Señala S. Zizek (La IA y el desierto poshumano -Bloghemia, 30/06/2023), retomando a R. Kurzweil, que por el avance exponencial de la tecnología “pronto nos enfrentaremos a máquinas ‘espirituales’ que no solo mostrarán todos los signos de la autoconciencia sino que también superarán con creces la inteligencia humana”. Otro aspecto sustancial, agrega Zizek, no será el objeto del “dominio tecnológico total sobre la naturaleza”; no es la dominación, sino la sorpresa. Una predicción sugerente. Empero, quizá, en otro nivel de abstracción, medianamente alejada de nuestra realidad, si se considera, p.ej., lo señalado por D. Barkin (2019): “Al presente, hay más de 15 millones de personas en comunidades campesinas e indígenas involucradas activamente en estos proyectos para la construcción de soluciones colectivas para la producción no mercantil o para las producción no capitalista”. ¿Cuáles son los puntos de conexión entre estos niveles, más allá de la abstracción?

La construcción de lo incierto, que es una desembocadura en el planteo de Zizek, tiene salidas incluso grotescas. Es el caso de lo planteado hace algunos años por E. Bullrich, ex Ministro de Educación en el gobierno argentino de M. Macri (2015-2019), en su afán de argumentar a favor del Estado mínimo, denostando cualquier cosa que aluda a la regulación.: “el problema es que nosotros tenemos que educar a los niños y niñas del sistema educativo argentino para que hagan dos cosas: o sean los que crean esos empleos […] que generar empleos […] o crear argentinos y argentinas que sean capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarla, de entender que no saber lo que viene es un valor, porque nos hace a nosotros capaces de construir un futuro” (palabras en el Foro de Inversión y Negocios de Argentina). Lo único que puede rescatarse de la idea de Bullrich es que hay ideas de futuro diferentes y encontradas, es decir, escenarios en configuración.

Regresando a la IA, en una reflexión desde los estudios gerenciales (I.A.: le leader défié par la machine? –¿el líder desafiado por la máquina?, Xerfi Canal, Francia -28/06/2023), en la saga prevista por Zizek, se alude a los atributos que pueden sugerir un futuro en el que las organizaciones sean dirigidas por máquinas. En este escenario del desafío que vive el líder por la máquina, descrito por E-J García, se subraya el papel en la capacidad de tomar decisiones estratégicas, con base en “algoritmos de autoaprendizaje”, alimentados inicialmente por los diseñadores tecnológicos y después, en la interacción ordinaria, por los usuarios (por nosotros como consumidores). No es ficción, retomando el texto, sino la inclinación por la preferencia de “la excelencia lógico-deductiva de las computadoras” frente a la imperfección de lo humano, y desde la gerencia, por lo que significa mayor rentabilidad y poder (dominación y control, aunque Zizek disminuya esto).

La tendencia, desde la visión gerencial citada, es hacia la hibridación del liderazgo entre hombre y máquina, lo que implica reconocer las fortalezas de la tecnología, empero la frontera se encuentra en el enfrentamiento, por ejemplo, en lo que hace al trato de los trabajadores, el conflicto, el trato con la diferencia, que es en donde puede resaltar la actividad de los líderes empresariales y sus equipos. La hibridación es posible, desde ciertos argumentos, pero no la disolución de la

inteligencia humana frente a la máquina que enfrenta los límites de cómo encarar “el sentido político, el pensamiento crítico, la imaginación y el coraje, el orgullo”.

Siguiendo esta línea de análisis, Y. Le Bihan (Le leader de demain devra combiner intelligences émotionnelle, artificielle et collective - El líder del mañana tendrá que combinar inteligencia emocional, artificial y colectiva -Harvard Business Review, 01/04/2021) expone en su reflexión un conjunto breve de ejemplos en los que la máquina domina al hombre: la máquina detecta de inmediato los problemas cardíacos, en tanto el radiólogo en una observación minuciosa tardaría minutos, muy valiosos en el caso de una contingencia; en la banca, por ejemplo los requerimientos para un crédito pueden ser autorizados en pocas horas por máquinas, mientras que los trabajadores tardarían bastante más tiempo en realizar esta tarea. Un caso muy sugerente de lo que describe, es parte de la experiencia en la industria automotriz, específicamente en Toyota, dado el dispositivo de detectar en el conductor las emociones de estrés (recordemos que los peritos expertos recomiendan no manejar cuando hay estímulos de mucha alegría o dolor, por la relación con la accidentalidad) y/o fatiga, sugiriendo una pausa en la conducción. Son cosas de primer orden, que implícitamente generan, es cierto, procesos de descalificación del trabajo en médicos y expertos financieros (retomando los ejemplos). Esto lleva a Le Bihan a reflexionar en los atributos que deben tener los líderes en condiciones de tecnología de frontera, que materializan la combinación de las inteligencias emocional, artificial y colectiva: flexibilidad psicológica, sentido crítico, capacidad para tomar buenas decisiones, conocimiento y aceptación del sujeto (del yo), humildad, consciencia social.

El futuro nos acompaña, está en tensión. La IA está presente en nuestra vida; invadiendo actividades, generando nuevos perfiles profesionales, desechando trabajadores. Cita Le Bihan los resultados de una encuesta (BCG Gamma), en la que 76% de los trabajadores encuestados temen que la IA en su desarrollo genere mayores niveles de control y vigilancia (no se aparta ni un ápice de los objetivos de la Administración tradicional ni del control del proceso de trabajo), en tanto 65% consideran que generará procesos de deshumanización del trabajo y deteriorará la cohesión social.

La concentración económica y el poder forman parte de la escena. La pausa en el desarrollo de la IA, a la que alude Zizek de los gigantes de esta nueva forma de capitalismo, no tiene que ver con pruritos éticos, sino con reacomodos de negocios. Del lado del capital concentrado, la urgencia y demanda de cuadros profesionales con nuevas competencias emocionales y cognitivas, a la par del desafío de cómo conducir los cambios organizacionales y culturales, en los que destaca la colaboración del hombre y la máquina, entendiendo a la IA como aliada estratégica. Del otro lado, del lado de los trabajadores, es una tarea a desarrollar en próximas colaboraciones, aunque no podemos dejar de señalar nuevos rumbos de proletarización (nada tienen, nadie los tiene ad infinitum), en esta historia de la expulsión de las nubes tecnológicas.

(Profesor UAM)


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