Terminamos la colaboración anterior con un provocador argumento de Alejandro Dolina: “Si usted cree que todos los políticos son iguales, el problema lo tiene usted, que no sabe diferenciarlos. Para un analfabeto todos los libros son iguales”. Si se aplica el argumento, una ruta puede ser la revisión de la información pública de la candidata y el candidato, en disputa por la jefatura de la Ciudad de México. En general, al buscar trabajo, un requerimiento es la presentación de un curriculum vitae (CV). Revisemos entonces los CV.

Comenzamos con una aproximación al CV de Clara Brugada. Economista por la UAM (institución en la que orgullosamente laboro), fue diputada en dos ocasiones y titular en Iztapalapa (como jefa delegacional en un primer momento, 2009-2012 (PRD) y en 2018-2021, reelecta en 2021-2024, por las siglas del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Lo que me interesa destacar de su CV fue su militancia en el movimiento urbano popular (MUP), en esos años 80s en que era común hablar del MUP, en la coyuntura sísmica, de la Coordinadora Única de Damnificados, de Asamblea de Barrios, de la Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular (Conamup), y de sus internas con la Unión de Colonias Populares y el Frente Popular Tierra y Libertad, entre muchas organizaciones, y de la importancia de la participación de las mujeres como columna vertebral de estos esfuerzos colectivos.

En esos años conocí a Clara Brugada -no la conozco en persona-, producto del interés por entender lo que pasaba en la ciudad, lo que se tradujo en una tesis de licenciatura y en artículos sistemáticos en “Origen: crónica de otra ciudad” (suplemento de El Día, periódico en el que continué escribiendo por un buen rato), espacio de reflexión periodística fundado por Ángel Mercado, al que nos unimos gustosamente gente ligada a la arquitectura, al urbanismo y la sociología urbana. Acercarme al MUP, comprender que había franjas de pobladores que pensaban en que otra ciudad era posible, que su acción colectiva enarbolaba el derecho a la ciudad (señoras con mandiles y bolsas del mandado -haciendo una doble o triple jornada-, tocando las puertas de las entonces delegaciones para ser atendidas, y que muchas veces fueron echadas con el argumento patriarcal de “señoras, vayan a preparar la comida, a otro lado con su argüende”, argumentos bastante comunes en esos años. Y ellas empeñadas seguían tocando puertas, hasta que lograron que se abrieran). Y así, comprender, con ese colectivo agitado por las urgencias y las utopías, que la bronca de los servicios básicos también tenía que ver con la democracia. Solamente con estas premisas se pueden proyectar y sostener propuestas como las Unidades de Transformación y Organización para la Inclusión y Armonía Social (Utopías) -por cierto, reconocidas de alto impacto contra la desigualdad por la Organización de Naciones Unidas-.

Ese combo problemático fue algo muy importante para mí (significó leer a muchos autores, cito a algunos: Pedro Moctezuma, Juan Manuel Ramírez Sáiz, Bernardo

Navarro, Ángel Mercado, Carlos González Lobo, al Carlos Monsiváis de Entrada libre: crónicas de la sociedad que se organiza y a Elena Poniatowska en Nada, nadie: las voces del temblor). Muchas de las cosas que se vivieron en el sismo de 1985 tuvieron como telón de fondo la acción de la Conamup, entre otras organizaciones: para apoyar a la población infantil que había perdido a sus padres o a los padres que perdieron a sus hijos; llevar agua o preparar una torta para quien necesitara; ordenar el tránsito (entre otros vehículos, de las ambulancias), para impedir que entraran los bulldozers a remover escombros en donde había gente sepultada, y su familia poder enterrar a sus muertos de acuerdo a sus creencias. Días de dolor y gloria. Bueno, sin conocernos, pero había vasos comunicantes entre la gente que compartíamos la visión de la ciudad que necesitábamos. Y allí estaba Brugada, que muchos años después -experiencias mediante- es candidata a Jefa de Gobierno. Años de esfuerzo y militancia, en un contexto en el que la derecha construye estigmas respecto a la solidaridad y la justicia social.

Sin preámbulos, pasemos al CV de Santiago Taboada, egresado de Derecho por la UNAM (yo también, orgulloso egresado, de otra Facultad), y con estudios de Posgrado en EEUU y España. No se aprecia vinculación con organizaciones vecinales, con espacios comunitarios, con experiencias extra partidarias, con franjas de la sociedad civil. No porque sean negativas las experiencias partidarias, simplemente porque sus vínculos se concentran en el espacio partidario del PAN, sobre todo en las minorías compactas del PAN de la Benito Juárez: asesoría parlamentaria de 2006 a 2009, posteriormente secretario de Acción Juvenil en el Distrito Federal, coordinador de modernización administrativa de la delegación Benito Juárez y de 2012 a 2015, con el correlato de la diputación de la VI Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, donde fungió como vicecoordinador parlamentario del PAN. Después vendrá la diputación federal -ojo, por representación proporcional-, es decir, por las cuotas del capital social desplegado para ocupar las listas, con la seguridad de llegar (2015-2018). Es un recurso legal, sin duda.

