Se cumplieron 5 años del inicio de un viraje profundo hacia la izquierda del régimen político en nuestro país, estableciéndose una transformación que pone énfasis en el combate a la desigualdad, el respeto a la dignidad humana, el ejercicio pleno de los derechos humanos y las libertades políticas de todas las personas. Se ha encarado el deterioro social, político y económico en el que se encontraba inmerso el país, reconfigurando el papel rector del Estado y el cumplimiento de sus responsabilidades sociales.

A 5 años del inicio de esta transformación, se han desarrollado procesos políticos y sociales incentivados por una nueva mayoría que goza de amplia legitimidad, lo que ha permitido recuperar la centralidad de la participación social en las políticas del Estado, la reconfiguración del sistema de partidos, que hoy evidencia su agotamiento y debilidades: el desmantelamiento del corporativismo que persistió en los sexenios panistas, acabando con las cadenas de intermediación que soportaron el sistema clientelar de representación social, lo que ha permitido avanzar, hacia la libertad y democracia sindical, dando voz a sus agremiados en la elección de sus directivas sindicales y en la aprobación o rechazo de sus contratos colectivos de trabajo. Se ha reducido la subcontratación: casi 3 millones de personas trabajadoras han pasado a ser contratadas por empresas formales, lo que se asocia con una recuperación sin precedente del poder adquisitivo del salario mínimo y en el número de beneficiarios en el IMSS.

La clase trabajadora hoy tiene mayor libertad, mayor poder de negociación ante sus patrones y mejores ingresos.

Los programas sociales han transitado del esquema focalizado y condicionado, inherentes al clientelismo, a un esquema universal garantizado en la Constitución. Este año, más de 25 millones de personas recibirán apoyos de los Programas para el Bienestar sin ningún condicionamiento. Lo que implica mayor bienestar económico para las familias y libertad política para la ciudadanía.

Se ha enfrentado, sin ambigüedades, la crisis de derechos humanos. Además de atender la urgencia del daño causado por la indolencia del antiguo régimen, se han generado nuevas capacidades para atender las violaciones de derechos humanos de las personas. Es el caso del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas y no Localizadas y sus instrumentos, como la creación del Centro Nacional de Identificación Humana; la regularización de personas migrantes por razones humanitarias, que ha beneficiado a más de 400 mil personas; se instaló el Mecanismo de seguimiento a Casos de Tortura Sexual Cometida contra Mujeres; se han consolidado los programas de atención especializada en materia de violencia contra las mujeres; se ha robustecido el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas; se ha diseñado un nuevo modelo de atención a víctimas, y se han atendido conflictos agrarios y en comunidades indígenas, entre otras acciones.

En estos años se ha trabajado para hacer realidad el cambio hacia un modelo democrático con un amplio respaldo social, independientemente de las inercias y resistencias políticas de los grupos de poder nostálgicos del viejo régimen autoritario de corrupción e impunidad.

Los logros alcanzados forman parte ya de la memoria social y de la edificación de un ser colectivo fundado en el interés público, que busca dejar atrás el individualismo y la falsa competencia que justificó procesos de acumulación voraces que empobrecieron y violentaron al país. Nos encontramos en un proceso de transformación que aún tiene pendientes, pero que abre paso a las clases sociales antes ninguneadas y a los grupos históricamente excluidos en las épocas obscuras del neoliberalismo en nuestro país.

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