Ayer se cumplieron 10 años de que las madres y familias buscadoras realizan la Marcha de la Dignidad Nacional, retomando la fecha del 10 de mayo como un momento para visibilizar el trabajo que han desarrollado en la búsqueda de sus hijos y familiares, pero sobre todo su exigencia de verdad y justicia.
Rastrear, buscar, encontrar un ser querido, durante mucho tiempo quedó en manos de las familias de personas desaparecidas. La incertidumbre, la duda: “¿Dónde están?”, sus hijos, hijas, esposos, lo que las ha llevado a recorrer el territorio de un país agraviado, en el que se estigmatizaron a las familias buscadoras para justificar su llamada guerra contra el narcotráfico.
De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y no Localizadas de la Comisión Nacional de Búsqueda, el número de reportes de personas desaparecidas o no localizadas alcanza la cifra de 87,705 personas entre el 15 de marzo de 1964 y el 10 de mayo de 2021. Los estados que concentran el mayor número de reportes son: Jalisco, Michoacán, Ciudad de México, Tamaulipas, Nuevo León, Guanajuato, Sonora, Sinaloa, Zacatecas y Estado de México, los cuales concentran el 76.21 por ciento de los reportes de diciembre 2018 al 7 de abril de 2021.
En tanto que las entidades federativas con mayor número de fosas clandestinas son Colima, Veracruz, Guerrero, Guanajuato, Sinaloa, y Sonora; y los municipios con el mayor número de cuerpos exhumados son: Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco (277); El Salto, Jalisco (199); Tecomán, Colima (171), Zapopan, Jalisco (156); Mazatlán, Sinaloa (101), en el mismo periodo.
El trabajo que estas mujeres: madres, esposas, hermanas, hijas han desarrollado en la búsqueda de personas desaparecidas, pese a las inercias y resistencias que prevalecen del viejo régimen para dar un giro hacia una política pública donde el Estado asuma su responsabilidad para garantizar el derecho de toda persona desaparecida a ser buscada y para retornar con su familia.
No está de más decir, que esta política tiene un componente de género primordial, ya que la fortaleza y sensibilidad que estas mujeres han desarrollado en la búsqueda de sus seres queridos tiene la capacidad de construir comunidad. Sus experiencias y las formas de resistencia, les han permitido resignificar los escenarios de terror que han enfrentado, y con ello, resarcir de manera incipiente el tejido social fracturado por la desaparición de sus familiares, por la corrupción, la impunidad y la violencia.
La experiencia y el conocimiento que estas mujeres y sus familias han construido son hoy un pilar en las labores de búsqueda, en recuperar la identidad de las personas desaparecidas o encontradas en fosas clandestinas, en la reivindicación del derecho humano a ser buscado y a regresar a casa, es decir: a dignificar a todas las personas.
La labor de estas mujeres, que ayer concurrieron en la X Marcha de la Dignidad Nacional, así como cotidianamente en muchos otros ámbitos de la vida pública y del territorio nacional, merece nuestro reconocimiento. Su entrega y fortaleza por no cejar en la búsqueda de sus seres queridos y en la construcción de un proceso de verdad, memoria y justicia obligan al Estado mexicano a dar respuesta puntual para que estos crímenes no pervivan en la impunidad.
Subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración