La intención era una: anotarse como “logro de la 4T” que Carlos Romero Deschamps renunciara a su larga estadía en Pemex. No importaban las formas, tampoco los privilegios que obtuviera en su salida, lo relevante, (y la única condición), es que su abandono fuera antes de las elecciones, en el afán de abonar a un proceso que se antoja más competido para Morena que el registrado en el 2018.
Fue bastante más que un “exhorto” al exlíder sindical petrolero, (como lo calificó AMLO en alguna “mañanera”), en realidad se trató de una “petición con carácter de exigencia”, me hacen saber al interior de Palacio Nacional. “El Presidente observaba la salida de Carlos Romero como un simbolismo más de su poder, de ahí que quisiera anotarse el logro”.
La negociación llevó algunos meses, hubo varios “estira y afloja”, pero no quedaba de otra para el exdirigente sindical: cedía a las intenciones del Presidente o le darían fuerza a algunas carpetas de investigación en su contra. Carlos Romero Deschamps siempre supo que no había otra opción, más no quería que el tabasqueño se llevara el crédito de su salida.
Fuentes cercanas al Presidente comentan que cuando enviaron a Romero un resumen de los procesos en su contra si no renunciaba a Pemex, no le tomó más de una hora decidir que lo mejor era anunciar su salida, “claro, siempre y cuando le garantizaran sus prestaciones de retiro, y principalmente, que pasaría el resto de sus años en paz, al igual que su familia”.
Para gozar de los “acuerdos que le ofreció AMLO” a cambio de “colgar los guantes” en definitiva, quien fuera líder del sindicato más poderoso del país durante 26 años, aceptaría anunciar que su salida se daba “por voluntad propia y sin presión alguna”, pues de otra forma, la justicia podría pisarle los talones, quedando 4 años por delante del actual gobierno.
“Quiero anunciar pronto, en una de mis conferencias, que Carlos Romero Deschamps ha dejado de ser trabajador activo en Pemex. No puede seguir ahí siendo yo Presidente, y debe ser antes de junio”, dijo AMLO hace algunas semanas a tres de sus más cercanos colaboradores. “Así que muéstrenle la situación, háganle ver las cosas y platiquen”, comentó.
El exlíder petrolero pensó en confrontar las acusaciones que existen en la Fiscalía General de la República, pues a su juicio no tendrían las armas suficientes para acorralarlo, sin embargo, “nos hizo saber, a través de terceros, que no cedía por temor, sino porque estaba cerca de los ochenta años y tenía asuntos más importantes”, comentan al interior de Palacio.
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