A Hebe de Bonafini, in memoriam
En abril de 2005 se impulsaría desde la Cámara de Diputados, pero bajo el comando de Vicente Fox, la operación política del desafuero de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Un motivo administrativo, muy menor para la penalidad impuesta (la construcción de un camino alterno para dar acceso a un hospital privado, en el poniente de la ciudad), incluso sin fundamento jurídico, fue el centro del alegato, aunque vale recordar que había otro importante involucrado: el Jefe Diego Fernández de Cevallos, asesorando jurídicamente a un propietario del predio en cuestión. En una larga sesión, de casi 10 horas, 360 diputados (de 489 en total) decidieron, sí, se inclinaron a favor del desafuero, en la operación bisagra del Partido Acción Nacional y del Partido Revolucionario Institucional; 127 de los diputados se manifestaron en contra, agrupando los votos de representantes del Partido de la Revolución Democrática y del Partido del Trabajo, y dos abstenciones, una de ellas de Tatiana Clouthier (renunció al PAN en 2005 y fue secretaria de Economía en la administración de AMLO, hasta hace poco tiempo, octubre de 2022). Un hecho político en la historia reciente que pone sobre la escena que la ofensiva jurídica y política hacia López Obrador no es reciente, incluso hay antecedentes previos, que no vamos a referir aquí. ¿Alguien recuerda el nombre del promotor del desafuero? ¿Le quedará el saco a ese político en cuestión el poema de Benedetti?: “En una exacta foto del diario, señor ministro del imposible, vi en pleno gozo y en plena euforia y en plena risa su rostro simple: seré curioso señor ministro, ¿de qué se ríe, de qué se ríe?”.
Quizá en esta desmemoria encuentra mayor sentido lo planteado por AMLO en ese momento histórico: “Ustedes me van a juzgar, pero no olviden que todavía falta, que a ustedes y a mí, nos juzgue la historia. Viva la dignidad. Viva México”, señalaba en el juicio. Pero quizá lo central, motivo de una disputa que no cede, sistemática, “Tengo la certeza absoluta de que no se me juzga por violar la ley, sino por mi manera de pensar y actuar y de lo que pueda representar para otros mexicanos para el futuro de nuestra patria. Quienes mi difaman, calumnian y acusan son los que se creen amos y señores de México, son los que en verdad dominan y mandan en las cúpulas del PRI y del PAN, son los que manejan el truco de llamar populismo o paternalismo a lo poco que se destina en beneficio de las mayorías, pero nombran fomento o rescate a lo mucho que se entrega a las minorías rapaces, son ellos los que tienen mucho miedo a que el pueblo opte por un cambio verdadero”.
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En lo doméstico, pero también en el ámbito internacional, había coincidencias en que el desafuero era una mala decisión. Porfirio Muñoz Ledo y Alfonso Durazo se
apartaron tajantemente del gobierno de Fox, marcando su distancia frente a esa, como decíamos, desafortunada decisión.
Mucha gente marchó en contra del desafuero, una plaza llena de gente enojada. Por la circunstancia concreta, es difícil que se argumentara que se trataba de acarreados y/o ignorantes. No recuerdo explícitamente que se aludiera a comunistas ni indios pata rajadas, aunque seguramente hubo espacios sociales donde esto se pensó.
Después del proceso de desafuero vendría la campaña orquestada de que AMLO era “Un peligro para México”. 2006. El efecto Venezuela, todavía presente en la realidad política latinoamericana, dejaba su impronta. Cuidado con Chávez, con los ataques a la propiedad privada. Las dudas sobre los resultados electorales en 2006 forman parte de la historia reciente de México.
En la última marcha impulsada por AMLO y el Movimiento de Regeneración Nacional una franja de la población se pregunta: ¿para qué la marcha? Quizá se pueda contestar el interrogante con otra pregunta: ¿ha cesado la ofensiva contra AMLO? Faltan dos años para que concluya el gobierno actual, pero ha tenido que marcar la cancha para poder gobernar frente a las acciones del Frente Nacional Anti AMLO (FRENAAA), Mexicanos contra la corrupción, Va por México y otras organizaciones que están articuladas por el odio hacia el proyecto de AMLO.
Sin la misma proporción, sin alterar de manera sustantiva la gobernabilidad, en Perú el gobierno de Pedro Castillo vive en lo ordinario la presión del fujimorismo. En un lapso de 16 meses se han presentado tres mociones de destitución. Esta última iniciativa –basada en la existencia de una supuesta organización corrupta, desde el ejecutivo- se aprobó en el Congreso, dominado por la derecha que sin ningún espíritu democrático ha alterado las normas de convivencia política. 109 legisladores participaron en la sesión, 73 votaron por la aprobación de la moción de destitución, 32 manifestaron su negativa y se presentaron 6 abstenciones. El resultado de esto se dará a conocer el 7 de diciembre, en unos días.
