El Partido de la Revolución Democrática, el partido que surgió de un largo proceso de fusión de diversas organizaciones de las izquierdas que dejaron atrás la lucha revolucionaria para asumir el paradigma democrático. El partido que dio cauce al movimiento encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas y el Frente Democrático Nacional en 1988.

El partido que en su momento logró una fuerte raigambre popular y los primeros triunfos en gobiernos locales, y que fue despojado de la Presidencia de la República en 2006. El partido, que en algún momento representó la esperanza para millones de mexicanos, ha desaparecido.

Su burocracia dirigente empeñó innumerables esfuerzos por logarlo, que pueden resumirse en cuatro reglas básicas:

1. Corrompe a los dirigentes y a la base partidista. Convierte las corrientes de pensamiento en grupos de interés y distribuye entre éstos, siempre de manera proporcional, las candidaturas, los cargos de dirección, las prerrogativas y las oficinas, hasta los clips y las hojas. Divorcia al partido de las causas sociales. Contrata a los militantes para servir a tu corriente, convirtiendo en bolsa de trabajo la promoción del voto y el cuidado de las casillas, aunque al final tu representante en la casilla no haya ni siquiera votado por tu partido durante la jornada.

2. Si es preciso, comete fraude en tu propia casa. Lo importante es mantener el control del aparato y las prebendas, no la transformación política. Si pierdes la elección interna por la dirección nacional, como sucedió en 2009, altera los paquetes electorales, rellena las urnas en alianza con los gobernadores afines, y si eso aún no funciona, acude a Felipe Calderón y el tribunal electoral para que otorguen la franquicia.

3. Suma a ello el profundo resentimiento hacia Andrés Manuel López Obrador y convierte tu ruptura en un colapso. Firma el Pacto por México por más que contravenga tu propia declaración de principios y programas.

4. Finalmente, en plena decadencia, coalígate con el PRI y con el PAN, con los partidos conservadores, con tus contrarios, quienes representan la antítesis de tu proyecto. Con quienes asesinaron a más de 600 militantes de tu partido, quienes te despojaron de triunfos electorales. Lo importante es mantener la franquicia y los privilegios para la burocracia.

En los últimos días, algunos comentaristas, señalaron que, con la pérdida del registro del PRD, partido que detentaba el registro obtenido por el Partido Comunista Mexicano en 1979, se ponía fin al legado político de los comunistas mexicanos, como si un papel determinara la presencia, aportaciones de una de las corrientes de la izquierda fundamental en la transición de nuestro país. Cuando esa corriente tomó distancia años atrás de un proyecto que abdicó de las causas populares para sumarse a la transformación que vive el país.

El hecho político es claro. Tras 35 años de existencia, el voto popular decidió que el Partido de la Revolución Democrática perdiera su registro, con lo que, a final de cuentas, no se perdió nada.

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