“Antes éramos el patito feo, ahora somos un pavorreal”, con esta frase me despidió doña Tere al salir del Barco Utopía, ubicado en Periférico Oriente y Eje 6 Sur, frente a la Unidad Habitacional Vicente Guerrero en plano corazón de Iztapalapa.
Acudimos a esta alcaldía a la puesta en marcha del Sistema Público de Cuidados, primero en su género en la Ciudad de México y en el país, derivado de la norma establecida en la Constitución capitalina, que en 2017 estableció el Derecho al Cuidado como una nueva generación de políticas de igualdad y justicia social, que comprende las acciones públicas dirigidas a la organización social y económica del trabajo destinado a garantizar el bienestar físico y emocional de las personas a lo largo de su vida.
En los últimos años se ha redimensionado la demanda de cuidados con énfasis en personas con diversos grados de dependencia, que siempre ha sido resuelta con el trabajo de las mujeres en los hogares. Tras los cambios derivados de la incorporación de las mujeres al mercado laboral; el aumento en la esperanza de vida; el incremento de las enfermedades crónico-degenerativas; la persistente organización injusta de los cuidados por género, edad e ingreso, que se profundizó durante la contingencia sanitaria por Covid 19, por el cierre de escuelas y centros de cuidado infantil, a lo que se sumó la demanda de atención de la gestión escolar y el tiempo de cuidado infantil y adolescente en las familias; el “teletrabajo” y de los problemas de salud mental, asociadas a las medidas de aislamiento social e infodemia con manifestaciones de insomnio, cuadros de ansiedad, angustia, desórdenes alimenticios, por el estrés adicional en los hogares.
Ahí la importancia y oportunidad del modelo de ciudad cuidadora en Iztapalapa, la alcaldía más poblada de la ciudad, donde se entretejen diversos ecosistemas de cuidado para gestionar las diversas dimensiones de la vida cotidiana, promoviendo entornos libres de violencia, de accesibilidad universal, movilidad y disfrute del tiempo libre, con programas culturales, deportivos y de desarrollo comunitario que atienden la diversidad de las familias y dignifican la vida de las personas.
Este modelo se expresa como parte de las Utopías en Iztapalapa, donde se ha edificado una vía para combatir las desigualdades, que buscan recuperar la armonía y convivencia familiar y comunitaria, recuperando el urbanismo con dimensión social.
Al desarrollo de las más importantes obras de infraestructura realizadas en la ciudad como el Cablebús, el Trolebús elevado, la electrificación e iluminación de prácticamente la totalidad de las calles de la alcaldía, se suman más de medio millón de metros cuadrados en los que se han construido 12 Utopías, en las que se realizan actividades recreativas, culturales y deportivas, se combaten las adicciones y las violencias contra las mujeres, se da acceso a servicios antes inalcanzables a la población de esta demarcación desde centros cibernéticos, escuelas de cine y música, hasta pista de patinaje en hielo y albercas olímpicas, donde además se han establecido ya los centros del Sistema Público de Cuidado, donde las personas reciben terapías de rehabilitación, servicio de lavandería, comida para llevar y hasta salas de masajes.
Acciones que han permitido una disminución del 50 por ciento en la incidencia delictiva, una mejora en la percepción de seguridad, pero en particular la dignificación de los habitantes de Iztapalapa y de sus espacios públicos, avanzando en la transformación de la ciudad hacia condiciones de vida más igualitarias. Lo que permite presumir a doña Teresa que Iztapalapa ha dejado de ser el patito feo.