Para: Lichita

Varias piezas de un rompecabezas:

1) En la Carta Encíclica Laudato Si’ (Sobre el cuidado de la casa común) el Papa Bergoglio hace referencia a la “hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba […] Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes”. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que ‘gime y sufre dolores de parto”. En el recuento que hace el Papa, destaca la sucesión de iniciativas de los distintos jefes de la iglesia católica, que han enfatizado en el bien común (2015). Por su parte, Javier Milei señala que "Una empresa puede contaminar el río todo lo que quiera. ¿Adónde está el daño? Es una sociedad a la que le sobra el agua, y el precio del agua es cero". Dos visiones opuestas.

2. En la Encíclica “Fratelli Tutti”, señala Bergoglio el llamado de no ignorar que “en el mundo digital están en juego ingentes intereses económicos, capaces de realizar formas de control tan sutiles como invasivas, creando mecanismos de manipulación de las conciencias y del proceso democrático. El funcionamiento de muchas plataformas a menudo acaba por favorecer el encuentro entre personas que piensan del mismo modo, obstaculizando la confrontación entre las diferencias”. De nuevo el bien común. Por su parte, Milei tiene una estrategia digital que le ha dado resultados, con un equipo que en su parte central venía de la otra fuerza conservadora (Juntos por el Cambio), y que ahora marchan con Milei. Pero no hay ningún posicionamiento crítico, todo lo resuelve, para Milei, el mercado. Ninguna reflexión sobre el peso de las corporaciones en la algoritmización de la sociedad. En lo que hace a Inteligencia Artificial (IA), para tareas que realiza la policía, señala Milei que allí tendría un campo de aplicación la IA, desplazando sustancialmente al componente humano (la robotización de la violencia, el policía robocop en escena).

3. Las posturas del Papa Francisco son criticadas virulentamente por Milei: “habría que informarle al imbécil ese que está en Roma”; el “maligno en la Tierra, ocupando el trono de la casa de Dios”, “promueve el pobrismo”, con ese término que se oye dulce de la justicia social; “impresentable que está en Roma”, que impulsa el “comunismo”, el “bien común”. Todo esto bajo la premisa de que “mi enemigo es el socialismo”, “el colectivismo”, y el Estado, pues es la materialización del maligno, una organización criminal. Esto lo plantea Milei, que se asume como el elegido, recibió señales, ha planteado.

4. No es novedad ni excepción que Milei desprecie a los que piensan diferente a él (Bergoglio, periodistas, políticos, gente común): ya citábamos en otro momento algunas perlas: “parásito, inútil, chupasangre, político de mierda, son lo peor, les gusta la plata”’; “‘no sabes de las cosas que hablo’ ‘decís burradas, tenés problemas graves de comprensión, no entendés, sos una burra, hablás de cosas de las que no sabés un carajo, es una falta de respeto hablar sin saber”; “no te pasés de salame, no te pasés conmigo que te estropeo, ignorante, vení a partirme la nariz viejo acabado”. Y una violencia extrema aún tibia: “pedazo de mogólico, imbécil, ‘tarado’, ‘Quién sos fracasado”, al referirse a un diputado del PRO. Con este término brutal (pedazo de “mogólico”, mongólico en México), que como indicó una representante de la Asociación Síndrome de Down Argentina, hablaba sin desparpajo Milei y su “catarata de insultos”, cuando esta organización lleva 20 años tratando de “sacar de la sociedad esta palabra como insulto hacia otra persona”. La personalidad sin límites de Milei volvió a romper fronteras de convivencia social.

Milei, desde la economía, su campo de conocimiento, ha sido severamente cuestionado como economista y como candidato a la presidencia argentina por la prestigiosa revista The Economist (desequilibrado, peligro para la democracia, riesgo de autoritarismo, con propuestas no aplicables). Para Milei, pragmáticamente, “el problema es que me hagas pagar a mí”, por lo que acepta la prostitución, el consumo de drogas, la venta de órganos, cualquier señal de destrucción de la cohesión social, siempre y cuando no genere gastos. Desde la administración esto ocupó un lugar desde hace años. Gouillart y Kelly, en el lejano 1996, apuntaban sobre la erosión de los viejos contratos sociales y de la emergencia de los “modelos darwinianos de la supervivencia individual”. Pero lo más rudo, y que forma parte de las narrativas de las que abreva Milei, es lo apuntado por McDonald’s (citado por Ray Kroc, en 1973): “Es ridículo decir que esto es una industria. Lo que hay son ratas que devoran a otras ratas, y perros que devoran a otros perros. Yo me los como, y voy a comérmelos antes de que ellos me devoren a mí. Estamos hablando del sistema norteamericano de supervivencia del más apto”. En este panorama Milei, no lo digo yo, cito a The Economist, es un peligro para la democracia. Un voto alejado de este darwinismo ramplón es una tarea a construir. Y es un asunto principal de los argentinos, es cierto, pero dice el Papa en Laudato Si’, Nada de este mundo nos resulta indiferente. No es carta en blanco, es un valladar a los que pretenden mercantilizar la humanidad.

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