La UAM, universidad pública. En ella coexisten múltiples sentidos y determinaciones. Espacio de crítica y de encuentro. El Situam materializa en parte la condición de diversidad de la UAM, por lo que no es un bloque monolítico. De allí la existencia de distintas corrientes y grupos sindicales, identificados en intereses, experiencias, tradiciones de lucha. Bajo este supuesto de la diversidad hago una aproximación a ideas planteadas por Salvador Ferrer, compañero del sindicato y del mismo departamento académico. Ferrer, en reciente colaboración en este diario (¿Qué está pasando en el Situam?, 24/08/2022), planteaba: “la última huelga de 93 días realizada de febrero a mayo de 2019, con la cual se detuvieron las violaciones al CCT, se defendió la materia de trabajo y se pidió un aumento salarial para los trabajadores administrativos y académicos. Vale la pena mencionar que con este movimiento hubo una reactivación de la organización y participación de los trabajadores. En ese momento, el sindicato estaba representado por el Comité Ejecutivo (CE) encabezado por el Secretario General (SG), Jorge Dorantes, que fue electo para el periodo 2018-2020”.

Sobre este párrafo en particular, frente a esta visión idílica y de epopeya (los 93 días que estremecieron la Universidad o la rebelión en la granja sindical, para relajarnos), hay otra lectura: el ofrecimiento económico no se movió un ápice: 3.35% aumento, retabulación 3% para administrativos y académicos de medio tiempo y tiempo parcial. Se dejó fuera a los académicos de tiempo completo. Es decir, lo que se planteó por las autoridades universitarias en febrero de 2019 fue consistente con lo que se alcanzó en mayo del mismo año, pero después de una huelga larga (93 días, ni más ni menos). Lo que argumenta S. Ferrer se discutió en una reunión académica del Departamento en 2019, donde asistió como ponente el colega de la UNAM Imanol Ordorika. En esa ocasión, con la huelga recientemente levantada, Ferrer comentaba los logros del Situam como una victoria, posición que criticamos varios de los participantes.

Reafirmo esa posición: las violaciones al contrato colectivo de trabajo (CCT) permanecen, como correlato de un CE sin rumbo y de una comisión negociadora que en su núcleo dominante decía privilegiar la negociación salarial, planteando como importante, pero resultó secundaria la discusión de las violaciones al CCT. Asimismo, de la retabulación salarial –como vía alterna, en su origen propuesta sindical- que en algún momento manifestó disposición a negociar la propia Rectoría, al cesto. ¡Tres meses de huelga, sin romper no digamos el tope salarial, no, el ofrecimiento inicial de las autoridades!, y que tuvo como resultado la oferta de levantar la huelga planteando el pago del 100% de salarios caídos– a diferencia de la huelga del 2008, que se levantó con el 50% de salarios caídos-. Fue más la acción de las autoridades universitarias para abrir la Universidad, no el producto de la fuerza sindical -aunque vale señalar que una parte de la Comisión negociadora del sindicato propició que se vislumbrara esta vía- (muy necesaria, por cierto, por la sangría económica del conjunto de trabajadores). En este contexto, ¿se detuvieron las violaciones al CCT? No; ¿Se defendió la materia de trabajo? Con pocos resultados; ¿se pidió un aumento salarial para los trabajadores administrativos y académicos? Sí, en el pliego petitorio se planteaban las demandas de 20% en aumento salarial y 20% en retabulaciones, pero no se rompió el tope salarial: se alcanzó el 3.35% en aumento salarial, y el 3% en retabulación, excluyendo a los académicos de tiempo completo, es decir, lo que se planteó desde antes de comenzar la huelga. En lo que se denomina “mejora salarial”, en el transcurso de la huelga lo que se planteó fue inferior a lo que las autoridades de la UAM habían ofrecido antes de la huelga. El eterno retorno de febrero a mayo. En fin, no hay razones para festejar la huelga y sus alcances.

Esta ruptura de la bilateralidad, impulsada por autoridades que se mueven por los criterios ceñidos desde el gobierno y no necesariamente por las necesidades de las y los trabajadores universitarios, se aprecia en la revisión del alcance sindical en las negociaciones salariales. Desde 2012, 3.80%; 2013, 3.90%; 2014, 3.50%; 2015, 3.40%, 2016, 3.15% más 1% de ajuste a administrativos; 2017, 4.88%, de nuevo con diferencias entre académicos y administrativos, lo que se repite en 2018, con un 5.14% general (3.4% de aumento salarial, más 1.7% prestaciones, 3.38% retabulación de personal de base), con más beneficios para administrativos. En todos los casos, las demandas de incremento salarial estuvieron muy por encima de lo recibido. Para 2019, la demanda de incremento salarial era de 20%.

La comisión negociadora del sindicato, en la experiencia histórica, materializa en su conformación al conjunto de corrientes que coexisten en el Situam. Esto da un ritmo de negociación en dos niveles, dentro de la comisión sindical, y por otro frente a la comisión de Rectoría. El problema puede presentar una mayor complejidad, pues dentro de la propia comisión de Rectoría juega la influencia de los distintos grupos de poder dentro de la Universidad. En el caso de la discusión sindical, en el momento de la huelga se discutía con base en una agenda que desbordaba el pliego petitorio del sindicato –no es extraño, si se acepta la premisa del animal político, del Zoon politikon aristotélico-, que tenía como objeto raspar en ese momento al rector general, influir en los procesos de elección de autoridades que estaban en curso, así como abrir el escenario de la próxima elección en el campo sindical. Alejémonos de ingenuidades para entenderlo.

