Mientras escribo estas líneas me encuentro en el tercer día del Festival Internacional de Cabos, 2022. Se trata la de la onceava edición de este festival que contra viento y pandemia supo sobrevivir a los retos del confinamiento que todos sufrimos durante dos años.
Cabos regresa de nueva cuenta a su sede, Cabo San Lucas, y lo hace, como es costumbre, con una programación sólida que lo mismo mezcla estrenos nacionales como internacionales en un festival cuya cereza en el pastel es la amabilidad y el trato de los organizadores con todos sus invitados.
Así pues, aunque aún me faltan dos días más de festival, aquí el reporte de lo que hasta el momento he podido ver en #LosCabos11, que es sin duda una de los mejores festivales de cine del país.
The Whale - Dir: Darren Aronofsky
Fiel a su estilo y obsesiones, Darren Aronofsky nos presenta otro retrato miserable de un ser patético al cual torturará por sus decisiones de vida durante dos horas de película. Se trata de Charlie (impresionante Brendan Fraser) quien interpreta a Charlie, un profesor de redacción con obesidad mórbida que da sus clases en línea.
El hombre da sus cursos desde un enorme sillón del cual pocas veces se levanta y cuando lo hace es con mucho esfuerzo y ayudado de una andadera. Cuando prende el Zoom para hablar con sus alumnos, lo hace sin encender su cámara, ya que Charlie se siente apenado de ser el gordo inmenso que es.
Aronofsky, claro, no se frena en el espectáculo patético y decadente que es ver a esta inmensa masa de grasa tratar de moverse, de levantarse, de caminar entre los pasillos estrechos de su pequeño y oscuro departamento, de verlo bañarse ayudado de todo tipo de aparatos, o incluso de ir al baño o masturbarse.
Casi rozando en la pornografía, el guión de Samuel D. Hunter (basado en su obra de teatro homónima) poco a poco va mostrando las razones de por qué Charlie se ha abandonado de esta forma tan impresionante, y es que el hombre prácticamente se está matando a sí mismo, un Gansito a la vez, por mera tristeza: el amor de su vida murió luego de unirse a una de estas religiones que parecen secta (¿cienciología?) y desde entonces el hombre no deja de comer aunque tenga la presión arterial por las nubes.
En la película le acompañan una serie de personajes secundarios: un joven religioso de esos que tocan de puerta en puerta llamado Thomas (Ty Simpkins), su abnegada enfermera/amiga Liz (Hong Chau, también impresionante), sin la cual Charlie ya estaría muerto, y -sorprendentemente- su esbelta hija adolescente Ellie (Sadie Sink) quien trata a su inmenso padre peor que basura (lo busca solamente para que le haga las tareas por las cuales están a punto de expulsarla de la prepa) y este incluso le plantea pagarle para que lo siga visitando.
¿De qué sirve todo este patetismo? Más allá del shock value, pues no de mucho, porque si Aronofsky pretende convencernos con todo esto de que detrás de todo gordo hay un hombre con sentimientos que merece dignidad, vamos, se pudo ahorrar todo el numerito.
Lo único que redime esta cinta al punto que merece verse es el espectáculo de ver a un Brendan Fraser que no permite que el personaje lo engulle (pun intended) porque detrás de ese horrendo fat suit está la mirada, la gracia, la sonrisa y el carisma de un actor que regresa con todo. Sería un escándalo si no lo nominan al Oscar.
Home is Somewhere Else - Dir: Carlos Hagerman & Jorge Villalobos
Carlos Hagerman y Jorge Villalobos documentan tres historias de migrantes que viven en los Estados Unidos y que, por las inhumanas leyes de aquel país, están al borde de ser separados de sus familias, de sus trabajos y enviados de regreso a un país que, de facto, ya no es el suyo, porque como bien dice el personaje que rapea al inicio de esta película, ellos se encuentran en medio de dos mundos.
La película se divide en tres capítulos, cada uno con un testimonio de migración diferente. El primero narra la historia de Jasmine, una niña de once años nacida en EU pero de padres indocumentados y que se volvió una de las principales oradoras en los recientes movimientos en apoyo al DACA. Si esta ley no se preserva, ella sería separada de sus padres.
