Batallas en el desierto”, sin duda. Una ofensiva general, masiva en algunos casos, selectiva en otros, pero Israel está empeñado en desestabilizar (¿será la mano larga de otras fuerzas de Occidente?) en extremo al Medio Oriente. La popularidad de Israel frente al mundo está en tendencia decreciente: no es para menos, si se introduce el peso del genocidio, el odio sin límites y la muerte como una condena diaria, minuto a minuto, sin pausa, contra el pueblo palestino. Las acciones ordinarias del gobierno y fuerzas armadas de Israel tienen costos visibles, aunque parece importar poco para la impronta mesiánica de ocupar y expandir -despojo mediante- la “tierra prometida”.

En Gaza la historia continúa. Bombardeos nada quirúrgicos, como el que sufrió el hospital Kamal Adwan. Un hospital, y refugio al mismo tiempo, arrasado. Dos niños que estaban en cuidados intensivos murieron, porque al bombardeo se sumó la entrada de militares israelíes disparando a todo lo que se moviera. A la hora de la balacera interna, se notifica que había 70 miembros del personal médico, 195 pacientes y familiares y amigos, ese resguardo de afectos destruido por los pistoleros israelíes. Destrucción de instalaciones, ambulancias y un generador de energía, tan necesario en los hospitales, aunque los muchachitos que estaban en cuidados intensivos ya no lo necesitarán. ¡Qué dolor por ellos y por los que quedan!

Los barrios residenciales no se salvan del odio. La casa, ese lugar de protección, resguardo y sombras (por ejemplo, lo planteado por Víctor Manuel Ortiz, La casa. Una aproximación, 1987), materialización de los fragmentos sociales, es también un lugar en el que pueden coexistir la protección y el sufrimiento. En Gaza han perdido, a fuerza de balas y bombas, la cualidad de ser espacios para la protección, pues son objeto de las miras telescópicas diagramadas para la destrucción de lo material y lo humano: un número mayor a las 30 personas, en particular niños, murieron en la zona residencial Beit Lahia. Por cierto, producto de los escombros, los testimonios ilustran de las dificultades para llegar a atender a los heridos, recoger a los muertos, desenterrar a los sepultados, que accedieran las ambulancias. La vida no vale nada, ¡para algunos!

Vamos a otro abecedario de la muerte, a Líbano. Allí, en el sureste, se registraron otros daños, para nada colaterales, seguramente programados: el bombardeo de las Fuerzas de Defensa de Israel que generó el asesinato de tres periodistas en la madrugada, mientras dormían, en un centro en el que estaban muchos otros colegas de medios informativos, en especial de fuentes libanesas y árabes. De terror, gente dormida que jamás despertó, fulminada en el acto salvaje de ese “faro de occidente” entrenado para matar. ¿Accidental? No es accidente, es algo socialmente producido; no colateral, buscado. Se trata de ataques ordinarios contra profesionales de los medios de comunicación. La muerte como metáfora del silencio.

En el caso de Irán, otra es la lectura. El bombardeo israelí produjo, se informa, la muerte de 4 soldados del ejército, no de la Guardia revolucionaria, se enfatiza, en parte como una forma de disminuir el efecto del bombardeo. Asimismo, se señala que fueron objetivos militares, no civiles (¡uff, qué descanso!). En coincidencia con Mauricio Meschoulam (Ataque de represalia de Israel contra Irán: primeras notas, El Universal, 6/10/2024), Irán e Israel “están ya atacando sus respectivos territorios de manera directa y abierta, lo que no se había observado en la región hasta este punto. Es decir, la guerra entre estos países existe desde hace muchos años, pero se trataba de una guerra de “baja intensidad”. Lo que viene después de esto, es una interrogante.

Se discute por los analistas internacionales sobre el control de daños y que se trató de un ejercicio de medición de fuerzas. Incluso, de procesos de negociación previos a ataques más espectaculares. Todo puede ser posible en este mundo al revés.

Pero esta actividad policéntrica puede escaparse de las manos. El domo de hierro de Israel está en entredicho. En los combates cuerpo a cuerpo, como parte de la estrategia de fuerzas militares no convencionales, no les está yendo muy bien a las tropas de Israel. Jóvenes de Israel también que están muriendo, de 20, 22 años. Pienso en sus padres y el dolor atravesado, su angustia. Me viene a la memoria el texto Indignación, de Philip Roth (gran escritor estadounidense, de origen judío, hombre sensible y crítico), en esas despedidas de los padres, los amigos, las novias y novios, de los chicos que partían a la guerra (el caso de Corea) con la incertidumbre de si regresarían, una pregunta-preocupación que continúa en otra saga y otra guerra. Gran parte, a estas alturas del conflicto, responsabilidad de la sinrazón de B. Netanyahu, y de su sustento social.

No sé si el conflicto escalará, algunas piezas en la escena apuntan en un sentido afirmativo. Por ejemplo, el “Comunicado del Ministerio iraní de Exteriores sobre el acto de agresión del régimen sionista Teherán, 26 de octubre de 2024. En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso. El Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Islámica de Irán considera la agresión del régimen sionista contra varios centros militares en Irán como una flagrante violación del derecho internacional y de la Carta de las Naciones Unidas, especialmente del principio de prohibición de amenazas o uso de la fuerza contra la integridad territorial y la soberanía de las naciones, y la condena enérgicamente. Como han reiterado en numerosas ocasiones las autoridades competentes de la República Islámica de Irán, la nación, basándose en su derecho inherente a la legítima defensa —reflejado también en el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas—, se considera en su derecho y con el deber de defenderse ante actos de agresión externa”.

El abecedario de los daños de este entramado de odios, posicionamientos geoestratégicos y de negocios, no para: Gaza, Irán, Líbano, Siria, Yemen. Gaza en

el centro por su significación. Hay condenas a la agresión de las fuerzas de ocupación de Israel, ¿son suficientes? ¿Hacen falta otras iniciativas más radicales? ¿Cómo se relaciona este escalamiento del conflicto con la iniciativa y reunión de los BRICS y con el, a días, proceso electoral estadounidense?: “Han asesinado a mucha gente inocente y esto tiene que parar”, señaló el presidente estadunidense, Joe Biden, al ser interpelado sobre la situación en Gaza por manifestantes pro palestinos en el estado de Arizona, reportó la cadena catarí Al Jazeera. ¿Está haciendo algo el gobierno demócrata por atemperar realmente el conflicto? ¿A quién se refiere Biden cuando habla de gente inocente asesinada y de que “esto tiene que parar”? Pareciera que es una alusión dirigida al gobierno de Israel, pero en la acción política no se aprecia esto de manera suficiente.

La preocupación por la paz pasa por la acción colectiva para construirla, y frenar el belicismo del régimen sionista. Enfatizaba mi colega Arnulfo Arteaga, en la necesidad de hacer “énfasis en el carácter sionista del Estado israelita, que a estas alturas lo asimila al Nazismo y se convierte en NaZionismo. Herencia perversa de quienes fueron los causantes del Holocausto”. Upa, se oye bravo, pero hay razones para coincidir.

(Profesor UAM)

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