Es cierto, el período del CE concluía en 2020, pero vino la pandemia y la desmovilización fue la constante en la nueva cuestión social. Las autoridades laborales prorrogaron las condiciones institucionales de todos los sindicatos. No se puede defender a Jorge Dorantes y su gestión, en especial en el contexto de la pandemia, pero vale señalar que la desactivación de la acción sindical no es producto exclusivo de México. Esto pasó en muchas otras latitudes, pero el impacto concreto en la UAM, y específicamente en el Situam, generó un caldo de cultivo de bronca y crítica a la gestión del CE.

En otro momento, Ferrer comenta sobre “Martín Esparza, también ampliamente cuestionado por la base de trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) por sus oscuros pactos con el gobierno de Peña Nieto y su inexplicable enriquecimiento. No hay sorpresa, cada quién se junta con su igual”: ¿el “oscuro pacto” como bisagra que iguala a Peña Nieto con Esparza? ¿O se está pensando en la extensión a Dorantes y Esparza? ¿Se puede soportar este argumento? Esta crítica a M.Esparza es, en parte, porque en el evento organizado por la Nueva Central de Trabajadores (NCT) participó J. Dorantes, como secretario general del Situam. Se ve como un respaldo de la NCT, aunque es pertinente señalar que la relación SME-Situam es de larga data, desborda la coyuntura. Igual el SME, con Martín Esparza, ha apoyado a una parte de los Trabajadores Democráticos de Occidente –Tradoc-, encabezada por Jesús Torres Nuño, lo cual también le ha valido la crítica en algunos espacios, p.ej., en el espacio Izquierda Diario. Todo un debate, importante por cierto de abordar. Para lo que nos ocupa, vale la pregunta sobre el dirigente del SME “ampliamente cuestionado por la base de trabajadores”, ¿esto es así? ¿No hay bases de apoyo a Esparza y su gestión? ¿Su mantención en la jerarquía sindical es puro ejercicio autoritario o se cuela la construcción de consensos, incluyendo el cómplice como señalaba M.A.Leyva, a la hora de contar los votos recibidos en los procesos de reelección? Pensar al Situam no era suficiente, al menos así se ve por el dardo a la dirección sindical del SME.

Pero no es todo. “Otro elemento que sucedió en la Cuarta Conferencia de la NCT es la asistencia como invitada especial, de la secretaria del trabajo, Luisa María Alcalde. ¿Qué significa la asistencia a este evento? ¿Es acaso un respaldo a Martín Esparza y Jorge Dorantes, ambos líderes cuestionados por la base trabajadora de sus respectivos sindicatos? En los próximos días la STPS, tendrá que definir si respalda a un exsecretario caracterizado por su opacidad y antidemocracia o reconoce un proceso democrático y organizado por la mayoría de los trabajadores administrativos y académicos afiliados al Situam”. La NCT no se reduce al papel del SME, por importante que sea, ni al Situam, nuestra organización titular del CCT en la UAM, como bien apunta Ferrer. Sin embargo, a diferencia de la observación de Ferrer, la presencia de la titular de los asuntos del trabajo en México, da la pinta de una proximidad de las autoridades laborales con sindicatos que han tomado distancia del sindicalismo corporativizado, más claramente manifiesto en el Congreso del Trabajo y las agrupaciones que lo conforman (la CTM, CTC, CROM, CROC, entre otras), es decir, la rancia y anquilosada burocracia sindical. Aunque también en algunas organizaciones con mayor autonomía, el peso de la no rotación de élites (recordando a M.S. Lipset) y la relativización del relieve de las asambleas, son hechos dominantes (los casos de STUNAM y de los trabajadores telefonistas –el Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana- están ahí, no puede uno voltear a otro lado).

Pegarle a Luisa María Alcalde es dirigir también la batería hacia Arturo Alcalde (su padre, abogado laboralista y ex asesor del todavía CE del Situam, con influencia en el gobierno federal). La misma Luisa María Alcalde, en el contexto de la huelga, apuntaba que a futuro sería necesario evaluar la posibilidad de establecer un esquema de arbitraje que permita coexistir el derecho a la huelga de los trabajadores y el derecho a la educación de los alumnos (Nota de MVS Noticias: https://mvsnoticias.com/noticias/nacionales/pide-stps-a-las-autoridades-de-la-uam-sean-responsables-para-solucionar-la-huelga/). El futuro nos alcanzó, y un problema más se agrega a la necesidad de repensar al Situam: considerar que en la acción sindical (p.ej. los derechos laborales consagrados en la Ley Federal del Trabajo) puede incidir en el derecho de los estudiantes a la educación. Estamos en nuevas condiciones en la UAM y en el Situam. Un grupo de trabajadores, no desdeñable, demanda el reconocimiento de un nuevo CE, que fue votado, en elecciones cuestionadas por otro grupo importante de trabajadores, que argumentan ilegalidad en un conjunto de acciones de orden reciente. Un sindicato dividido no augura un buen destino frente a los futuros desafíos: reconstitución sindical, alentar la participación, preparar las condiciones para la próxima revisión. Una agenda intensa a trabajar.

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