Rumbo al final de Inside Out (Docter, Del Carmen, 2015), en la nueva consola central con la que los sentimientos principales (Alegría, Ira, Miedo, Desagrado y Tristeza) controlan la mente de la pequeña Riley (entonces de 11 años), aparecía una enorme alarma con una etiqueta que decía ‘Pubertad’. “Probablemente no es nada importante”, pensó Alegría.

Han pasado casi diez años desde la última vez que dimos un vistazo a la mente de la pequeña Riley, y desde ese entonces, Inside Out -una de las cintas más ambiciosas y mejor logradas del universo Pixar (una obra maestra, para acabar pronto)- tenía escrita dentro de sí el rumbo de su propia secuela. Lo que sorprende no es que Inside Out 2 (Intensamente 2, EUA, Japón, 2024) funcione casi tan bien como su predecesora, sino que se hayan tardado tanto en lanzar esta segunda parte que, por obviedad, versa sobre la adolescencia de Riley.

Con trece años de edad, nuestra protagonista ha superado los problemas que sufría en la primera cinta: ya no es esta chica impopular y sin amigos a causa de su reciente mudanza a San Francisco, ahora tiene dos mejores amigas que, junto con Riley, son seleccionadas para ir a un exclusivo campamento de hockey donde podrán conocer a Val Ortiz (Lilimar), estrella local de ese deporte.

Todo es alegría hasta que, de improviso, las amigas de Riley le comunican una terrible noticia: no estarán juntas para el año que entra ya que fueron aceptadas en otra escuela. De inmediato la misteriosa alarma suena: ¡Pubertad!, y nadie en el cerebro de Riley sabe qué hacer.

En medio del caos surgen nuevas emociones: Vergüenza (voz de Paul Walter Hauser), Ennui (Adèle Exarchopoulos) -que no es sino una forma sofisticada de decir aburrimiento-, Envidia (Ayo Edebiri), y la reina del show, la Ansiedad (Maya Hawke).

Inside Out es la película más personal no solo de sus directores sino del estudio mismo: la cinta es una descripción de cómo Pixar entiende la creatividad, su mecanismo para fecundar ideas, crear personalidad y tener como resultado auténticas obras maestras.

La idea del cerebro como una torre de control viene desde el mismísimo Steve Jobs, quien pensaba en el nuevo campus de Apple como un enorme cerebro donde cada empleado aportaría a la gran suma de ideas y conceptos que resultan en un gran producto, o en el caso de Pixar, en una gran película.

Para Inside Out 2, el debutante Kelsey Mann (artista de storyboards en varias series animadas para tv, animador y director del divertido corto Party Central, de Pixar) tenía la mesa servida: no era necesario explicar una vez más la mecánica de los personajes, la estructura de la cinta es la misma y su fórmula también: un sentimiento amenaza a la psique de Riley por lo que la siempre controladora Alegría y sus amigos tendrán que internarse en el cerebro de la niña para rescatar su personalidad.

El guión sigue siendo una pieza de reloj. Escrito por Meg Le Fauve, Dave Holstein y el propio director, la película jamás se pierde en la narrativa, no obstante que está sobrepoblada de personajes (muchos más de los que imaginan) de los cuales ninguno sobra así algunos sean usados como simple gag (la risa nunca está de más). Estamos ante una película con más dinamismo, más humor e incluso un poco más sofisticada que la anterior.

Si la cinta original era una crítica a terrorismo de la felicidad a ultranza y la revaloración de la tristeza como factor de cambio, en esta ocasión el enfoque está en la ansiedad, quien poco a poco va tomando el control de Riley en forma de deseos competitivos y estrategias para ganarse la amistad y admiración de su ídola Val Ortiz, aunque ello implique lanzar por la borda a sus antiguas amigas entre otras cosas que no parecen muy correctas, ¿o es que acaso el fin justifica los medios?, ¿acaso Riley se está convirtiendo en una “mala persona”?

De nueva cuenta, lo sencillo de la trama y lo “simple” de los personajes, no se traduce en una cinta vacua: Inside Out 2 trae a la superficie nuevos conceptos relacionados a la construcción de la personalidad y, claro, pone en perspectiva el tema de la ansiedad, cuya influencia en la psique de Riley no parece en principio ser tan mala idea (“Hay que pensar a futuro”), pero que al final muestra las consecuencias de una ansiedad desenfrenada, llegando a terrenos incluso del famoso ataque de ansiedad.

El mayor mérito de la cinta probablemente sea ese: crear empatía y conversación sobre la ansiedad, las personas que la sufren y visibilizar el proceso interno que viven. Saliendo de ver esta cinta, dan ganas de buscar a ese amigo, pariente, hermano, novia o novio que sufre de ansiedad, abrazarlo y decirle: hoy te entiendo un poco más

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