El caso más grave en nuestra América es el de Cristina Fernández de Kirchner, vicepresidenta de Argentina. En un juicio por la obra pública, en la que realmente destacó la defensa jurídica de la vicepresidenta las debilidades y fallas técnicas en lo jurídico y en los argumentos ligados a la ingeniería y estudio de suelos de los fiscales, el resultado puede ser la inhabilitación política y/o la prisión –incluso se habla, como si fuera una concesión, de que sea domiciliaria-. En la última exposición de Fernández de Kirchner, la vicepresidenta señaló que la sentencia ya está escrita, que más que una acción jurídica parecía encarar un pelotón de fusilamiento. De buena fe creo que si se sigue atentamente el proceso jurídico que vivió, se puede coincidir con que hay, ahora lo contrario, muy mala fe de los fiscales al armar un caso débil en lo jurídico, fuerte en lo mediático. Antes de su alocución, mucho antes, pero asociado al clima de ataque sistemático al que ha sido sometida, la vicepresidenta señaló, en un tono similar al enunciado por AMLO: “A mí me absolvió la historia. Y a ustedes seguramente los va a condenar la historia”.
El 6 de diciembre se emitirá la sentencia, un día antes de lo de Castillo (¿coincidencia o los calendarios de la derecha continental?). El juez Juan Ramos Padilla, que para construir el escenario es etiquetado por la derecha como juez kirchnerista, ha convocado a una marcha el mismo día que se dicte la sentencia para protestar por las acciones de una justicia parcial y activa en complicidad con los medios hegemónicos. La marcha como una acción de defensa, como una acción política.
Los obsequios de la derecha en este diciembre caliente para los gobiernos populares. Algunos se preguntarán, ¿por qué marchamos?
apartaron tajantemente del gobierno de Fox, marcando su distancia frente a esa, como decíamos, desafortunada decisión.
Mucha gente marchó en contra del desafuero, una plaza llena de gente enojada. Por la circunstancia concreta, es difícil que se argumentara que se trataba de acarreados y/o ignorantes. No recuerdo explícitamente que se aludiera a comunistas ni indios pata rajadas, aunque seguramente hubo espacios sociales donde esto se pensó.
Después del proceso de desafuero vendría la campaña orquestada de que AMLO era “Un peligro para México”. 2006. El efecto Venezuela, todavía presente en la realidad política latinoamericana, dejaba su impronta. Cuidado con Chávez, con los ataques a la propiedad privada. Las dudas sobre los resultados electorales en 2006 forman parte de la historia reciente de México.
En la última marcha impulsada por AMLO y el Movimiento de Regeneración Nacional una franja de la población se pregunta: ¿para qué la marcha? Quizá se pueda contestar el interrogante con otra pregunta: ¿ha cesado la ofensiva contra AMLO? Faltan dos años para que concluya el gobierno actual, pero ha tenido que marcar la cancha para poder gobernar frente a las acciones del Frente Nacional Anti AMLO (FRENAAA), Mexicanos contra la corrupción, Va por México y otras organizaciones que están articuladas por el odio hacia el proyecto de AMLO.
Sin la misma proporción, sin alterar de manera sustantiva la gobernabilidad, en Perú el gobierno de Pedro Castillo vive en lo ordinario la presión del fujimorismo. En un lapso de 16 meses se han presentado tres mociones de destitución. Esta última iniciativa –basada en la existencia de una supuesta organización corrupta, desde el ejecutivo- se aprobó en el Congreso, dominado por la derecha que sin ningún espíritu democrático ha alterado las normas de convivencia política. 109 legisladores participaron en la sesión, 73 votaron por la aprobación de la moción de destitución, 32 manifestaron su negativa y se presentaron 6 abstenciones. El resultado de esto se dará a conocer el 7 de diciembre, en unos días.
El caso más grave en nuestra América es el de Cristina Fernández de Kirchner, vicepresidenta de Argentina. En un juicio por la obra pública, en la que realmente destacó la defensa jurídica de la vicepresidenta las debilidades y fallas técnicas en lo jurídico y en los argumentos ligados a la ingeniería y estudio de suelos de los fiscales, el resultado puede ser la inhabilitación política y/o la prisión –incluso se habla, como si fuera una concesión, de que sea domiciliaria-. En la última exposición de Fernández de Kirchner, la vicepresidenta señaló que la sentencia ya está escrita, que más que una acción jurídica parecía encarar un pelotón de fusilamiento. De buena fe creo que si se sigue atentamente el proceso jurídico que vivió, se puede coincidir con que hay, ahora lo contrario, muy mala fe de los fiscales al armar un caso débil en lo jurídico, fuerte en lo mediático. Antes de su alocución, mucho antes, pero asociado al clima de ataque sistemático al que ha sido sometida, la vicepresidenta señaló, en un tono similar al enunciado por AMLO: “A mí me absolvió la historia. Y a ustedes seguramente los va a condenar la historia”.
El 6 de diciembre se emitirá la sentencia, un día antes de lo de Castillo (¿coincidencia o los calendarios de la derecha continental?). El juez Juan Ramos Padilla, que para construir el escenario es etiquetado por la derecha como juez kirchnerista, ha convocado a una marcha el mismo día que se dicte la sentencia para protestar por las acciones de una justicia parcial y activa en complicidad con los medios hegemónicos. La marcha como una acción de defensa, como una acción política.
Los obsequios de la derecha en este diciembre caliente para los gobiernos populares. Algunos se preguntarán, ¿por qué marchamos?