Vox, partido conservador español, es integrante de un espacio político más amplio: el Partido de los Conservadores y Reformistas Europeos. En lo doméstico, la agenda de los derechos humanos no forma parte de sus reivindicaciones, por lo que no son consideradas las demandas del colectivo LGTB, las alusiones a la igualdad de género o la reivindicación del derecho al aborto (muy lejos de entenderlo como un asunto de salud pública). En una sociedad más abierta, las posturas de Vox ocuparían un lugar secundario socialmente, empero, en la sociedad española ha crecido su presencia. El peso del franquismo está presente en los sedimentos de la sociedad. En este crisol problemático, vale preguntar, ¿Vox es distante de la cultura de la plusvalía, no hay nexos con ella?
La reciente experiencia francesa también abre múltiples preguntas sobre las lecturas de lo ciudadano, las exigencias y necesidades de un mundo convulsionado. Recordemos que Macron obtuvo en el conteo final el 58.6% de los votos (18 millones 768 mil 639 votos), frente a un significativo 41.4% obtenido por Marine Le Pen (13 millones 288 mil 686 votos). La prensa internacional cabecea en los diarios y noticieros que Le Pen conquistó un tercio de Francia, lo cual es innegable. La presencia de la ultraderecha francesa es evidente en esta demostración de la anatomía política francesa, producto sin duda relacionado con la crisis económica, el desempleo, una globalización con repercusiones lesivas en el mercado interno y con una carga que ve al fenómeno migratorio –en particular en los grupos poblacionales fronterizos- como un causante principal de los males que aquejan a Francia (un discurso que atraviesa fronteras, y se aprecia frente a los turcos en Alemania, los centroamericanos en franjas poblacionales en México y los latinos en Estados Unidos de América). ¿En la representación política de la ultraderecha francesa tendrá un relieve importante la cultura de la plusvalía?
Dejemos Europa y pongamos nuestra mirada en América Latina. Argentina, 1921: “El que no está con la Patria, es enemigo de la PATRIA.” (SOCIEDAD RURAL DE RÍO GALLEGOS, 27 de mayo de 1921). En esos años lejanos, hay una placa, plantea O. Bayer, historiador argentino, poniendo atención en un detalle, “que ostenta la tumba del verdugo fusilador, el teniente coronel Varela: ‘Los británicos residentes en el territorio de Santa Cruz a la memoria del teniente coronel Varela, ejemplo de honor y disciplina en el cumplimiento del deber’ […] defender la propiedad británica”, agrega Bayer. La muerte de tantos peones, esos sí productores rurales, no estancieros, no fueron motivo de preguntas, de placas, por no haber constancia. El lenguaje de los fusiles fue claro: “El que no está con la Patria, es enemigo de la PATRIA”.
“Después de vivir un siglo”, 2022, Tractorazo en Argentina, acción impulsada por la agrupación Campo + Ciudad, que se define como organización apartidaria, en aras de que cualquier persona “pueda progresar en Paz y en Libertad”. Pero como ocurre en todas las organizaciones, se aprecian nexos estrechos con fuerzas partidistas. Una parte de los dueños del campo plantearon, el 23 de abril 2022, un ultimátum: "Recuperar el país por las buenas o por las malas". Así termina su documento. No hay medias tintas. Parte del argumento ubica al gobierno actual formado por vándalos y usurpadores, aunque vale recordar que hubo elecciones de las que devino el actual gobierno, y fueron hace poco, en octubre del 2019, así como antes también se fugaron 45 mil millones de dólares. ¿Los que sacaron los dólares tendrán relación con los que plantean recuperar el país por las buenas o por las malas, o en palabras centenarias, con los que argumentaban que “El que no está con la Patria, es enemigo de la PATRIA”? Esa historia trágica no es de la Patagonia solamente, sino de la Argentina toda.
Concluyamos esta narrativa, nada democrática, sí cargada de violencia, cobijada por parte de la oposición al gobierno actual, con una demanda temeraria: “Queremos nuestro país de vuelta. Nos lo van a devolver”. Expresiones cargadas de violencia en el lenguaje, en la puesta simbólica en escena de colgados con las caras de referentes políticos (la vicepresidenta Cristina Kirchner, entre otras) y del movimiento social (las Abuelas de Plaza de Mayo, como ejemplo). Pero otras personas, por ejemplo el ex presidente M. Macri, fueron testigos de otra realidad: "El gobierno kirchnerista volvió con más de lo mismo, queriendo pisar al campo otra vez, pero fue el campo el que se hizo escuchar pacífica y respetuosamente. Felicitaciones”. O sea que lo de “Queremos nuestro país de vuelta. Nos lo van a devolver”, así como lo de "Recuperar el país por las buenas o por las malas", o es una mala broma o algo que exige una Fe de erratas. ¿Esta exigencia por la devolución del país, por las buenas o las malas, tendrá alguna relación con la cultura de la plusvalía, la búsqueda de la ganancia por las buenas o por las malas?
En los tres casos, como sea, se trata de expresiones del conservadurismo con base social, lo que exige su estudio.
Todo esto viene a cuento por la emoción de leer al escritor argentino Guillermo Saccomanno, que en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que se realiza en La Rural (lugar emblemático, cargado de símbolos), formulaba una pregunta directa, sin anestesia: “¿Acaso hay un afuera de la cultura de la plusvalía?” Sobre La Rural, espacio cargado de símbolos, apunta: “La Feria siempre me generó tensión. Y no sólo porque uno se topa con un injuriante pabellón Martínez de Hoz, que homenajea al esclavista y saqueador de tierras indígenas, antepasado del tristemente célebre economista de la última dictadura”. Fuera red de protección, al criticar una “institución que fue instigadora de los golpes militares”, con el correlato del asesinato de escritores y destrucción de libros. Qué cerca el Tractorazo y su ultimátum de por las buenas o por las malas; qué pertinente la pregunta: ¿Acaso hay un afuera de la cultura de la plusvalía?