Cristina Pacheco, in memoriam

Reviso el diccionario y la palabra casta alude a la “Ascendencia o linaje”. Hablar del sistema de castas, por su parte, refiere a la estratificación social. La historia en América Latina es elocuente en este campo. Apartémonos del diccionario. Para Javier Milei, presidente argentino, y sus asociados, a la casta le adscriben otro significado. El concepto de castas no es nombre propio, porque las personas pueden mejorar, señala Ramiro Marra, ex candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por La Libertad Avanza, la organización formada por Milei. Taxativamente, Marra afirma que el concepto de Casta “es el que quiere continuar con las mismas medidas”. En una mirada de horizonte, por ejemplo, en los últimos cien años, encajonado en esta concepción, Marra no distingue las diferencias de gobierno a gobierno, no lo enuncia, encorsetando al que “quiere continuar con las mismas medidas”, sin distinguir matices y diferencias históricas.

Todo esto porque con base en el concepto casta de diccionario, podría afirmarse que la minoría compacta que rodea, acompaña e influye en Milei es la casta en su expresión más descarnada; no en uno de los sentidos que expone Marra, al conceder que pueden haber rectificado en su camino, está bien, han mejorado (argentinos de bien, como palabras de moda desde el poder), sino en el otro sentido, de casta, que está acostumbrada al statu quo, al linaje como distinción, al relieve de los herederos.

En un estudio meticuloso, entre otros destacados empresarios, representantes de los grupos concentrados, se hace mención de Paolo Roca, Nicolás Caputo, Héctor Magnetto, Eduardo Eurnekian, Federico Braun, Alfredo Coto, todos ellos empresarios poderosísimos (
), con presencia en organizaciones, con influencia en expertos en cabildeo, y con representaciones políticas de confianza. En su afianzamiento en el poder económico y con repercusiones en la vida política, ¿es un abuso hablar de estos importantes empresarios como casta? Ahora veamos a personajes de la clase política que tiene bajo su responsabilidad el Poder Ejecutivo. En la foto de los 12, gente abusando hablaba de los apóstoles -pero ya saben que siempre hay gente aguafiestas-, ubiquemos a algunos personajes: Luis Caputo (parte de la prensa lo asocia con el atentado a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner), a la par de que destaca que en el período del presidente  fue (2015-2017),  (2017-2018) y presidente del  (2018); Luis Petri (compañero de fórmula con Patricia Bullrich, perdieron en el proceso electoral, pero se acomodaron en el gabinete de Milei, producto de las alianzas para darle apoyo al dirigente de la LLA); Federico Sturzenegger, ex presidente del Banco Central durante la presidencia de Mauricio Macri, ahora en el rol de asesor; Patricia Bullrich, ex candidata presidencial, con larga data en la política, en la época de Macri en la presidencia fue Ministra de Seguridad de la Nación, antes con Fernando de la Rúa, de octubre a octubre de 2000 a 2001, Patricia Bullrich ocupó el cargo de ministra de Trabajo, Empleo y Formación de Recursos Humanos de la Nación. Actualmente, con Milei, vuelve al Ministerio de Seguridad.

En esa foto marco que sirvió como escenario (de la alianza) para la presentación del documento “Las bases para la reconstrucción de la Argentina”, el presidente Javier Milei presentó un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), en el que se materializan 366 artículos que modifican y/o derogan normas y campos regulatorios. Revisando las noticias argentinas, sí, una revisión muy sucinta, hay una clara división –la grieta presente en los medios informativos-, entre los que critican el acto autoritario, incluso señalan inconstitucional, y de los que sin cortapisas aplauden las medidas y se mofan de la otredad porque, por ejemplo, se preguntan de cómo pudieron leer tan rápido el Decreto los que lo critican, soslayando la experiencia, conocimientos, capacidades para leer la realidad, de las personas. Detengámonos brevemente en una de las disposiciones enunciadas por Milei, la “Modificación de la Ley de Sociedades, para que los clubes de futbol puedan convertirse en sociedades anónimas, si así lo quisieran”. Una parte amplia de la población vivió recientemente la disputa entre M. Macri, ex presidente argentino (y ex presidente de Boca Junior, actualmente presidente ejecutivo de la Fundación FIFA) versus Juan Román Riquelme, por el control del club, en donde estaba en juego justamente la posibilidad de que Boca Juniors se convirtiera en sociedad anónima. Vale traer a la memoria parte de esta historia, cuando se realizaron las votaciones para decidir sobre los cargos ejecutivos en el club. Milei señala: “Fui sabiendo que iba a ganar Riquelme, sin ignorar que me iban a escrachar”, es decir, a molestar y ofender, sin olvidarse de argumentar que frente al trato amable de Macri, tenía que ser recíproco apoyándolo (Macri era candidato a vicepresidente del club), en fin, lealtad con lealtad se paga (a veces también con otras cosas).

