La conmemoración del centenario de la fundación del Partido Comunista Mexicano, representa una oportunidad para hacer una reflexión del papel y trascendencia que jugó esta organización en la vida política del país durante los 62 años de su existencia.
Esta reflexión debe realizarse sin nostalgia ni mezquindad alguna. Nostalgia de una organización idílica que, por voluntad propia, decidió disolverse para alentar la unidad de las izquierdas, ni mezquindad, respecto a reconocer los méritos de una lucha, heroica en muchos casos, que enfrentó a un partido hegemónico y a un Estado autoritario.
El balance merece reconocer los claros y oscuros de su historia, asumiendo, que el PCM fue la expresión más importante del amplio espectro de corrientes que conformaban a las izquierdas mexicanas en el siglo XX, hasta su disolución en 1981, que dio cause a una lucha ante la ideología de la Revolución Mexicana, y al mismo tiempo, contra la visión hegemónica del socialismo impuesta, desde la Unión Soviética.
No puede entenderse el desarrollo del PCM sin comprender los complejos contextos políticos que enfrentó desde su formación en 1919, a finales de gesta revolucionaria, dos años después de que fue aprobada la primera constitución social del mundo, que retomó postulados fundamentales de la izquierda, y al mismo tiempo, dos años después del triunfo de la revolución bolchevique en la Rusia zarista.
Desde sus orígenes, el PCM se debatió en una tensión permanente entre el Estado posrevolucionario y la Guerra Fría, con la conformación de un proyecto socialista propio, imbuido en un debate que prevaleció hasta los años 70, ante la disyuntiva: democracia o revolución.
A finales de los años sesenta, tras la represión al movimiento ferrocarrilero y al magisterio que demandaban libertad y democracia sindical, el PCM enfrentó una ruptura de la que emanó un nuevo núcleo dirigente encabezado por Arnoldo Martínez Verdugo, que planteó dejar atrás la visión dogmática predominante, abrirse a nuevas ideas y dejar atrás el alineamiento a Moscú.
Son años donde triunfa la Revolución en Cuba; surgen los movimientos de liberación nacional; el movimiento pacifista contra la guerra en Vietnam, y cuando se realiza, en 1964, la primera incursión electoral de los comunistas, con el Frente Electoral del Pueblo, encabezado por Ramón Danzós Palomino, en un escenario contrastado por la represión al movimiento obrero y el asesinato de Rubén Jaramillo, con la nacionalización de industria eléctrica, la creación del ISSSTE y del INPI y el establecimiento del libro de texto gratuito.
Tras la represión al movimiento estudiantil en 1968, toma fuerza el planteamiento para dar los primeros pasos hacia la conformación de un partido de masas, al tiempo que marca distancia con Moscú al condenar la invasión de las tropas del Pacto de Varsovia a Checoslovaquia.
En 1976, el PCM postula la candidatura, sin registro, de Valentín Campa a la presidencia de la República, en un proceso donde el PRI postula como candidato único a José López Portillo. Campa obtiene un resultado inesperado sumando cientos de miles de votos, lo que alentó una reforma política.
La reforma política provocó una redefinición en el partido que rompe con los dogmas tradicionales del comunismo internacional, dejando atrás la revolución proletaria y la dictadura del proletariado, para asumir el paradigma de la lucha democrática.
Lo que implicó, además, alentar la unidad de las izquierdas. Así surge la Coalición de Izquierda, en las elecciones de 1979 donde el PCM obtiene su registro con el 5 por ciento de la votación y, posteriormente, tras disolución en 1981 se forma el PSUM; en 1987, con la suma del PMT y otros grupos, el PMS: y más adelante, ante la ruptura de la Corriente Democrática del PRI, El PMS se suma en 1988 al FDN al declinar Heberto Castillo su candidatura y, más adelante, cede su registro para la fundación al PRD.
No puede eludirse en la historia del país el papel del PCM y sus contribuciones para alcanzar una transición que ha permitido la conformación de la nueva mayoría que hoy se encuentra al frente del país.
Subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración