Alejandro Espinosa Yáñez
Para Lydia, a la distancia
Milei, el cosechador de votos. Algunas razones: peso de los medios hegemónicos, el big data como espacio de construcción de la agenda de derechas; hartazgo de la población que no ve horizonte de salidas a las condiciones que le oprimen; la necesidad de nuevos liderazgos y de formas de hacer política que se apartan de los mecanismos tradicionales de construcción de consensos y orientación política; la locura como virtud (gritos, descalificaciones, las alusiones sistemáticas a los hijitos de cuatro patas); impacto en segmentos sociales, en particular de hombres, jóvenes y en condiciones de precariedad laboral (sin contratos de trabajo, sin derechos laborales), seducidos por “la precariedad del emprendedurismo. Ahí no hay autonomía, sino ‘autoesclavitud’. Lo que intenta hoy el sistema es que tú seas esclavo de ti mismo. Eso no es ser autónomo. Para serlo, es necesario tener condiciones, y eso se da o porque uno es rico […] o porque uno tiene una vida de ‘zona liberada’, sin familia ni obligaciones complicadas. El emprendedurismo, en cambio, le da un toque de glamur a la precariedad” (Boaventura de Sousa Santos, 2019); también estuvo presente eso que señala Ignacio Ramonet (La era del conspiracionismo. Trump, el culto a la mentira y el asalto al Capitolio, 2022), de que “Los hechos ya no importan”, y “ese drama hay que expresarlo no solo con hechos sino con sentimientos”, cita Ramonet a Newt Gingrich, del Partido Republicano, y a Arron Banks (británico que apoyó el Brexit), que en el mismo sentido dice que “Tienes que conectar con la gente emocionalmente”.
En clave de discusión en Argentina, se señala que “el voto reveló una profunda fractura social que debe ser analizada y explicada”, dice Valerio Arcary (Javier Milei es una amenaza neofascista, Jacobin, 21/08/2023). En esta tarea, el doctor en Psicología y psicoanalista Sebastián Plut “brinda algunas claves para entender el fenómeno […] hay dos dimensiones que podemos tomar. Una es la persistente inoculación de odio, mentiras y banalización que viene ocurriendo ya hace muchos años. El otro conjunto de factores es lo que ocurre en el mundo del trabajo. Freud decía que el trabajo es lo que liga firmemente al sujeto a la realidad […] el trabajo dejó de ser el terreno de disputa del antagonismo entre capital y trabajo, o entre control y resistencia. Si uno repasa las luchas culturales que hay actualmente, casi ninguna toca de cerca el mundo del trabajo (entrevista de Oscar Ranzani, ¿Por qué hay personas que votan a quien las desfavorece?, Página 12, 28/08/2023). Quizá con sabor a poco lo aportado, es algo a seguir trabajando.
Según González (2023), Milei fue víctima de un padre violento: “Siempre fue despectivo para mí y para mi carrera, siempre me dijo que era una basura, que me iba a morir de hambre, que iba a ser toda la vida un inútil, un incompetente”. La historia no se repite tal cual. Sin hacer traslaciones mecánicas, Milei hacia la otredad, la que le cuestiona, le hace preguntas incómodas, no coincide con él, aplica la motosierra. Botones de muestra, unos pocos: “contra el diputado del PRO Daniel Lipotesky —‘parásito, inútil, chupasangre, político de mierda, son lo peor, les gusta la plata’—, con la modelo Sol Pérez —‘no sabes de las cosas que hablo’, cruce que terminaría con ella llorando, acusándolo de misógino y yéndose del programa—, con la periodista salteña Teresita Frías —‘decís burradas, tenés problemas graves de comprensión, no entendés, sos una burra, hablás de cosas de las que no sabés un carajo, es una falta de respeto hablar sin saber’—, con el periodista Carlos Gabetta —‘no te pasés de salame, no te pasés conmigo que te estropeo, ignorante, vení a partirme la nariz viejo acabado’ (González, 2023). Uff, a respirar.