La segunda historia es el relato de un par de hermanas, Evelyn y Elizabeth, literalmente separadas por la frontera y unidas por el teléfono celular. La que vive en Estados Unidos no puede regresar a México y la que vive en México no puede cruzar.
Y por último vemos la historia de otro adolescente, José Eduardo Aguilar alias “El Deportee”, arrestado injustamente, debido a su apoyo contra la ley HB 497 (2011) que autoriza a un oficial para determinar y verificar el estatus legal de una persona. Lo ingresan a la cárcel y posteriormente lo regresan a México, lugar que como él dice, ya no es su casa, “Home is Utah”.
Lo que hace novedoso a este documental es la forma en que se narra, con animaciones en tres estilos diferentes. Destaca la primera historia, que es contada con dibujos que emulan el estilo de los dibujos infantiles, con efectos de audio hechos por niños, y con el uso efectivo (al grado que es imposible no tirar una lagrimita) de cierto himno migratorio interpretado por Manu Chau.
El resto de las animaciones combina las acuarelas con objetos reales y en la tercera se buscan trazos mucho más contundentes y de cierta geometría. El resultado es de absoluta belleza, no solo por lo irremediablemente emotivo de cada historia sino por las animaciones y la empatía que contagia este hermoso documental.
Un Beau Matin - Dir: Mia Hansen-LØve
Elegante estudio de personaje donde seguimos a Sandra (Léa Seydoux), una madre soltera que se tiene que hacer cargo de su hija de ocho años mientras que además cuida a su padre, un filósofo que sufre de una enfermedad degenerativa neuronal que le impide vivir sin asistencia de otras personas.
Sandra tiene que vivir este doloroso proceso donde ella junto con su madre (ya casada con otro hombre), la amante de su padre, y el resto de la familia (nuclear y extendida) tendrá que desmantelar el departamento del papá, lleno de libros, cuadros y demás recuerdos que se tendrán que regalar, o si acaso algunos guardar.
Esto pone a Sandra en perspectiva sobre su vida, en la que convenientemente se cruza Clément (Melvil Poupand) un atractivo astrofísico, otrora viejo amigo ahora casado y con hijo. Sandra abre la puerta para un romance clandestino con Clément, bajo la lógica (a partir de lo que pasa con su padre) de que la vida es muy corta como para andarnos con cuentos, hay que disfrutar mientras se pueda porque después veremos nuestras vidas guardadas en cajas.
La puesta en imágenes de Mia Hansen-LØve, como es usual, es sencilla, sin mayores florituras o aspavientos, lo suyo es mostrar a sus personajes tal cual son, con sus dudas, sus miedos, sus pasiones. Léa Seydoux está magnífica como esta atribulada mujer dispuesta a meterse en el brete de andar con un casado con tal de disfrutar del sexo casual e incluso rozar de nueva cuenta el enamoramiento.
Una película sencilla pero sumamente disfrutable, principalmente por el carisma de su actriz protagónica.
La Caída - Dir: Lucía Puenzo
Este passion project de la actriz Karla Souza tiene su principal virtud en ella misma. La actriz no solo produce y protagoniza sino que básicamente es el corazón que impulsa toda esta producción, todo lo anterior impulsado por una necesidad, apasionada y muy personal, de contar esta historia.
Mariel (Souza) es una nadadora profesional que está por llegar a sus segundos juegos olímpicos. Por su edad, y dado que en el pasado se quedó a nada de ganar el bronce, esto representa su última oportunidad de ganar en la competencia olímpica. Pero la cosa empieza mal: su compañera de salto sufre un accidente y su entrenador (estupendo Hernán Mendoza) le impone a Mariel a una novata de 14 años llamada Nadia (la en efecto debutante Dèja Ebergenyi), para que sea su nueva dupla rumbo a los Juegos Olímpicos.
