Pese a los malos augurios y las descalificaciones, el primer ejercicio de consulta respecto a la revocación de mandato celebrado este fin de semana, fue un éxito y envía un fuerte mensaje a sus denostadores respecto del creciente empoderamiento popular en los asuntos públicos del país.

La jornada representa una reivindicación de amplios sectores de la sociedad que durante años demandaron prácticas de participación política colectiva y organizada que les fueron negadas. Basta recordar como en la reforma constitucional de 2014, que reconoció como derechos ciudadanos —con limitaciones— instrumentos importantes de la democracia directa: candidaturas independientes; iniciativa popular y consulta popular. Sin embargo, el derecho de evaluar y sancionar al titular del gobierno fue negado hasta el 2019, cuando se sumó el derecho a participar en los procesos de revocación de mandato del presidente de la República.

Más allá de los análisis triviales de los resultados, con los que ahora se pretende descalificar el proceso al señalar que el presidente López Obrador recibió la mitad de los votos para su ratificación respecto a los votos con los que fue electo, la afluencia de más de 16.2 millones de personas a las urnas resulta contundente.

Esta afirmación falaz podría extenderse igualmente a todas las fuerzas políticas. Así, si comparamos los resultados de las elecciones intermedias en 2021, el número de votos emitidos en el referéndum revocatorio representan los votos que obtuvo Morena con 16.7 millones; el doble de los obtenidos por el PAN, el doble de los emitidos por el PRI, cinco veces más que los emitidos entonces por MC, entre otros casos, pese a que fueron instaladas solo el 35 por ciento de las casillas respecto a 2021, cuando se instalaron 161,025, frente a las 56 mil 465 casillas instaladas el domingo pasado.

Por otro lado, una encuesta de salida sobre el perfil de los votantes y su identidad partidista, señala que el 47 por ciento de los participantes eran morenistas, 43 por ciento apartidistas y 6 por ciento de otros partidos. Lo que da cuenta de cómo la ciudadanía ha comenzado a tomar las decisiones políticas en sus manos y a mostrar también sus disensos, pues del total de participantes más de un millón de estos expresó su deseo de revocación.

El resultado también da cuenta de la incomodidad de algunos sectores para que la revocación de mandato se convierta en un mecanismo eficaz de sanción popular del mal ejercicio de gobierno, más aún porque incentiva la capacidad de veto de la población en la toma de decisiones que impactan al país.

Esto tampoco es fortuito, la consulta popular, tanto en México como en América Latina, tiene su raigambre en las luchas sociales contra las dictaduras militares y por la conquista de derechos políticos. Por lo que las resistencias también expresan preocupaciones de las élites políticas, que niegan la capacidad popular en la toma de decisiones políticas. Nada más falso y doloso para la democracia y para llevar a su pleno ejercicio lo establecido en nuestra Constitución sobre la soberanía popular y la participación directa como su expresión emblemática, que permite generar mecanismos de evaluación estrictos de la vida política nacional y con ello, un precedente que no podrá revertirse.


Subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración

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