Pero no es una intolerancia a ciegas. Milei, lo hemos procesado en ese sentido, es producto y productor. Como indica Tatiana Reitman (psicoanalista), en su muro, de cómplices destaca Victoria Villarruel (candidata a Vicepresidente), “la persona que logró abrir una puerta que la política argentina había cerrado al regreso de la democracia […] Es hija y nieta pródiga de la familia militar. Su padre, Eduardo Villarruel, participó del Operativo Independencia. Su tío, Ernesto Villarruel, fue responsable en el centro clandestino de detención El Vesubio”. Otro cómplice-aliado que destaca es Ramiro Marra, candidato a Jefe de Gobierno en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En una entrevista señaló su crítica a la educación sexual: "Yo fomento la pornografía. A los chicos les digo 'chicos miren pornografía'. Si un chico tiene una computadora, tiene un teléfono, se informa, es como yo aprendí educación sexual”, porque la Ley de Educación Sexual Integral puede ser utilizada como "herramienta de una ley para adoctrinar ideológicamente a los chicos". Una exclamación que le salió de lo más profundo de su garganta, sin aludir a esa película clásica que seguramente es de las seleccionadas de la filmografía de Marra.
Todo tiene un final, a veces no tan feliz, todo depende. Comentábamos en la pasada colaboración, que J. Asís y González (2023) tenían un punto de encuentro, de que una parte de intendentes y gobernadores del peronismo habían alentado el fenómeno Milei, con el objeto de pegarle a Juntos por el Cambio (Macri y asociados), lo que se tradujo, entre otras cosas, en cuidarle los votos. Antes de trazar algunas ideas sobre esto, veamos algunos números para reflexionar. En las PASO, La Libertad Avanza (LLA) obtuvo el 29.8%, Juntos por el Cambio (JxC), 27.9%, en tanto Unión por la Patria (UxP) alcanzó el 27.3%. A pesar de la inflación, del desgaste de gobernar con el peso de la deuda con el Fondo Monetario Internacional heredada por Macri, de la foto de Olivos en pleno confinamiento, esa joya multicitada por la oposición para desacreditar al gobierno en cualquier circunstancia, las diferencias no son tan notables; pero, más allá de esto, en octubre será la prueba de fuego. Como candidatos, Milei llegó al 30.04% de los votos, Sergio Massa 21.4% y Patricia Bulrrich 16.98%, sin contar la participación de los candidatos que participaban en las fórmulas políticas pero obtuvieron votaciones por debajo.
Recordemos que las PASO tienen como objetivo seleccionar de cada fuerza, si hay competencias internas, al más votado para que sea el candidato. Con esta votación, Argentina se vistió del color político de Milei. Vale señalar que en 2019, en las PASO, participó el 76.4%, mientras que en 2023 participó el 69.62%. Y en la votación que obtuvieron las dos fuerzas con menor cantidad de votos, si se suman sus pérdidas, llegan a los 7 millones cien mil votos, cantidad totalmente cercana a los votos que posicionan a Milei en el primer lugar. La cosecha de la anomia dio sus frutos.
Ahora, si atendemos al padrón electoral nacional, UxP ganó en las provincias que representan el 44.48% del padrón de electores; JxC llegó al 13.03%, mientras que LLA obtuvo el 42.49%. Como veíamos líneas atrás, hubo una abstención del 31%, que en números se aproxima a 10 millones 850 mil votos. Y como dice Jorge Drexler, en mi caso para ahuyentar los nervios, “Ya está en el aire girando mi moneda. Y que sea lo que sea”.
No, no es lo que sea. En el trabajo político hay mucho por hacer. Aludimos a dos pistas de trabajo político, que visualizamos en particular en la acción política de la UxP: su despliegue estratégico de atender puntualmente las provincias en las que tienen ventaja, y que, en su ensamble, son muy significativas en el padrón. Es cierto que la elección es nacional, lo que no debe olvidarse. Una segunda pista es que los intendentes y gobernadores que le tiraron una pelota al pie a Milei para pegarle a JxC (es decir, que políticamente diseñaron acciones para colaborar en el voto a Milei), con el riesgo de revisitar el huevo de la serpiente, rehagan el contacto con sus electores originales. Se trata de provincias, en algunos casos, muy pobres (Salta y Jujuy, por ejemplo). Una tercera pista en la escena política: si el voto de Milei fue sustancialmente de hombres, muy jóvenes los más, el papel protagónico de las mujeres, en especial de las más jóvenes, debería ser motivo de atención política. Ya hay algunas señales sobre esto.
En fin, la moneda está echada. Muchas de estas reflexiones son a bote pronto, producto, parafraseando a Pedro Saborido (referente cultural argentino), no tanto del amor, sino del espanto. Matizo, a riesgo de ser cursi, hay espanto y amor.
Profesor de la UAM