En ese período, propio de la actividad legislativa, participa en múltiples comisiones: Cultura y Cinematografía, Seguridad Pública, así como vínculos con delegaciones de otros países, tareas de relieve, entre otras. Después vendrá la experiencia en la Alcaldía Benito Juárez (2018-2024, dos períodos), esto es, producto de la reelección, lo que es parte de su caudal de legitimidad política. En información pública, se alude al blindaje tan famoso en la campaña (patrullas, rondines policíacos), a la par de, se publica así -sin sorpresas-, la clausura y suspensión de obras irregulares. No obstante, el negociado inmobiliario está presente, al aludirse en la otra historia que busca su lugar como oficial, a cientos de pisos permitidos en lugares taxativamente, en lo legal, impedidos para rebasar ciertos límites.

A diferencia de Brugada, que estaba en la acera de los que reflexionaban la ciudad como un espacio para edificar condiciones de bienestar, de felicidad, de democracia desde lo colectivo (incluyendo significativamente la franja de los pobres -pensemos que en una parte de la sociedad, hablar de pobres molesta-), Taboada está en la otra acera, pensando más en la condición partidaria, sin vínculos con lo social,

encapsulado en el biopoder algorítmico del PAN y sus aliados, en donde lo inmobiliario juega un lugar central (detrás los grupos concentrados), en la ciudad como mercancía. Agreguemos que, de confirmarse lo de la contaminación intencional del agua, es una demostración de poca querencia a nuestra Ciudad de México.

No podemos concluir estas líneas sin hacer algunas anotaciones sobre lo apuntado por Xóchitl Gálvez de que “El que me ayuda está arriba”, aparte del “Cómo puede gobernar alguien que no cree en Dios” (un poco de bajeza edulcorada con el argumento de los que son “buenos”, por tener esos límites), con el remate de que él “va a abrir el camino”. Y ya encarrerados en la narrativa -muy a tono con lo que plantea Javier Milei, presidente de Argentina, de ser el elegido, de que recibió la señal del Uno, el “enviado de Dios”-, Gálvez exclama: “Camino hacia la montaña y le pido a Dios que me ilumine […] Allí fue donde tomé la decisión, yo recibí una señal de Dios, yo la recibí, yo lo sé, algún día hare público lo que pasó en esa montaña” (sic de suspenso). Otra coincidencia con Milei es sobre la educación en las escuelas (la Nueva escuela mexicana, y la Ley de Educación Sexual en Argentina, y la acción general de los docentes, en especial en las escuelas públicas): “Más que educación están metiendo ideología” (Gálvez), en contra del “adoctrinamiento (Milei), en ambos casos promoviendo la crítica desde el seno familiar, “no sientan que se esté respetando su derecho a educarse” (Milei).

Si no resulta suficiente, alude Gálvez al error y posiciones extremas en la separación Iglesia y Estado, es decir, soslayando el esfuerzo que atravesó todo el siglo XIX en México, y que el historiador estadounidense John Phelan, sintetiza: buscando su rumbo, México se estaba despedazando. En el encuentro con cristianos, casi al final, se oye una voz que grita algo así como: “Antes que patria tenemos a Dios”, y Gálvez coincide (muy delicado hacer guiños en contra de la laicidad, Tomochi revisitado, a pensarlo en serio). En escena familiar, mi hijo Diego, al escuchar el largo vídeo, simplemente comentó: “Es una movida desesperada”. No siempre coincidimos, en este caso particular, sí. Si esto no es suficiente, me inclino por pensar, desde la propia narrativa de la fe, que “a ojos de Dios todos somos iguales”.

Sin ánimos de contribuir en las grietas que nos distancian y enfrentan, se debe avanzar en el rediseño del pacto social. Allí se inscribe certeramente lo apuntado por Claudia Sheinbaum, como tarea impostergable: “Sabemos que el disenso forma parte de la democracia y que, aunque la mayoría del pueblo respalda nuestro proyecto, nuestro deber es y será siempre velar por cada una y cada uno de los mexicanos, sin distingos. Por lo mismo, estoy segura que, aunque muchas mexicanas y mexicanos no coinciden plenamente con nuestro proyecto o tienen preferencias por otras fuerzas políticas, todas y todos los mexicanos habremos siempre de caminar en paz y en armonía, sin discriminación”.

En fin, en este ejercicio ciudadano de revisar el CV, como carta de presentación un poco más detallada, me parece que no es tiempo de voltear la mirada y reconocer que no todos/todas son iguales. Como ciudadano preocupado por el pacto social, a la pregunta de ¿por quién votar?, me inclino por la experiencia y sensibilidad de

Clara Brugada. Y en lo referente a Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez, me aparto con respeto de los que se sienten iluminados. Donde sin duda todos podemos ganar, es en ir a votar.

(Profesor UAM)

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