“Primero vinieron por los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.

Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío

Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.

Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.

Luego vinieron por mí, pero para entonces ya no quedaba nadie que dijera nada”

Martin Niemöller

Comentábamos colaboraciones atrás, de que “Sorprende un robot con IA (Inteligencia Artificial) que resuelve el trabajo de 30 personas en una granja”, conquistando el corazón del granjero de California. Después sorprendía Google anunciando la aplicación de IA para la elaboración de artículos periodísticos (gulp). No acabábamos de dar vuelta a la hoja del calendario cuando en los periódicos se comenzó a hablar de la huelga de actores, articulada a la de los guionistas en Estados Unidos, atentos frente a “la destrucción de trabajo y el extractivismo digital, a combatir con regulación” (Varsavsky, 2023).

Ahora desde Polonia, sin bombos ni platillos, sino en una emisión radial de prueba que seguramente llegó para quedarse (y uno nostálgico de la radio piensa en Emilio Ebergenyi y en Paty Kelly, en esos días de radio), se anuncia sobre el primer programa de radio presentado por una IA, que comenzó sus emisiones este fin de semana, con un aviso que no es ninguna garantía: “ningún empleado será sustituido por una inteligencia artificial” (esto lo señaló el editor jefe de la emisora, Rafal Kurowski – Inicia la era de la radio inteligente: emiten el primer programa presentado por IA. Forbes Staff 24/07/2023).

En el conjunto de casos se aprecia el avance, en potencia y de facto, de la expulsión de fuerza de trabajo, lo que está estrechamente ligado a la conversión del proceso científico/tecnológico, con el correlato de una disminución significativa en el número de trabajadores ocupados. Esto tiene a su vez implicaciones en la reducción de la fuerza de las organizaciones de los trabajadores. Si avanza el proceso de extractivismo digital que pretenden imponer las corporaciones cinematográficas es porque la innovación tecnológica posibilita y contribuye en la descalificación del trabajo, es decir, permitirá –si prospera la estrategia empresarial- la contratación de trabajadores en el futuro descalificados (y desvalorizados). La lucha de los actores y guionistas tiene como objeto regular las condiciones en que se realizan sus respectivos procesos de trabajo y mantener, en consecuencia, los controles para el acceso del oficio.

Pearlin y Richards (1969) revisaban la agenda de los actores sindicales, con particular atención en los de la cinematografía. Lo significativo del trabajo, más allá del conocimiento sobre la condición democrática en la que avanzaron minuciosamente, es que al tratarse de un sindicato con características particulares, en el que se reclutaba a sus miembros particularmente de las clases medias, con altos índices de escolaridad y cultura, poco arraigados a un territorio, que ubicaba su labor como un arte más que como trabajo en la connotación negativa-, incorporaba en esos años un aspecto para nada menor, profundamente asociado a la lucha de los derechos humanos en Norteamérica: que no hubiera obstáculos para el desempeño del trabajo para los actores negros. Lo que destacaba entonces era una visión de justicia en la que se subsumía la representatividad, sí, la democracia articulada a la justicia social. Ahora, como hemos apuntado, se trata de otros problemas y otra agenda.

¿Hacia dónde va el trabajo humano? Marcia Campillo y Enrique de la Garza (1998), reflexionando las condiciones de los cincuenta del siglo pasado, comentaban que en una vertiente analítica había optimismo frente a las formas de la automatización “de los procesos productivos y sus supuestos efectos enriquecedores”, modificando la jornada de trabajo, reconfigurando el control patronal y el proceso organizacional taylorista –jerarquías, rutinas, cualificación del trabajo-. La discusión que plantean Campillo y de la Garza es mucho más compleja, aquí sólo se enuncia. Esta reflexión, no obstante, debe repensarse, actualizarse, incorporar lo que está presente en el horizonte (en medio, pandemias, IA, líneas del tiempo de guerra infinitas). Por ejemplo, atendamos lo que se planteó recientemente en el World Economic Forum: “El World Economic Forum calcula que este año surgirán 133 millones de puestos de trabajo en industrias emergentes. Asimismo, dos de cada tres niños que iniciaron su etapa escolar en 2016 obtendrán empleo en puestos de trabajo que todavía no existen. Finalmente, el organismo señala que, dentro de 20 años, 90% de los puestos de trabajo en el mundo requerirán alguna habilidad digital”, en Nuevos empleos, nuevas habilidades, Business Class Digital Magazine, No. 3. Forbes, 2023.

Parafraseando a Niemöller, con el peso de la IA gravitando en los procesos de trabajo globales, Primero vinieron por los agricultores, después por los periodistas, casi al tiempo que llegaban por los actores y guionistas, en una combinación de gritos y silencios, estos últimos dominantes.

Para los que pintamos canas, imaginemos la voz de Ebergenyi, a tiempo, después de la cortina, para decir simplemente… CONTINUARÁ

(Profesor UAM)

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