La narrativa clásica de la mayoría de los documentales sobre migración se enfoca por lo general en el viacrucis de las familias migrantes y en los motivos que los orillan a recorrer kilómetros, sortear peligros y soportar vejaciones en un país que no es el suyo.
En Ya me voy (Mexico, 2018) -el tercero y segundo largometraje, respectivamente, de los cineastas veracruzanos Armando Croda y Lindsey Cordero- seguimos la historia de Felipe, mexicano oriundo de Guerrero que en 1999 emigró a los Estados Unidos para asentarse en el Bronx.
A más de 15 años de vivir en Nueva York, Felipe está pensando en regresar. Sus motivos son uno solo: César, su hijo menor que está a punto de cumplir 16 años y del cual resiente la ausencia, particularmente el hecho de que César no sólo no lo conozca, sino que nunca le ha dicho papá, ni siquiera en alguna de las múltiples llamadas telefónicas que le hace desde Estados Unidos hasta Guerrero.
Felipe es un personaje muy singular; dicharachero y bailarín, se mueve con la ligereza de quien ya domina la urbe de hierro. Camina por las calles de Manhattan con sendo sombrero de charro, como gritando a todos “aquí hay un mexicano”, un lance que no deja de ser una provocación, toda vez la xenofobia promovida por el mismísimo presidente Trump en contra de los mexicanos.
Los cineastas recorren el día a día de Felipe -con cámara al hombro y en tremendo close up al rostro-, acompañándolo en alguno de sus múltiples empleos: mandadero en una tienda de artículos “mexicanos”, pepenador de botellas vacías, cantante, etc. En todos ellos, Felipe demuestra no sólo el orgullo de ser mexicano sino el problema de la ambivalencia de los que están aquí, pero también están allá.
Justo cuando Felipe estaba convencido en que era tiempo de regresar, su familia le avisa de cierta deuda importante que hay que pagar, lo cual lo obliga a quedarse indefinidamente. Es ahí donde las dudas de nuestro protagonista -que al final pueden ser las dudas de cualquier migrante- emergen: ¿qué pasa con la familia luego de 15 años de no verla?, ¿ellos realmente quieren que regreses?, ¿sólo les importa el dinero que mandas?
Con su documental, Lindsey Cordero y Armando Croda entregan el Lado B de la migración, la circunstancia de aquellos que alcanzaron “el sueño americano” y que ahora se ven en la disyuntiva de regresar. En el camino, ilustran también una Nueva York multicultural, donde no es extraño que convivan tantas culturas tan diversas y donde la imagen de un hombre caminando por Manhattan con sombrero de charro, deja de ser extraña: al fin ciudad santuario, Nueva York abraza esa y mil historias más.