La Ciudad de México ha tenido en las últimas semanas varias concentraciones con el fin de manifestarse por distintas causas. Una de las que me parece que ameritan mucha atención es la pasada del 8 de marzo de 2023. Porque quizás son apenas unos años que el movimiento feminista ha surgido y con los años se ha resignificado, se ha definido al paso del tiempo. No somos las mismas mujeres que levantaron la voz por primera vez. Hemos dado pasos firmes, pero aún no los suficientes.

El #8M reúne una causa que es también una dolencia. El Metro de la CDMX se pinta de color lila, así como el Metrobús y las calles. A donde sea que alguien mire, está el color de las jacarandas coloreando la ciudad. Ese día las mujeres: desde las más pequeñas hasta las más grandes, se recuerdan unas a otras la razón por la que estamos aquí hablando de esto.

Después de estos años de lucha incansable por verbalizar la violencia que sufren millones de mujeres en este país, los números no muestran una realidad tan distinta. La violencia sigue, las mujeres siguen siendo agredidas y violentadas, asesinadas.

El año pasado vimos cómo un hombre salió a decir a los medios que Ariadna Fernanda, víctima de feminicidio, se había ido en un taxi por cuenta propia desde su departamento en la colonia Roma. Días después circularon los videos de este mismo hombre cargándola ya muerta desde su departamento hasta su camioneta para ir a abandonar el cadáver fuera de la Ciudad de México.

Vimos apenas unas semanas atrás cómo hombres que encabezan los medios comunicación y principalmente televisión niegan y se burlan de la propuesta presentada en el Congreso de la CDMX sobre la licencia laboral para ausentarse por dolores menstruales. La necesidad de erradicar la violencia contra la mujer está precisamente en no cuestionar más los espacios que estamos recuperando para hacer la balanza lo más equitativa posible frente a todos los matices que representa la lucha por la igualdad de género. La lucha está precisamente en no ser cuestionadas por estos logros, aquellos que sobre todo nos incumben solo a nosotras.

Las mujeres estamos día con día ganando espacios con muchísimo esfuerzo. Nos visibilizamos a nosotras mismas y visibilizamos la causa, la replicamos. Para que, en cada parte de esta ciudad, cada alcaldía, cada colonia, sepa lo que hemos logrado sin dar un paso atrás, pero sobre todo, lo que nos falta por delante.

Porque no es normal la violencia, ni el silencio, ni la impunidad que ésta representa. El 8M no es un recordatorio del conflicto de géneros sino una reflexión al unísono de las mujeres que pide verdaderamente poner atención sobre el problema. Reconocerlo colectivamente, comprenderlo de fondo para cambiarlo en conjunto.

Cada niña, joven y adulta que forman parte de este movimiento ciudadano debe ser capaz de reconocerse en la causa y defenderla, porque esta ciudad es de todas y todos los que vivimos en ella, y muy pronto la convertiremos en la ciudad que siempre hemos querido tener.

Twitter: @alepuente100 

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