaba: “Los médicos de los pueblos fumigados verificaron que efectivamente la forma de enfermarse de estas poblaciones cambió de manera radical, así como la de morir. Los problemas reproductivos se multiplicaron: esterilidad, abortos espontáneos y malformaciones congénitas se convirtieron en cuadros muy frecuentes. Asma, trastornos del espectro autista, hipotiroidismo y cánceres de todo tipo son habituales […] Nuestros estudios epidemiológicos-ecológicos verificaron que el cáncer es tres veces más frecuente en estos contextos (International Journal of Clinical Medicine, 2017) y que la mortalidad por cáncer en los pueblos agrícolas es la primera causa de muerte, alcanzando en algunos años a explicar la mitad (50%) de todos los decesos, cuando, desde hace 40 años (salvo durante la pandemia de coronavirus) el cáncer explica sólo una quinta parte de ellos (20%)”. La misma Red alertaba, a principios de 2001, sobre la Toxicidad aguda letal en humanos de los plaguicidas agrícolas (generalmente los experimentos se hacen en ratas, sin considerar los efectos diversos en poblaciones humanas).

En resultados de investigación, divulgados por el periódico Página 12 (09/12/19), publicados en la revista científica Eliyon (editorial internacional Elsevier, de Reino Unido), sobre la "Primera evaluación de nuevos efectos sinérgicos potenciales del glifosato y mezcla de arsénico", Rafael Lajmanovich (del equipo científico que realizó la tarea), plantea, destaca el diario, que “luego de 30 años de agronegocio transgénico, no hay dudas del efecto devastador de los agrotóxicos. En particular del glifosato. Y tiene una hipótesis de por qué sectores de gobiernos aún minimizan las consecuencias: "Lo niegan porque es un problema económico-político muy difícil de resolver. No se trata de un problema científico, donde ya se confirmó sus efectos tóxicos".

Así como la presencia larga en años del DDT, "Los residuos de glifosato empiezan a encontrase a niveles alarmantes en el agua y sedimento de ríos y arroyos, en el aire, en la lluvia, hasta en las aguas subterráneas y en los abrevaderos donde toman agua las vacas de los tambos y en la orina de las personas adultas y niños. Entonces ya no caben dudas, estamos ante un verdadero problema ambiental de salud pública". En el trabajo de recolección de evidencia, en un período de seis meses minuciosamente se documentó “el efecto del glifosato con el arsénico (que se encuentra presente de forma natural en agua y suelos de Argentina -muchas de las zonas agrícolas-)”.

No olvidemos que en el escenario destaca la guerra hacia los productores rurales, la batalla por las patentes; recordando al inolvidable Rius, de que “la panza es primero”, la disputa por las panzas del mundo –carnívoras, vegetarianas, veganas, todas las inclusiones-, en un ejercicio de despojo de conocimientos ancestrales (la saga de la acumulación originaria del capital), y el control geopolítico de la producción de alimentos. Negocio como el planeta: redondo.

Todo esto viene a cuento porque la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País, publicó “el pasado viernes 15 de julio, un Comunicado expresando un enérgico extrañamiento respecto a la resolución del amparo 313/2021, del pasado martes 12 de julio de 2022, por el Juzgado Sexto de Distrito en Materia Administrativa de la Ciudad de México, a través de la cual concede la protección de la justicia federal a la empresa transnacional Monsanto, filial de Bayer, contra el Decreto presidencial del 31 de diciembre de 2020, que busca eliminar progresivamente el uso de glifosato hasta enero de 2024, así como revocar y abstenerse de otorgar permisos de liberación al ambiente de semillas de maíz genéticamente modificado, prohibiendo su siembra en México”.

Continúa el comunicado de la Campaña, de que “Dicha resolución parece haber sido concedida a modo y a favor de los intereses de Bayer-Monsanto, empresa que ha afectado la salud de millones de personas en el mundo”, a pesar de que al juez se le aportó un volumen considerable de información sobre los daños a la salud del glifosato.

Hasta aquí, parece tener razón Lajmanovich: "Lo niegan porque es un problema económico-político muy difícil de resolver. No se trata de un problema científico, donde ya se confirmó sus efectos tóxicos". para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.

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