Esas personas que opinan y critican no son hojas en blanco. Saben de futbol, les gusta, tienen lealtad a sus colores. Pero más allá de esto que puede catalogarse de superficial, en la opinión de la gente coexisten ideas, experiencias, analogías, muchas preocupaciones, en fin, las presencias (Paulo Freire) a las que me refería en la anterior colaboración como “El momento del que cada generación forma parte, en tanto momento histórico, revela señales antiguas que involucran comprensiones de la realidad, intereses de grupos, de clases, preconceptos y gestaciones de ideologías”. ¿Son ignorantes los que votaron por Riquelme para que se mantenga en la conducción del club? ¿No habrá tenido un lugarcito la preocupación para los socios de Boca Juniors de que se convierta su club en sociedad anónima?

Otro aspecto que resalta Milei, entre muchos, es la “Derogación de la ley de alquileres, para que el mercado inmobiliario vuelva a funcionar sin problemas y alquilar no sea una odisea”. Pensemos en el dicho popular de que el “pez grande se come al chico”. La relación arrendador-arrendatario es una relación asimétrica, las necesidades de los personajes son distintas. El marco regulatorio da certezas a ambas partes. En México, como parte de su historia, destaca la experiencia del movimiento inquilinario en Veracruz: en la década de los veinte, en esa entidad casi el 96% no tenía propiedad inmobiliaria, es decir, rentaba, lo que suscitó abusos en el aumento de rentas, a la par de problemas para acceder a una vivienda propia. Eso generó una revuelta urbana que se tradujo, en el caso mexicano, en normatividad y regulación.

En general en Argentina, cada vez es mayor el porcentaje de pobladores sin vivienda propia, que acude a las inmobiliarias para rentar (una escena diferente a lo que ocurre en México), lo que en el contexto actual del DNU abre la puerta al aumento en los alquileres, a la presencia de relaciones asimétricas entre propietarios e inquilinos. A esto hay que agregar la expansión del fenómeno de Airbn, sobre todo en la ciudad capital, es decir, de una plataforma digital que orienta el consumo de vivienda con altas ganancias para los propietarios, desequilibrando el mercado inmobiliario tradicional, generando la denominada gerentrificación, que incide en el cambio del paisaje urbano y en el mercado de consumo de vivienda urbana (en San Miguel de Allende, Guanajuato, esto ya es un grave problema). Hay evidencia empírica de la necesidad de mantener mecanismos de regulación, y no es un problema de casta, o sí, si aceptamos que “el pez gordo se come al chico”. La gente que cuestiona esto, muchos de ellos inquilinos, ¿son bobos como para suponer que el marco regulatorio puede proteger a ambas partes, de abusos de cualquiera de las partes en esta relación? ¿La regulación en los alquileres se hizo sin fundamentos, sin historia?

Otro es el caso, como se enunció por el presidente Milei, de la “Modernización del régimen laboral para generar el proceso de generación de empleo genuino”. Sin duda se debe avanzar en la construcción de empleo, sustituyendo los planes sociales que puedan ser cobijados por una política laboral en la que los trabajadores participen y sean escuchadas sus demandas. Sin embargo, el panorama punitivo en el que destaca la prohibición de asambleas, espacios ganados para la discusión y definición de las cosas por hacer, la apertura de puertas para facilitar los despidos y los programas de períodos de prueba de ocho meses para ver si se merecen los trabajadores un contrato de trabajo con horizontes de permanencia mayor, no son un buen preludio de la necesaria modernización de las relaciones laborales.

Pero hay buenas noticias, para algunos, a saber: las acciones de las empresas argentinas operaron recientemente con aumentos de hasta 13% en el mercado local y en Estados Unidos, particularmente de las entidades bancarias. Sí, correlato del efecto de argumentos en pos de la desregulación económica argentina. Y como cereza de los tiempos que vienen, el guiño abierto del presidente Milei a la empresa de Elon Musk, prominente empresario globalizado, al apuntar sobre la "Desregulación de los servicios de internet satelital para permitir el ingreso de empresas como Starlink", como un proyecto de SpaceX, que entre sus tareas resalta el servicio de banda ancha satelital. Por cierto, en el documento que se entregó a la prensa no aparece esta referencia, pero está grabada.

Quizá no formulé bien las preguntas: ¿No hay casta? La afirmación de ¡No hay plata!, convirtámosla en pregunta: ¿No hay plata? ¿Para quién?

Sin preguntas, ¡Feliz Navidad!

(Profesor UAM)

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