Los resultados que arroja la jornada electoral dominical marcan un hito en la construcción de un nuevo régimen político en nuestro país.

La mayoría apabullante construida en torno a la primera mujer al frente de los destinos país, representa más allá de la contienda del resultado electoral, un profundo cambio cultural en una sociedad impregnada por el machismo dentro de un sistema patriarcal, que durante muchos años sostuvo que las mujeres no eran capaces de gobernar y que México era muy “macho” como para elegir a una mujer.

Nuestras abuelas nacieron en un país donde las mujeres no podían votar, hoy, 70 años después, las niñas mexicanas van a crecer sabiendo que pueden ser lo que ellas deseen, incluso presidentas de su país. Como lo demuestra la elección del domingo pasado, donde nueve de cada diez mexicanos votaron por una mujer.

Otro cambio cultural, es la derrota de la antipolítica y del oportunismo, cimentado en un discurso de encono y odio, fundado en la mentira, la calumnia, la difamación, la diatriba e incluso, el antisemitismo, que unió a los contrarios en torno de una burocracia política regenteada por un empresario, que sucumbió ante la ambición y la defensa de sus privilegios, sepultando a su paso un agotado sistema de partidos que en su renovación despertará fuerzas políticas que durante años prevalecieron en la obscuridad, asociadas a los intereses más conservadores.

La elección fue, además de un proceso en el que se eligió el mayor número de cargos de representación popular en la historia del país, un referéndum sobre el gobierno del presidente López Obrador, donde se incubó un discurso de rencor social, que nuevamente fracasó, como lo acredita la aceptación social del presidente del 80 por ciento al cierre de su mandato.

Ante el fracaso de su campaña presidencial, la coalición opositora centró su atención en la Ciudad de México, donde alentó una campaña que buscó crear la percepción de que se trataba de una elección competida en la que al final de proceso las tendencias favorecerían a su candidato. Si bien la campaña preocupó a algunos incautos, las encuestas serias, el trabajo territorial y la propia campaña daban cuenta de una tendencia en favor de Clara Brugada. De nueva cuenta, las campañas sucias de desinformación fracasaron. Clara obtuvo una diferencia de alrededor de 15 puntos en su favor, una amplia mayoría en el Congreso local y la mayoría de las alcaldías, lo que contribuyó a edificar la mayoría calificada que la presidenta Claudia Sheibaum representará en el Congreso de la Unión.

Tiempos nuevos se viven en nuestro país y en la Ciudad de México. El acuerpamiento de la derecha más conservadora nacional con la ultraderecha internacional, ha incorporado a la agenda nacional la lucha contra el fascismo y la necesaria defensa de la paz en el mundo.

La Ciudad se consolidará como el centro de las libertades y derechos de las personas, para avanzar en una ciudad de cuidados y bienestar. La perspectiva de género abarcará las políticas y programas públicos, así como las formas de ejercicio de los gobiernos.

La mayoría calificada en el Congreso de la Unión y el amplio poder público que la elección otorga a la izquierda con la mayoría de los gobiernos estatales y en los congresos locales, así como con el gobierno en alcaldías y municipios a nivel nacional, implica una reflexión profunda sobre el ejercicio responsable de esta nueva mayoría teniendo presentes las luchas que le dieron origen contra el autoritarismo, el partido hegemónico, las libertades políticas y la defensa de los derechos humanos en el ejercicio de esta nueva gobernabilidad democrática.

La lección es clara: Ante el odio, la esperanza.

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