Mariel se molesta, no cree que esa niña tenga lo suficiente como para que ambas alcancen el oro. En esas estamos cuando sucede algo peor: la madre de Nadia acusa al entrenador de acoso sexual. Mariel aboga por él, no en balde ha sido su entrenador durante años, al grado de ser considerado parte de la familia. Incluso Nadia misma argumenta que todo son locuras de su madre que no la quiere ver triunfar.
¿Es esa la realidad o hay algo que Mariel sabe y no se atreve a decir?
Souza interpreta a su personaje con una fuerza que va más allá de la actuación, la actriz en efecto presume un cuerpo de atleta que suponemos es producto de años de entrenamiento. Su mirada, su sonrisa fingida, y sus momentos de pasión desbordada (aquellas escapadas para tener sexo con extraños) dibujan a un personaje roto que resulta sorpresivo y sumamente interesante.
El tándem de actuaciones se completa con Hernán Mendoza quien se pone al tú por tú con Souza en más de un momento. La cámara de Nicolás Puenzo (ignoro si hay algún parentesco con la directora, Lucía Puenzo) privilegia las tomas que pasan en el borde de la alberca, entre el agua y la superficie, así como muchas otras en la profundidad. Fuera del agua, todo son acercamientos cerrados a los rostros de los protagonistas, sugiriendo un estado de opresión, angustia y ahogo.
No obstante, algunos aspectos técnicos (la mayoría de los diálogos están doblados en post-producción, y el tono que por momentos cae en el melodrama) así como una decisión más bien ecléctica en la selección musical (de Molotov a los Rebeldes del Rock y Portishead) me sacaron una y otra vez del juego de esta cinta.
La película es visible gracias al compromiso y notable pasión de Karla Souza, aunque no habría que menospreciar al guión -escrito a cinco manos, todas ellas femeninas- que sabe mostrar el conflicto de interno de las víctimas en un momento histórico donde hacer una denuncia de este tipo no era algo común como hoy día.
Entender y provocar la empatía del público hacia un personaje como Mariel que se debate entre su deseo de triunfo, sus vicios internos, y el hacer lo correcto, es el gran logro de esta cinta. No es algo menor, al contrario, son razones más que suficientes como para ver esta aleccionadora cinta.
Peter Von Kant - Dir: Francois Ozon
Hacer remakes (versiones nuevas, usualmente malas, de antiguas películas, usualmente buenas) es uno de los recursos más facilones de Hollywood, ¿para qué poner en riesgo la lana si podemos apostar por algo que está probado, es popular y funciona?
Todo bien pero, ¿hacer un remake de una cinta de Fassbinder?, ¿acaso eso no es pecado? Blasfemia o no, a Francois Ozon le importó un carajo y decidió hacer un remake de Die bitteren Tränen der Petra von Kant (1972), o como aparece en los créditos iniciales, esto es una adaptación muy libre a esa cinta icónica de la filmografía del enfant terrible Fassbinder.
La cosa es más o menos la misma pero con los géneros cambiados. Peter von Kant (un muy divertido Denis Ménochet) es un atormentado director de cine que se despierta en su estrafalario departamento sufriendo por su último fracaso amoroso. Su fiel criado, Karl (Stefan Crepon, que nunca habla pero aún así se roba la película) le prepara las bebidas de rigor, el desayuno, y abre la puerta a su primera visita del día, su amiga Sidonie (Isabelle Adjani), quien le presume a su nueva cita, un joven apuesto (aunque casado) llamado Amir (Khalil Ben Gharbia), de quien Peter queda enamorado.
Pasan nueve meses y la pareja ya viven juntos en el departamento de Peter. Amir se ha transformado en toda una estrella, apareciendo en cientos de portadas de revistas, pero Peter no está muy contento, sospecha que Amir está ahí para sacarle dinero y no por verdadero amor.
Probablemente hacerle un remake a Fassbinder sea un tremendo pecado, pero al menos en manos de Ozon (y principalmente de la dupla Ménochet - Crepon) resulta en un muy divertido pecado, en una cinta que no solo roba de Fassbinder (Ménochet, por cierto, ¿le da un aire al director alemán o estoy alucinando?) sino que en gran medida recuerda al Almodóvar clásico, de colores vibrantes y azote sin igual.