El Presidente sabe que entre la disminución de su popularidad y los pleitos internos de Morena, difícilmente podrá refrendar en las elecciones del 2021 su dominio tanto en el Congreso Federal, como en las legislaturas estatales. De hecho, corre el serio riesgo de perder más terreno en el Senado e incluso algunas gubernaturas que estarán en juego.

En Palacio Nacional me confirman que más allá de su exposición diaria en “la mañanera” y eventos públicos, López Obrador no hace más que dedicar tiempo al tema electoral. Sabe de sobra que perder la “aduana de trámite” que se ha vuelto la Legislatura para sus iniciativas, sería un duro golpe a su proyecto con miras hacia el 2024.

Por eso, pensando en los muchos apoyos ciudadanos que ha perdido durante su aún corta gestión, AMLO decidió, (a regañadientes y con mucho pesar), recular en su “medición de fuerzas” con las mujeres buscando “tapar” el movimiento “un día sin nosotras”, al querer iniciar ese mismo día, 9 de marzo, la venta de cachitos para la rifa del “avión que no sortea un avión”.

López Obrador tiene claro que el único grupo que no votó mayoritariamente por él para llegar a la Presidencia fue el femenino. Grave error sería “echarle leña al fuego” y acumular cientos de miles de sufragios más en contra, aunque de antemano sabe que menos del 40 por ciento de las mujeres lo apoyará en las próximas elecciones.

En términos generales, las mujeres son el “dolor de cabeza” de AMLO. Si bien es cierto nombró un gabinete igualitario, con puestos que incluso nunca antes habían sido desempeñados por féminas, (como la Secretaría de Gobernación), el de Tabasco ha emprendido acciones que más bien parecen dirigidas a perjudicarlas: la reducción presupuestal a las estancias infantiles fue una de ellas.

El Presidente quería combatir con la rifa del avión la fuerza del movimiento “un día sin nosotras”, quizá no boicotearlo del todo, pero darle batalla con un distractor que de cierta forma le ha funcionado. Con profundo pesar, tuvo que echarse para atrás, y lo decidió la misma madrugada de ayer, justo antes de “la mañanera”, no veía razón para “jalarle más la cola al tigre”.

“El tema femenino le ha bajado mucho el ánimo al Presidente”, me confirma una fuente en Palacio Nacional. Quienes lo rodean me dicen que ya no bromea como antes, que ha perdido parte del humor en las charlas, que se queda callado y pensativo por varios minutos, aislado de cualquier otro tema que pudiera platicarse en ese momento. Me dicen que no es el mismo.

Y sí, basta ver su semblante para comprobarlo. AMLO no la pasa como antes y vive tiempos difíciles.

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