Nada que ver con la magia de Luis Buñuel (Ese oscuro objeto del deseo, 1977), se trata de algo nada banal y tendencialmente peligroso: la posibilidad de que Javier Milei llegue a la presidencia en Argentina.
No comparto el argumento de Jorge (el Turco) Asís, inteligente comentarista político de la nación sudamericana. No comparte las ideas de Milei, pero explícitamente señala no estar preocupado si llega a la presidencia el agresivo candidato de la Libertad Avanza (LLA), bajo el supuesto de que lo prometido será prácticamente imposible de cumplir.
En la pedagogía del terror instaurada por Milei, me preocupa la disminución del Estado, como consigna dogmática, así como el abanico de la dolarización, la voucherización de la educación, la introducción de la pornografía como una herramienta para la educación sexual, la represión y estigmatización de movimientos sociales y posiciones críticas al ejercicio de gobierno, a la par de la involución en materia de Derechos Humanos: 1) un curro, es decir, negocio sucio, en palabras de Milei, antes pronunciadas en un sentido similar por Mauricio Macri, ex presidente argentino que no deja de hacer guiños a Milei; 2) no fueron 30 mil los desaparecidos, en una postura revisionista con fines de incrustar una concepción histórica contraria a la que hasta ahora ha prevalecido en la experiencia democrática argentina; 3) el argumento de la libre portación de armas. De nuevo, ante la evidencia empírica a la que siempre alude Milei, un poco de cordura: en el atrapante texto de Paul Auster, con fotografías de Spencer Ostrander, Un país bañado en sangre, Auster documenta los riesgos de una sociedad empistolada. Los saldos en muerte y sufrimiento son una lección para pensar otras salidas (cada día más de 100 muertos en Estados Unidos por el uso de las armas, y en México bajas considerables por el tráfico de armas en el Norte mexicano), pero en personajes embravecidos, onda Bullrich o Milei, están blindados para aceptar la diferencia y, por supuesto, la crítica; 4) la confrontación entre los grupos disidentes en los setenta del siglo pasado, categorizándolo como una guerra, la denominada “teoría de los dos demonios”. Milei y Victoria Villarruel -compañera de fórmula para ocupar la vicepresidencia- en la misma sintonía, y rematando, la argumentación de Ricardo Bussi, candidato a legislador en Tucumán, hijo del genocida Antonio Domingo Bussi, del que, como le gusta decir a Milei, hubo suficiente evidencia empírica para condenarlo por delitos de lesa humanidad: “En la Argentina sí hubo una guerra. Tucumán fue el foco de la misma […] En las guerras ocurren excesos y desapariciones”, poniendo en el mismo plano, cuando hay una disparidad asimétrica notable, al terrorismo de Estado, que impulsó el encadenamiento del terror en el Plan Cóndor, frente a las fuerzas insurgentes, diezmadas por la acción militar.
Pero siempre hay algo más de Bussi: refiriéndose a los homosexuales, agrega compasivamente que "Son seres humanos que merecen todo nuestro respeto. Como los rengos, como los ciegos, como los sordos. Son pequeños sectores de la sociedad que tienen
que ser reconocidos", palabras pronunciadas en el debate de candidatos a diputados nacionales de Tucumán, realizado el pasado lunes 2 de octubre. En fin, minorías, aquí sí como la de Bussi, que obtuvo un mínimo puntaje en las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias.
Por eso, frente a lo que se puso sobre la mesa por los candidatos de LLA, a diferencia de Asís, a mí sí me preocupa quien ocupe la Quinta de Olivos (la casa presidencial argentina), y mucho, por los argentinos y por nuestra América Latina.
Se le atribuye a George S. Patton, en sus arengas motivacionales al ejército estadounidense en la segunda guerra mundial, la expresión “Para salir victorioso en las batallas no hay que vencer sobre las armas, hay que vencer sobre el ánimo del enemigo”. En esta construcción del escenario, y en el empeño por vencer el ánimo del “enemigo”, P. Bullrich está reformulando su estrategia al calificar a Milei de “inestable”. Es tarea de toda su organización política para apuntalar este argumento. Por su parte, Milei apunta hacia Bullrich acusándola de colocar bombas en jardines de infantes (por cierto, Bullrich señaló que puso una demanda a Milei por este bombazo discursivo).
Jugando a la ubicuidad, M. Macri señaló en un evento en la Universidad de Harvard, en el que lo confundieron al presentarlo como ex presidente venezolano, que “En caso de que Milei gane las elecciones espero que nuestra coalición apoye cualquier reforma razonable en el Congreso”, lo que acepta varias lecturas: 1) en la lectura de Macri, la posibilidad de que gane Milei, soltándole la mano a su candidata formal -¿el oculto objeto del deseo?-; 2) el distanciamiento de su supuesto desequilibrio, pues los avances en el Congreso no están disociados de reformas razonables en ese espacio legislativo; 3) un distanciamiento más, en este caso de su candidata Bullrich, en el entendido de que Macri sabía lo que podían generar sus palabras. Macri pone los huevos en dos canastas, igual que la mayoría de los empresarios, que en la punta del iceberg pone en escena la disputa por ganar el voto de la derecha más radical, de los halcones, léase Milei o Bullrich, y a Macri no le interesa que le digan traidor, por cierto. Los candidatos de Macri, en una balanza cargada, son Milei y Bullrich, en ese orden; los candidatos del que contrajo la deuda millonaria con el Fondo Monetario Internacional.
Vuelvo a la disminución del Estado, como consigna dogmática de Milei, apoyado en lo que plantea David Korten (1997), muy útil para tomar distancia de las políticas de motosierra, cárcel o bala y exterminio de los candidatos de la ultra derecha argentina, es decir, de Milei y Bullrich: “Un sistema económico puede permanecer viable sólo en la medida en que la sociedad tenga mecanismos para reaccionar frente a los abusos, ya sea del Estado o del mercado, y la erosión del capital natural, social y moral que tales abusos generalmente exacerban. El pluralismo democrático no es una respuesta perfecta a los problemas de gobernabilidad, pero parece ser la mejor que hemos descubierto en nuestro mundo imperfecto”.
(Profesor UAM)