Alejandro Alemán

La Memoria Infinita

Cual si se tratara de la versión real del Amour de Haneke, la experimentada y multipremiada cineasta chilena, Maite Alberti, nos muestra un caso de amor, dolor y (des)memoria.

Alejandro Alemán
02/12/2023 |04:34
Alejandro Alemán
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En Amour (2012), Michael Haneke nos presentaba a un matrimonio entre dos personas mayores, cultas, sofisticadas, que llevaban mucho tiempo casadas y cuyo amor no parecía haberse difuminado con tantos años juntos. Después, con la clásica parquedad del director austriaco, Haneke muestra como la enfermedad entra a ese matrimonio, cual ladrón en la noche, transformando la dinámica de ambos por completo, haciéndola de ella, otrora una mujer exitosa e independiente, convertida ahora en una eterna enferma, postrada en una silla de ruedas dentro de su misma casa mientras que su marido (Jean-Louis Trintignant) se convertía en un abnegado enfermero.

En La Memoria Infinita (2023), la documentalista chilena Maite Alberdi (excelente obra previa El Agente Topo, 2020) nos presenta básicamente el mismo escenario pero con una pareja del mundo real. Paulina Urrutia y Augusto Góngora son lo que podría llamarse una power couple: él es reportero y periodista, le tocó narrar los horrores de la dictadura chilena y sus trabajos (entrevistas y libros publicados) son básicamente la memoria de un país que no debe olvidar nunca el horror del régimen militar.

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Ella es una guapa y exitosa actriz de cine y televisión, para después convertirse en funcionaria pública como secretaria de cultura en Chile. Ambos se conocen, se juntan, construyen una casa que se convierte en su hogar. Todo lo anterior se muestra indirectamente en forma de flashbacks mediante una serie de recuerdos registrados en videos caseros de hace al menos un par de décadas.

Pero la distancia entre los recuerdos y la actualidad es abismal: hoy vemos a Pauli ayudar a Augusto a despertar, explicándole dónde está, quién es él, quién es ella, dónde están sus hijos y sus amigos. Augusto asienta con la cabeza, sonríe incluso, le dice a Pauli que la quiere, pero hay algo en su rostro que parece vacío, dubitativo, frágil. El público no tarda en adivinar y por ello la película tampoco lo menciona aunque es un hecho: Augusto sufre de Alzheimer.

En sus anteriores cintas, Alberdi ha mostrado un interés por mostrar la vida en la vejez. En La Once (2014), la cineasta sigue a un par de mejores amigas que se conocen desde la escuela y que durante sesenta años se siguen reuniendo una vez al mes para platicar. Lo mismo ocurre en su cinta más celebrada (y nominada al Oscar) El Agente Topo (2020), donde un anciano (Sergio Chamy) se infiltra en un asilo para corroborar si uno de los cuidadores maltrata a otra anciana.

Pero La Memoria Infinita es diferente: no hay voces en off, no hay cabezas parlantes, no hay un cierre o un inicio. Solo hay dos personajes, Maite y Augusto, quienes nunca voltean a cuadro para explicar nada. La cámara se postra como un testigo invisible de lo que pasa en este hogar en secuencias que sólo se interrumpen por los fragmentos de noticieros, entrevistas y videos caseros que nos muestran la vida anterior de Pauli y Augusto, antes de la enfermedad.

La película nos hace testigos del enorme esfuerzo de Pauli por cuidar a su marido, ayudarlo en sus episodios de ira, de desmemoria, de falta de raciocinio. Si el hombre es la suma de sus recuerdos, ¿qué pasa cuando este pierde los suyos?

La cineasta Maite Alberdi hace patente una vez más su increíble habilidad para ocultar la cámara y ocultarse tras de ella, logrando que la distancia entre los personajes y nosotros -el público- sea mínima.

La película despierta muchas dudas sobre la condición real de esta pareja: Pauli, que parece una abnegada esposa, en algún momento confiesa que le gustaría morir, mientras que a su esposo le dice lo contrario para luego en otra escena cambiar los papeles. No hay duda del amor de Pauli por su marido, pero el hastío parece esconderse en las constantes preguntas a su pareja.

La Memoria Infinita es una documental que te destroza, no solo por el drama de estos personajes sino por dejar en claro la importancia y la fragilidad de la memoria. La enfermedad puede destruir los recuerdos sin darnos casi cuenta. Lo mismo pasa con las naciones, cuya desmemoria las pone a merced de las tiranías. Ambas son las lecciones de este estupendo y doloroso documental.

La Memoria Infinita se estrena este 5 de diciembre en Netflix.

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