El puritanismo crea monstruos. Esa es la idea seminal con la que el realizador oriundo de Delaware, Ti West, sostiene su famosa trilogía compuesta por ‘X’ (2022), ‘Pearl’ (2022), y ahora la recién estrenada MaXXXine (2024).
El monstruo en la primera entrega, esa anciana llamada Pearl que ve con ojos de lascivia y envidia a los jóvenes que llegan a su granja a filmar una cinta porno, es la misma que veremos en la secuela (en realidad precuela), donde nos enteramos cómo es que la joven Pearl terminó convertida en psicópata asesina. Todo gira alrededor del puritanismo y su peor consecuencia que no es sino la frustración sexual.
En esta tercera entrega (ahora sí propiamente una secuela de ‘X’), seguimos a Maxine (siempre impactante Mia Goth), la final girl de aquella masacre que sucedió en la primera cinta y que ahora es ya una pornstar, aunque la necesidad le hace trabajar horas extras en cabinas oscuras donde se muestra en ropa interior a los anónimos parroquianos que por unas cuantas monedas la observan.
Pero Maxine no se conforma, repitiendo una vez más el mantra con el que la conocimos en la primera entrega (“No aceptaré una vida que no merezco”), realiza -con éxito- una audición para una película “real”, una cinta de terror (que a la sazón es secuela), llamada “La Puritana 2”.
Todo esto sucede en el Hollywood de 1985, un Los Ángeles donde abundan los cines porno, los cineclubes con cintas tipo B en VHS (of course) y las escuelas de Karate (‘Karate Kid’ se ha metido en la psique colectiva). Entre las sucias calles de la ciudad pecado ronda también un asesino serial del cual los medios advierten una y otra vez.
El puritanismo ya no se queda dentro de las casas o las iglesias, en 1985 la sociedad indignada sale a las calles a protestar por el porno y las películas de terror que están dañando a la juventud. El gobierno también hace su parte y llama al estrado a los rockeros y metaleros para que expliquen frente al jurado las letras “satánicas” de sus canciones.
En ese ambiente es en el que Maxine hace su trabajo, caminando por los oscuros callejones de la ciudad sin mayor problema, no importando que un asesino serial esté allá afuera, ella sabe (y nosotros también) que es una sobreviviente: si pudo escapar de las garras de Pearl, puede sobrevivir al Hollywood de los años ochenta.
El principal atractivo en MaXXXine (E.U.A., Reino Unido, 2024) sigue siendo su protagonista, Mia Goth, una final girl algo sui géneris, que no huye del monstruo sino al contrario, va y lo
confronta, rompiéndole las bolas (literalmente) a cualquier psicópata que se le ponga enfrente. Una mujer naturalmente sensual y sexual que no pedirá permiso ni perdón a nadie.
La logradísima ambientación (diseño de arte a cargo de Jason Kisvarday) hace de esto un auténtico viaje genial a la década de los ochenta en un Hollywood decadente pero lleno de color neón y rojos intensos producto de la sangre.
West juega nuevamente con varias referencias cinéfilas, desde el cine de Brian De Palma haciendo escala obligada (y obvia) en Hitchcock, pasando por el giallo italiano, el porno y el cine de explotación.
El viaje nos recuerda a Once Upon a Time in Hollywood (Tarantino, 2019) pero en clave de cine gore tipo B, con todo y una intensa directora (bienvenida Elizabeth Debicki) que ama en exceso a su nueva protagonista y que no deja de apoyarla en su intento por salir del mundillo del porno para entrar a otro no menos sucio y siniestro como es el de Hollywood.
Lamentablemente, Ti West se engolosina en su propio juego y cierra su trilogía con un final que desmerece al conjunto: una secuencia derivativa y telegrafiada desde el inicio del filme, cuyo único propósito es darle un final feliz a la estrella de la cual claramente está enamorado: una Mia Goth que a pesar de todo sale triunfante de esta saga, lista para enfrentar a ese monstruo llamado Hollywood.